Capítulo 03

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El invierno había llegado, y Seungcheol se encontraba en el bosque, pero no estaba solo, estaba con Jihoon, quien tenía una bufanda roja que él mismo le había regalado. Sus mejillas estaban rojizas por el frío, mientras que Seungcheol lo abrazaba. Jihoon se acurrucó sobre el pecho de Seungcheol cerrando los ojos, se sentía cómodo estar con él. Eran novios a escondidas, a escondidas del Rey y la Reina Choi, del actual Rey que era su hermano y de su esposa, de todo el Reino y de su mejor amigo, también a escondidas de su prometida y la familia de ella. Eran solo Seungcheol y Jihoon, sin nadie ni nada alrededor de ellos, sin ataduras ni compromisos, pero en el fondo, Seungcheol sabía que se acabaría.

Eso no estuvo muy lejos de la realidad, porque cerca de ahí, Minhyuk y Leia habían armado un plan para encontrarse con Seungcheol en el bosque, pero no contaban con que él estuviera abrazado de alguien más. A Leia le dolió lo que veía, quería creer que solo eran amigos, pero que aquel chico rubio este medio dormido en el pecho de su prometido, le dolía. Se fue de ahí antes de que fuera vista, y Minhyuk le siguió el paso, hasta que estuvieran demasiado lejos.

—Leia, ¡espera! –Minhyuk la detuvo. Ella estaba llorando, y lo único consuelo que tuvo, es que la boda se iba efectuar si o si.– No es lo que parece con Seungcheol.

—¿Tú lo sabías?

—¿Eh? –la voz de Leia estaba rota, Minhyuk había sido atacado por ella.

—¡Claro que lo sabes! Ambos son mejores amigos, y él te cuenta sus secretos, ¿hace cuanto que se estaban viendo? ¿Siempre? ¡Te estoy hablando, Minhyuk!

—No, te equivocas, son solo amigos.

—¡Amigos ni mierda! ¡Son amantes! ¿Qué acaso no los vez? ¡Olvídalo Minhyuk! Creí que eras mi amigo, pero no.

Minhyuk se quedó solo, estaba triste, enojado y decepcionado, porque a pesar que si sabía de todo, le había mentido a la mujer que amaba, y le hizo daño. Algo que jamás se iba a perdonar. Sintió un escalofrío por su cuerpo, y volteó a todos lados, viendo como si un animal moviera los arbustos que estaban ahí. Su imaginación le estaba jugando una broma. Sentía peligro, y corrió hacía su Reino.

Leia había corrido por el bosque hasta llegar a donde su gente la esperaba, no era fácil, pero estaba triste, estaba enojada, y quería borrar todo, quería borrar al chico rubio que estaba ahí con Seungcheol. Pero eso era imposible, lo que quería era un deseo solamente. Al llegar a casa se encerró rápidamente en su habitación y se escondió bajo las sabanas. Estaba llorando abrazando su almohada, tenía miedo, ¿de qué? De no ser la mujer perfecta para Seungcheol. Su pecho dolía por todo el desorden que causaba su mente, cada pensamiento negativo y de tristeza le consumía.

Era de noche, y la vela que alumbraba la habitación estaba a punto de ser consumida, mientras ella seguía llorando. Un viento extraño hizo que la vela se apagara, como si esta fuera consumida, ella decidió que era hora de dormir. Se limpió el rostro con las muñecas, y se acomodó mejor para poder dormir, pero ruidos extraños se escuchaban en su habitación, ahora tenía miedo de lo que estaba sucediendo ahí, cerró los ojos fuertemente, hasta que un sonido en especial la hizo caer de sueño.

—Leia. –fue lo que escuchó, para terminar despertando en la mañana extrañándose cuando fue el momento exacto en que durmió.

En la mañana tomo una ducha, se vistió y se arregló. Tenía que olvidar lo que su mente había creado, el recuerdo de su prometido junto con un chico que no era ella. Quería llorar, puesto que en ese día lo vería. Vería a la persona que le había roto el corazón. Se miró al espejo, arreglando su cabello rosado con una coleta, parpadeó por un segundo, y se topó a una imagen diferente a ella. Gritó, estaba aterrada por lo que estaba viendo, estaba temblando.

—Pequeña Jeon Leia, ¿por qué estás asustada? –tenía una sonrisa.– Anoche escuché tus deseos. –fue lo que dijo para que Leia dejará de estar en ese estado, puesto que no sabia de lo que estaba hablando.– ¿Deseas que Seungcheol sea tu príncipe? ¿Verdad? Hagamos un trato, ¿Te parece?

—¿Que tipo de trato? –preguntó más tranquila.

—Te daré el amor de Choi Seungcheol, a cambio de que cuando sean marido y mujer, tengan su familia, tu primer hijo será mío, se casara con alguien de mí y tu reino me pertenecerá. –Leia no creía lo que estaba en frente de ella, no entendía porqué.

—No puedo...

—Entonces, Seungcheol y tú serán infelices para siempre, ¿eso es lo que quieres? –negó, su mente estaba a punto de traicionar a su reino, pero si quería ser feliz, lo haría.

—Lo haré, quiero que Choi Seungcheol se enamoré de mí.

Seungcheol había escuchado el grito que Leia había producido, corrió a su habitación pensando en que estaría en peligro, la puerta de su habitación estaba abierta, así asomó su cabeza por ahí encontrándose con un sujeto en el espejo que estaba en frente de Leia. Era alguien desconocido, parecía mas bien ser la ilusión.

—Entonces el trato está hecho, solo que hay una condición. –mencionó el sujeto en frente de ella– El hechizo se romperá cuando Choi Seungcheol se entere del hechizo, ¿entendido?

Seungcheol se sintió mareado por cierto tiempo, dio pasos para atrás, su cabeza dolía como tenía una idea, cerró los ojos soltando suspiros y que pudiera calmarse.

—Sí.

Es todo lo que escuchó para escuchar como algo se rompía, como si una cadena fue estirada provocando que se rompiera, y los pedazos cayeran al suelo. Tardó dos segundos en entender todo.

Lo que había provocado el dolor de cabeza, eran sus propios sentimientos siendo encerrados y remplazados por otros, pero fue liberado al instante. Despertando a la realidad, es que Leia lo había maldecido.

El Diario de Un ReyWhere stories live. Discover now