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Jimin no se había levantado del sofá en toda la mañana. La jornada en el bar había sido realmente pesada y para cuando llegaron a casa, las manecillas del reloj marcaban casi las 3 de la mañana.

Y mientras todos habían decidido salir al supermercado a hacer la despensa de la semana, Jimin prefirió quedarse en casa a "limpiar".

Jimin se dedicó a pasar la aspiradora por la sala de estar y después de eso, se desplomó muerto en el sofá.

Había dormido poco, pero él estaba acostumbrado, normalmente él soportaba desvelarse pero este día era diferente. Porque aunque hubiese pasado las últimas horas durmiendo en la oficina con Jin, aún le dolían los pies y deseaba dormir hasta la semana siguiente.

Escuchó el común ajetreo de su familia llegando, el sonido de las llaves y puerta cerrándose, pero Jimin solo agradecía que todos por fin estuvieran en casa.

Así podría dormir sin ser interrumpido cuando llegasen.

Quitó sus calcetines y los dejó caer en algún punto de la alfombra, subiendo sus pies para acurrucarse en sí mismo mientras veía a Jin y Yoongi hacer lo mismo en su sofá.

Jin se veía cansado pero extrañamente animado y con un pequeño beso lanzado con su mano, le saludó.

Yoongi le ayudó a acomodarse en el sofá y comenzó a acariciar el rostro de Jin, acunando sus mejillas y susurrando algo sobre sus abultados labios. SeokJin se sonrojó y robó un tierno beso de su pareja antes de estremecerse y convertirse en un esponjoso gatito color blanco en su regazo.

Yoongi bufó una risa y de inmediato le imitó, ajeno a la mirada enternecida que a Jimin les dedicaba.

Park suspiró y sintió sus ojos picar por ver la hermosa escena frente a él, su vista empañandose por ver la muy hinchada pancita de Jin extendiéndose sobre la suavidad del sillón.

Jimin quería sollozar por ver a Yoongi acurrucarse suavemente sobre él. Ronroneando bajo y restregando su cabecita en la barriguita de Jin como siempre lo hacía. Descansando sonre él y dejándose arrullar por el tierno latir de los corazones de sus bebés.

Jimin tragó su sollozo y nuevamente suspiró.

De pronto él quería abrazar algún cojín, aferrarse a algo y sollozar, pero todos los cojines de la sala estaban en el sillón de los Min, rodeandolos como un fuerte para proteger a Jin.

Y Jimin jamás le quitaría uno a su amigo por más deseo que tuviera de hacerlo en ese momento. Su amor por Jin era más grande que su impulso de robarle un cojín. Jimin jamás se atrevería a arrebatar una de las suaves nubes de algodón en las que el gatito blanco se acurrucaba dichoso.

Meow Meow (SuJin) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora