Capítulo seis

2 0 0
                                    

Pasé una noche horrible debida a las pesadillas que no dejaban de rodearme;cada vez que cerraba los ojos unos míseros instantes, volvían a aparecer.

Me levanté de la cama, y me puse una sudadera de cremallera para no entrar en frío.Me acerqué a la ventana, y admiré la caída de la lluvia.

-Las cuatro de la mañana y yo aquí...

-Pues no tendrías que estar despierta.

-No es mi culpa andar con pesadillas, Evan.

Bostecé.

-¿Y qué haces tú despierto?

-Estoy haciendo cosas, nada más.

-Vaya.

No volvió a decir nada más, por lo que yo aproveché para bajar a la cocina;me preparé un chocolate caliente, y debía de admitir que la casa se veía más que tétrica en la oscuridad.

Volví a subir, y una figura masculina en mi cama me provocó frenarme.

-Soy yo, tranquila.

-¡No aparezcas en mi cuarto de esa manera!

-No hables en mi cabeza y pararé.

Entré, y cerré la puerta lentamente.Dejé la taza en la mesilla de noche, y él bebió un poco.

-Es mi taza.

-Encima que vengo en la mitad de la madrugada y lloviendo.

-Apartate de mi cama porque la estás mojando.

Se apartó, y yo toqué por la superficie.Estaba mojada.

-Menos mal que ya no voy a dormir más.

-Pues deberías.Seguiremos entrenando, y necesitarás fuerza.

Me encogí de hombros, y me senté en la silla del escritorio.

-Cada vez que tengo pesadillas acabo así...osea que estoy curada de espanto.

Se quitó la sudadera, y le miré con la taza en las manos.

-¿Quieres ropa de recambio?

-Nah.

-Pues vas a pillar un resfriado.

-Qué más dará–Se apoyó en una pared.

Bebí un poco más.

-¿Quieres saber más cosas sobre los temas de Habladores y Agnestes?

Asentí, y volví a mirarle.Él se estiró.

-Verás Gin, todo esto empezó hace unos cincuenta años.Un Hablador se fue al prostíbulo de su barrio, y conoció a una muchacha pelirroja que le interesó.

-Vaya.

-Fueron a acostarse y los dos se dieron cuenta de que todo lo que hicieron:besarse, acariciarse, lamerse, morderse y acostarse era mucho más excitante y placentero que con una persona normal.

-¿Y eso?

-Nunca se ha entendido bien el por qué, pero ocurre.

Asentí seguidamente, y me acabé toda la taza.Cuando me miró no tardó demasiado en reír, y yo meneé la cabeza.

HabladoresOù les histoires vivent. Découvrez maintenant