Mal augurio

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-Oh viejo, no sabes cuanto extrañaba una buena cerveza -Barney tomó un sorbo grande-, compraré más para hacer carnes como se debe.

-¿Ahora eres un chef? -Rió Gordon afónico-, siempre vas cambiando. No te entiendo, o sea, como antes querías hacer un libro sobre aliens, ahora quieres ser chef ¿Despues qué? ¿Pintor? Si sigues así, no vas a hacer más que fracasar brutalmente.

-¿Ah sí? Te apuesto una cerveza a que en realidad yo soy habilidoso y no un idiota -Barney hizo un ademán-, además, tengo a la chica más maravillosa del mundo como novia, ¿Qué no podría hacer con ella a mi lado?

-No lo entiendes -Carraspeó- demonios, tengo que ir a la enfermería, me duele mucho la garganta.

-Deberías haberlo hecho antes, así que ya sabes que hacer -Barney arqueó una ceja vacilando.

-Ugh, ya -Gordon dio un sorbo de la cerveza para poder hablar-. El caballero Barney de Black Mesa oriundo de Seattle tenía razón ¿Feliz?

-Sí -Barney intentaba contener las carcajadas-, ¡Me encanta hacer estás tonterías!

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-Sí -Barney intentaba contener las carcajadas-, ¡Me encanta hacer estás tonterías!

-Ya, para. Estás haciendo el ridículo. Además, ya son las diez y media, deberiamos ir a nuestros cuartos -Dijo irritado-. Después del experimento de mañana iré a verme la garganta.

-Hombre, sí, ya estás muy afónico, y no es que tengamos catorce años exactamente para tener afonía sin un buen catarro -Terminó su bebida Barney-. Además creo que me trasladan a otro lado. Un día en Blue Shift y ya me cambian del sector C ¡Jo! Yo que quería ver el experimento.

-Buena suerte, entonces. Lo malo de ese experimento es que van a sobre-esforzar las máquinas. No estoy muy seguro de si...

-Tú tranquilo, no va a pasar nada, ¡Ya lo han hecho antes! ¿Por qué debería pasar algo ahora? -Gordon se desánimo-, Gordon, no es para ponerte así. Mañana será otro día, vamos a pagar.

Ambos se levantaron de la mesa, pagaron y salieron de la zona de descanso. Gordon tenía un mal presentimiento, pero era su trabajo. Si quería ser un científico definitivo en Black mesa, tenía que hacer experimentos.

-Despues de esto, voy a tomar agua como un loco -Le comentó su amigo-. Ah, mira, mi tranvía está aquí. Buenas noches Gordon.

Gordon se despidió con la mano. Luego de unos minutos pasó su tranvía, que iba en sentido contrario al de Barney. Hacia lo más profundo de Black mesa. Por algún motivo se sentía muy cansado, y el dolor de garganta era espantoso. Se subió al tranvía y se sentó extrañado. Aún así, le sorprendía como todo estaba conectado. Las grandes puertas se abrían, subía para ascender a los dormitorios del nivel 3. Tenía que dar unas cuantas vueltas antes de llegar a su querida habitación. Graciosamente, nadie cuidaba de los dormitorios, así que Gordon bajo despreocupado del hecho que cada vez que bajaba, revisaban su tarjeta de identificación. Se adentró a los pasillos de aquel semi-conservatorio. Tras dar unas vueltas por aquí y por allá, llegó a su habitación. Sacó las llaves de su bolsillo y entró a su dormitorio, la cual era humilde pero acogedora.

Se sentía cansado. Tuvo que usar su traje HEV todo el día y correr como loco por todo el sector C. Había llegado algo tarde y tenía que hacer sus labores rápidamente. Gordon se quitó la bata, desamarró su corbata y lanzó lejos su camisa. Hizo un estiramiento que le ayudó a recobrar el ánimo. Lo malo de usar el traje HEV por un prolongado tiempo, es que luego te sientes muy ligero y eres algo torpe con los movimientos que haces, y eso le pasaba a Gordon. Fue al baño y se miró al espejo.

-Dios, me veo terrible -Dijo en un hilo de voz-, espero no ser la burla mañana. Este sitio es como la secundaria, ugh.

Se lavó la cara y tomó su cepillo de dientes. Se le adormecieron las manos. Gordon intentó hacer que la sangre fluya pero esa sensación no se iba. El hormigueo continuó con sus pies y empezó a sentirse agitado. Luego sus brazos, piernas, casi todo su cuerpo ya no lo podía sentir.

 Luego sus brazos, piernas, casi todo su cuerpo ya no lo podía sentir

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-¿Qué demonios?... -Dijo en un hilo de voz- no siento.. Mi...

Su voz se entrecortó. La afonía lo dejó sin voz. Agitó la cabeza recuperando el control de su cuerpo. Intentó hablar, pero no podía. Suspiró, y se dio cuenta de que sólo podia hacer sonidos guturales. Finalmente, decidió lavarse los dientes, e irse a dormir. Sus compañeros de trabajo entenderían su situación o eso es lo que esperaba, al menos. Apagó las luces, dejó sus lentes de lado y se acomodó para dormir.

Al cerrar los ojos, se quedó completamente dormido. Últimamente había estado soñando cosas peculiares. Demasiado extrañas como para ser de su subconsciente. Mataba soldados, veía un extraño mundo, portales aparecían en frente de él. Era descabellado, y por culpa de estos sueños Gordon empezó a quedarse en ese mundo onírico y llegar a su puesto de trabajo tarde.

Esta vez fue distinto. Ruby estaba en sus brazos, abrazandolo mientras le susurraba unas cosas. La pequeña se separó de sus brazos sonriendo. Tomó las manos de Gordon y desapareció tras sicear algo. Sus manos se llenaron de sangre, y su entorno se volvió radiante. Una figura apareció delante suya. Llevaba un traje y un maletín según su sombra.

Gordon despertó sudando en frío. Jadeó y pensó en su hermana pequeña. Le había tomado mucho cariño a pesar de que la conocía de hace tan poco. El sueño le hizo dar escalofríos. Intentó pensar otra cosa mientras consiliaba el sueño. Sin saber que hora era, decidió dormir.

Gordon estaba mirando las estrellas, cuando escuchó un estruendo atrás suyo. No estaba en su planeta, estaba en el vacío del espacio, flotando como una basura espacial. Ese estruendo provenía de su planeta, y vio como un aura verde y roja empeza a rodear a la Tierra. De pronto, a su lado vio naves descomunales dirigiéndose hacia el escándalo. Eran criaturas vivas con partes mecánicas, obligadas a olvidar lo que alguna vez fueron. Llevaban luces, antenas, cables a lo largo de su cuerpo maltratado por las soldaduras. Era extraño y singular. Una gran mano, huesuda y pálida, apuntó hacia la tierra. Las astronaves se miraron entre si y obedecieron a ese ente.

 Las astronaves se miraron entre si y obedecieron a ese ente

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El doctor Freeman despertó repentinamente. Pensó en lo ridículo que era ese sueño ¿Sonido en el espacio? ¿Qué clase de físico soñaría tal cosa errada? Pues él. Miró la hora; estaba atrasado, otra vez. El doctor Keller lo iba a reprochar otra vez, haciendo el mismo sermón que el día anterior. Se vistió fugazmente y salio a la espera de su tranvía. Se sentía ansioso y sus extremidades poco a poco iban dejando de responderle. Así dejó de tener control de su cuerpo sin darse cuenta si quiera. Sin saberlo, perdería todo rastro de su personalidad a partir de eso. Bueno, en realidad, él simplemente era un peón de muchos otros.

La historia del científico | Half Life |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora