¡Te encontré!

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Había vuelto a tener 5 años. Estaba escondido, no debía hacer ruido; sabía que ese niño extranjero con el que había jugado todo el verano lo encontraría.

—¡TE ENCONTRÉ!

El pequeño renegó, no entendía cómo su compañero de juego podía dar con el tan fácilmente.

Puede ver una sonrisa en forma de corazón que era parte de un difuso rostro; ese que quedó perdido en la memoria de su yo de 5 años, ese pequeño que era feliz y que no debía afrontar la realidad.

Abrió los ojos de golpe. No sabía dónde estaba. El color blanco era una constante en la habitación. Un ligero "bip" sonaba regularmente. Estaba mareado. Quería recordar. Logró articular un rasposo "¿dónde estoy?" Que rápido fue respondido por un hombre platinado de ojos color zafiro quien lo miraba desesperado; esa mirada parecía de genuina preocupación.

—¡Gracias a Dios! ¡Al fin despertaste! —El hombre dejaba caer unas lágrimas que no podía entender— Llamaré a tú amigo, está desesperado por saber algo de ti. Yuuri no te preocupes, ya estás a salvo.

No entendía nada. No conocía a ese hombre. ¿Amigo? ¿A salvo? ¿De qué? Esa última pregunta fue el detonante para su memoria, un cúmulo de imágenes llegaron en tropel a su cabeza.

Recordaba cómo había decidido dejar al abusivo beta con el que había vivido por casi 5 años. Había quedado con Phichit, otro omega amigo suyo, que se verían en un parque cercano al departamento de Yuuri, él sólo iría por sus papeles importantes y saldría del lugar. Jamás esperó que su pareja, o ex, llegara temprano del trabajo y lo descubriera en plena huida.

Después de eso, sólo podría recordar pequeños flashes de imágenes y dolor. Recordó partes de la violación y el número increíble de golpes que le propinó, fueron tantos que deseó morir antes de que alguien tuviera que verlo en ese estado tan patético.

Lloró de rabia y vergüenza. No sabía cómo había llegado a ese hospital, ya se había percatado del lugar en dónde estaba. Él debió morir debido a la paliza que recibió, él no merecía esa segunda oportunidad, era un omega roto, usado y sin ningún valor. A sus 24 años estaba harto de vivir.

—¡Yuuri! ¡Por todos los cielos al fin despertaste!

El escándalo de su amigo no logró sacarlo de sus cavilaciones, estaba ensimismado en su deseo de haber muerto. Las lágrimas caían cuál ríos y no volvió a la realidad hasta que los brazos de Phichit lo cobijaron. Fue en ese momento donde dejó salir un grito desgarrador. Su amigo lloró desconsolado junto con él; mientras un platinado miraba desde la puerta como su destinado se deshacía la garganta tratando de mitigar la frustración que sentía.

Él también se odiaba. Desde que conoció a ese niño en Hasetsu juró volver por él para casarse. En ese tiempo ambos no sabían su segundo género pero era lo que menos le importaba. Había resultado alfa. Cuando regresó a Hasetsu luego de 15 años, se enteró que ese pequeño japonés era un omega y que se había fugado por amor con un beta. Su corazón se rompió en pedazos pero no descansaría hasta encontrarlo.

Bastante fue su sorpresa y horror encontrarlo al entrar a la sala de emergencia donde la laboraba. Su japonés llegó en ambulancia, su estado era crítico: costillas rotas, posibles hemorragias internas y mostraba signos de abuso de todo tipo. No había tiempo qué perder. Su destinado estaba muriendo frente a él. Él supo desde niño, sin importar su género, que Yuuri era su alma gemela; él había quedado enamorado del pequeño peli negro, ese que ahora necesitaba regresar a la vida.

Pasada la crisis interrogó al omega con el que llegó. Se enteró que era su mejor amigo, por no decir el único. Le comentó al platinado que su alfa era abogado y ya se había encargado del desgraciado que había lastimado al japonés.

Luego de hablar con el omega; pidió una licencia de 3 días, sabía que estar cerca del japonés lo haría sanar más rápido y en efecto funcionó. Cuándo el caos pasó se dio cuenta que en verdad eran destinados y aunque no estuvieran enlazados, se pertenecían. Por ello el que estuviera cerca de él ayudaba a su recuperación.

Cuando abrió los ojos luego de 3 días dormido, su alma regreso al cuerpo. Su omega había pasado el peligro, si embargo, ese grito desgarrador que emitió le hizo saber que así estuviera vivo, su espíritu parecía estar a punto de morir.

Tendría que esforzarse para lograr entrar en la vida de su amor de infancia pero, era algo que estaba dispuesto a hacer.

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