EPÍLOGO

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—Debiste decírmelo antes —regañó SeokJin, aún muy molesto con el hombre al otro lado de la línea. Los recuerdos persistían en querer hacerlo llorar, pero estando acompañado seguía haciéndosele incómodo. Sobre todo, porque la mayoría de veces en las que aquello ocurría terminaba enredado en sábanas, encimeras, coches y salas de estar con un mocoso que había adoptado unos días para que "lo monitorease", según órdenes del doctor.

Por lo que aguantó la pena. Si ya la navaja que lo afeitaba podía irritar su envidiable cutis, imagínense agregarle lágrimas saladas a la mezcla. Sería una imagen bastante patética si quería demostrarle a TaeHyung que había salido más invicto de lo que parecía. Que no, no necesitaba cirugía plástica para borrar las cicatrices de la masacre de su ex oficina. Que no, no había estado a punto de ir a enterrarse en el cuello de su mujer pidiéndole perdón por no ser lo capaz de traer a su esposo de vuelta. Y que no, no había pensado hasta en ocupar su lugar y criar él mismo a sus niñas en el arranque más estúpido y altruista de su carrera.

Por un milagro salido del culo de Dios, el menor de los Kim era un hijo de puta durísimo. De alguna forma, tras ser utilizado de baño público y golpeado hasta la crueldad, había logrado salirse con la suya y postergar un funeral que habría sido muy pobre (considerando que, en primera instancia, su único cercano había sido despedido).

Que le dieran. Kim TaeHyung no se iría de este mundo sin toda una parranda llevándole en el cajón. Una que SeokJin ahora juraría darle porque lo aniquilaría con sus propias manos y porque tenía un capital con tantos ceros que a veces los veía danzar cerca de él con la mirada perdida en horizontes variopintos.

—Me contaron que repetiste muchas veces mi nombre cuando dormías, hyung. Esos rezos debieron traerme de vuelta.

SeokJin rio y el barbero improvisado alejó de golpe la cuchilla. Parte de la espuma se esparció por su antebrazo y eso pareció motivarle para gruñir cual bestia malhumorada.

—Deja de moverte.

Hyung —corrigió.

—Deja de moverte o te cortaré, Jin hyung.

JungKook cambió de postura a una ladeada y pasó el instrumento por la línea de la mandíbula ajena. El vello desapareció de una pasada. Aunque el mayor tuviera más que él en distintas zonas, su manía por quitárselo era parte de la artimaña completa para sus conquistas.

Una lástima que el radio de la meada posesiva de Jeon fuera tan intenso que nadie más lo apreciaría de primera mano.

Bueno, quizá sí el tortolito al teléfono. Kim había sufrido mucho al sentir que su amigo había sido arrebatado de esa forma, y como ese amigo guardaba bien las formas ante la presencia del estudiante, le cayó bien de inmediato. Eso y que era buena excusa para follar en el minuto vulnerable del litigante. Eso y la sonrisa de niño que traía consigo. El conjunto hacía que, involuntariamente, quisieras velar por su bienestar. Tanto así que terminó chequeándolo cuando, en paralelo, Jin estaba hospitalizado y —a pesar de que no intercambiaron mucho más que un par de anécdotas y bromas —entendía el cariño que el de labios abultados le tenía.

Lo corroboró aún más cuando conoció al par de carajitas que se abalanzaron sobre él, demandándole atenciones y casi arrancándole el suero del brazo. Le hizo completo sentido cuando se embelesó con una preciosa mujer que lo besó apasionadamente, para después golpearle la cabeza por el susto que le hizo pasar.

El segundo gran miedo de perderle.

TaeHyung y su familia dejaron el centro médico una semana antes de que el abogado volviera en sí. Sin embargo, el otro empleado se encargó con maestría de los papeleos correspondientes para que Jin no tuviera que preocuparse más que de regresar a la mejor versión de su vida.

Una que sólo le requeriría ir a reuniones semanales, concentrarse en ser menos cabrón y regresar la mano a los que lo ayudaron a estar donde estaba. Los tronos, nunca se debe olvidar, están sostenidos por los esqueletos de alguien más.

—Gracias de nuevo por todo, cabezota.

—Gracias a usted por hacerme su asistente-encargado-de-todo, hyung.

JungKook moduló "hyung" unas cinco veces, apenas permitiendo que los otros dos lo oyesen.

—Eres socio también, no me hagas sonar como un tirano. Espero que las chicas estén bien. Llevémoslas a cenar al italiano que tanto le gusta a la menor...

—Algún día se aprenderá sus nombres —bufó el contrario.

—Ser un ciudadano ejemplar toma tiempo. Ser un buen amigo, también. Le diré al secretario Sung que los recoja a las ocho.

—Que a ninguno se nos olviden los biberones —carcajeó TaeHyung y colgó.

Con una sonrisa cómplice, SeokJin acercó al moreno rodeándole con sus piernas. Estar sobre el mármol del lavamanos de pronto no era tan incómodo. —¿Escuchaste? Tenemos que preparar todo para que después dejes comer a los adultos sin hacer berrinche.

JungKook reptó su pulgar sobre la boca del mayor, olvidando que sostenía la hoja para rasurarle. En un desafío irascible terminó provocándole un pequeño corte en la mejilla, ante el cual Kim reaccionó con una onomatopeya de disgusto. Rodeó los hombros del estudiante con ambos brazos, levantando el culo para unir sus pollas de un encontrón.

—Si eres un niño inteligente sabes que te quedan tres días aquí —murmuró sobre su cuello, olisqueando el sector donde un lunar se dibujaba pequeño y apetecible —Tres días y ya dejarás descansar a tu hyung.

—Ya pensé sobre eso y como ya "acabé contigo"...—el de nariz prominente sonrió con la victoria llenándole los ojos —TaeHyung me arrendó el piso de abajo.



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¿Un poco meloso? Perdonen las amenazas de diabetes. Con esto queda terminada la historia. La primera que hago, por cierto. Así que muchas gracias a quienes me acompañaron en el transcurso. Corregiré algunos errores los próximos días para dejarla pulida al cien.

¡Gracias de nuevo! ♡♡♡

MAYHEM ▹ JinKook/KookJinHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin