VII

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— ¿Qué tiene Will? — Cuestionó Dustin observando como Will destrozaba un dibujo que había iniciado hace veinte minutos.

— Se ve verdaderamente molesto.— Murmuró Lucas con desconcierto al ver esa rabieta.

—Tu eres verdaderamente molesto. — Bufó Max con creciente molestía al ver que no querían dejar al pequeño Byers pensar un rato.

— Solo me preocupo por mi amigo.

— ¿Y Mike? — Cuestiono El viendo en todas las direcciones. Al parecer no había ido el día anterior y nadie sabía donde estaba.

— ¡Will! — Llamó Lucas haciendo señas para que supieran donde estaba.

— ¿Para que haces señas? Estamos en un minúsculo salón, no en el campo de fútbol.

— Cállate un rato, pelirroja, ¿quieres? — Escupió Lucas con fastidio recibiendo un golpe en la cabeza por la mencionada. Observaron a Will encaminarse a ellos con el ceño fruncido.

— ¿Qué?

— Pues... Solo queríamos saber cómo estabas. El dibujo era estupendo y no tenía la culpa de lo que sea por lo que estás tan enojado. —Murmuró Dustin. Will levantó la comisura en sus labios en un intento por calmarse. — Eso y si haz visto a Wheeler.

Will inmediatamente frunció otra vez el ceño y suspiró con fastidio. Comenzó a mover la planta de su pie ante la persistente mirada de sus amigos.

Después de lo sucedido aquel día. Will despertó solo en la habitación, y encontrando una nota sobre él escritorio en el cual el pecoso advertía que iría a ayudar a su hermana con la mudanza.

Aquel día pasó sin saber nada más de él. El siguiente igual, y el siguiente. Habían pasado casi tres días sin noticias de él. El castaño comenzaba a preocuparse, por si le había pasado algo, o si lo que hizo aquella noche estaba mal. Aunque era más que evidente que le había asustado. Se sentía completamente molesto consigo mismo, fue muy impulsivo y la cagó.

Max y Jane podían darse una idea de que el humor de Byers y la desaparición de Wheeler, estaban relacionadas. Mientras que los pobres Lucas y Dustin no sabían nada de la situación de sus mejores amigos.

—Allí viene. — Dijo Dustin observando por la puerta a Wheeler que tenía a una chica con sus brazos enroscados en él.

Los chicos fueron a saludarle y la chica plantó un beso en la mejilla antes de salir del aula. Jane podía percibir como en la mirada de el pequeño, su corazón se rompía en más de un millón de pedacitos y Max trataba de recogerlos.

El oji verde repitió la escena tantas veces en su cabeza, que seguía imaginando a la chica allí. Ya no sentía molestia,  pero el sentimiento de traición le calaba los huesos, y la tristeza comenzaba a ocupar lo poco que le quedaba de autoestima.

Conservando algo de dignidad tomó sus cosas y se plantó frente a Mike escrturandolo con la mirada fija. Intentando en ese gesto, transmitirle todo lo que sentía. Mike le dirigió la mirada indiferente, pero fija, y aquel gesto terminó de quebrar a Will.

Salió apresurado de el salón mientras sentía como la tormenta le abarcaba por dentro.

Max no soportó ni un segundo más y con largas zancadas se acercó al grupo de chicos, que de por sí ya tenía mucha tensión, y estampó su palma en la mejilla del pecoso. El sonido fue seco y fuerte. Este la miró repleto de confusión y sintió como su espalda daba un choque en seco contra el pizarrón.

No había nadie en el salón, por ello Jane no vaciló en hacer demostrar su decepción hacia Wheeler. La nariz le sangraba y con cada zancada fuerte que daba acercándose peligrosamente al pecoso, más presión ejercía sobre el cuerpo del más alto.

Estrellas sonrojadas [Byler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora