Capítulo 8: El juego de las cinco preguntas.

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Capítulo Ocho: El juego de las cinco preguntas.

       Dewey se estremeció. Aquel fuerte sonido había sonado como un fuerte impacto propio de un auto contra un árbol o algo, y que como consecuencia había terminado incendiándose hasta explotar. Ese debió de ser Launchpad estrellándose otra vez… inquirió el joven, esperando no preocuparse demasiado y que sus pensamientos fuesen ciertos antes de escuchar la indicación de su madre para que entraran. Definitivamente fue Launchpad estrellándose otra vez. 
       Tenía que serlo, no había nada ni nadie más que ocasionara un accidente que sonara de esa forma.

    — Vamos Dewey— su madre lo llamó dulcemente al ver que había bajado el paso. Dewey respondió a su madre de forma vivaz, apresurándose para alcanzarla a ella y a su tía mientras se dirigían a la entrada de la mansión. En cuanto estuvieron lo suficientemente cerca, el joven pato arrugó la cara olfateando el hedor a humo y a cenizas sobrevolando el aire, por lo que tosió un poco cubriéndose la boca con su mano libre. Su corazón se achicó cuando escuchó a su madre toser también, interrumpiendo así la pequeña charla que había estado sosteniendo con Daisy.

    — ¡Mamá!— la inesperada voz de su hermano menor provocó que Dewey se incorpora velozmente,viendo cómo su madre abrazaba fuertemente a su hermano y lo besaba en las mejillas a pesar de las quejas que Louie estaba emitiendo. Él sonrió quedándose quieto en su sitio, contemplando el pequeño momento madre e hijo. Su tía se mantuvo a su lado también, sumida en el silencio —. Hola, Tía Daisy— saludó el joven pato, alzando la mano a duras penas hacía la otra adulta mientras seguía atrapado en el abrazo de su madre.

       — Lou, querido— ella respondió sonriendo. Y como si aquel saludo fuera una señal, ella rápidamente se encargó de tomar las bolsas de su cuñada y pasar juntos ellos, yendo al interior de la mansión. Dewey se apresuró en seguirla, pero no sin antes intercambiar una mirada divertida con su hermano, cuando este empezó a devolverle el abrazo a su madre, ahora que no había nadie más aparte de ellos —. Puedes darme las bolsas cariño, yo voy a llevarlas a la cocina— Daisy señaló cuando ambos atravesaron el vestíbulo, tendiendo su mano en dirección al joven. Dewey miró su mano meditando sobre si darle la bolsa o negarse pero terminó aceptando cuando escuchó las voces de su hermano y su mejor amiga provenir de la sala de al lado —. Gracias— su tía instó antes de desaparecer por la puerta que daba hacía la cocina.

       Dewey permaneció allí en su sitio, escuchando la voz de su mejor amiga resonar alegremente por los grandes pasillos de la mansión, tan vivaz y llena de júbilo como siempre. Me pregunto qué estarán haciendo ella y Huey en este momento, ¿Debería ir a ver? pensó dando un par de pasos hacía aquella dirección. Se detuvo tan pronto como escuchó de nuevo la voz de Huey contestándole entre carcajadas a Webby. Tal vez no debería hacerlo. Se detuvo, incapaz de interferir con el tiempo compartido que su hermano mayor estaba teniendo con su mejor amiga. Pocas veces había escuchado reír a su hermano de aquella forma, tan natural y despreocupada. Una sonrisa apareció en su rostro un momento, dándose cuenta de que estaba feliz de que su hermano y su amiga estuvieran pasando un buen momento juntos.

       Entonces aquella alegría que había comenzado a sentir se dispersó dando lugar a un veloz sentimiento de miedo. Ocasionado por un frío toque en su hombro —. ¿Me ayudas a ayudar a Launchpad con el desastre que ocasionó?— Louie preguntó sin mostrar reacción alguna por el susto que le había ocasionado a su hermano mayor. Detrás de él Della se asomó y pasó al lado de ambos, yendo a la cocina a buscar a su tía y probablemente a su tío también.

Un asunto Vanderquack - VERSIÓN ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora