DIECISEIS

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Anoche por teléfono pasamos la mayor parte del tiempo discutiendo sobre el día de hoy, me di cuenta de que los tres éramos muy tercos y obstinados, también llegamos a la conclusión de que en eso éramos iguales, probablemente lo único que teníamos en común.

Cuando estuve lista, le dejé comida a mi gato y con discreción miré a JJ dormir en su habitación. Las cosas seguían igual entre nosotros. Tomé una nota y le escribí que estaría con Zack. Al escuchar el claxon, agarré mi bolso y salí de la casa, estaba un poco nublado, en el patio había lodo y soplaba una brisa fresca.

—Buenos días nena—Zack tenía medio cuerpo fuera de la ventana.

—Cállate, es temprano para estar gritando.

Samuel salió y se apresuró a abrirme la puerta. Me saludó con una pequeña sonrisa.

—Bienvenida al tren de la diversión nena, con el capitán Zack y Samuel el asistente.

—Pensé que tú eras el asistente—protestó Sam tras sentarse al volante.

—¿Crees que esta cara tan sensual nació para ser de la prole?

Empezamos el viaje con la discusión de Samuel y Zack, yo solo reía. Una hora después estábamos subiendo por un camino hecho en piedra, bordeado de árboles. Estábamos rodeados de la naturaleza, bajé el cristal para sentir la brisa fresca, el cielo seguía nublado pero no amenazaba con lluvia. Cuando Samuel se estacionó me bajé en seguida para que ni siquiera intentara abrirme la puerta. Zack nos guió hacia una pequeña casa campestre. Todo parecía de tiempos antiguos, el piso era de madera y crujía a nuestro paso.

—Estoy emocionado de que conozcan a mi madre—Zack salió corriendo con la emoción de un niño a punto de abrir sus obsequios.

—A veces lo veo como un hermanito menor—dijo Samuel.

—No puedo creer que yo sea la normal del grupo.

Zack regresó con una mujer menuda y de baja estatura. Venían tomados de las manos, ella llegaba apenas al pecho de Zack.

—Ellos son Sam y Braden—Zack hizo unas señas que eran extrañas para mí—, chicos ella es Rosa, mi madre.

La señora se acercó a nosotros y le hizo señas a Zack. En ese instante comprendí, la madre de Zack era sordomuda.

—Está encantada de conocerlos—nos dijo Zack—, dice que son bienvenidos.

—Es un placer estar aquí Rosa—dijo Samuel y Zack le habló en señas.

Un sentimiento de ternura me invadió al ver a Zack con su madre, ellas nos preparó chocolate caliente y galletas mientras Zack nos contaba cómo fue su infancia en aquel lugar. El padre de Zack era extranjero, regresó a su país de origen y nunca se ocupó de su hijo. Rosa se hizo cargo de Zack, trabajó mucho a pesar de su limitación para salir adelante. Ellos nos contaron también, que Zack se fue a vivir a la ciudad con una tía a los catorce años, en una tienda lo vieron y ofrecieron pagarle muy bien a cambio de que luciera ropa juvenil para la publicidad. Desde ese entonces Zack se dedicó a ser modelo de ropa masculina.

Romeo, no soy tu JulietaWhere stories live. Discover now