8. La confesión

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La confesión

(Marcus)

Nervioso, me puse en pie y me alejé del sofá.

–No sé quién es—mentí nuevamente. Fui hacia el ventanal, lo abrí y salí al balcón. Necesitaba aire fresco. Necesitaba salir de esa incómoda situación como fuera.

–Mientes. Me has llamado por ese nombre varias veces, pero yo he fingido indiferencia. En la fiesta, cuando te conocí, me llamaste Sean. Y en otras ocasiones. Sobre todo cuando nos hemos acostado... ¿Es tu ex?

Shun no se rendía. Quería esa información a toda costa.

Le escuché coger sus zapatillas deportivas. Se las puso y poco después salió al balcón conmigo.

–No es mi ex—admití con la mirada perdida en la extensión de luces de la ciudad.

Sus ojos no se apartaban de mí rostro.

Me sentía en un aprieto.

–¿Entonces?¿Alguien a quien me parezco mucho?¿Un amigo tuyo?¿Un amor no correspondido?

–¿De verdad quieres saberlo? –pregunté interrumpiendo su soliloquio. Mis manos se asieron con fuerza al barandal. Quizás había llegado el momento de destapar toda la verdad. Si quería que Sean volviera, solamente Shun tenía la capacidad de convencer a su madre.

Ahora sólo faltaba que Shun me creyera.

Le contemplé por fin. Se había quedado inmóvil, a pocos pasos de mi. Escuchaba los rápidos latidos de su corazón aún con los incesantes ruidos de la calle.

–Sean eres tú.

Su gesto cambió. De un modo apenas perceptible, pero lo veía con claridad. Era de completa incredulidad.

–¿Qué estás diciendo? –cuestionó cuando por fin pudo hablar.

–Que Sean eres tú. Tú eres mi novio. Sean. El amor de mi vida. Eres tú. Solo que no lo recuerdas.

Nunca me había expresado con tanta seguridad y firmeza. Incluso parecía ser otra persona la que hablaba por mí boca.

Dio un par de pasos hacia atrás. Intentando alejarse de mí en esta ocasión.

–No sabes lo que dices.

–Sí lo sé. Perfectamente. Eres Sean. Por eso fui a tú fiesta de cumpleaños. Quería sacarte de allí porque creíamos que tu madre te había secuestrado. Sin embargo, descubrimos que te había alterado los recuerdos. Nos había sacado de tú cabeza.

Su semblante cambiaba cada vez más. De la sorpresa había pasado al desconcierto más absoluto. Incluso pánico. Pero yo no podía dejar de hablar.

Mientras hablaba, mis pies me arrastraban hacia su cuerpo, pero él aumentaba la distancia. Pronto volvimos a estar dentro del salón.

–Mi madre nunca me haría eso, Marcus—dijo afligido.

–Lo hizo. Puede hacerlo, y lo hizo—recalqué.

–Sé que no te cae bien, pero acusarla de tal cosa...

–¡Es la verdad!

Vi como su cuerpo entero se sobresaltó por mi inesperado grito. Me dio completamente igual. Me acerqué más a él, y le sujeté por los hombros, conteniéndome para no zarandearlo.

Mis pupilas se reflejaban en las suyas. Apenas parpadeaba por el asombro.

–Eres Sean Láng. Mi novio. Tus mejores amigos se llaman Ben y David. John, Zoe, Josh y Natalie también son muy importantes para ti. Tu padre, Wei Láng, está vivo. Reside en esta ciudad, en una mansión llena de gente. Los conoces a todos, y los aprecias. Éste es nuestro apartamento. Vivimos juntos desde que nos conocimos. Tú me ayudaste a encontrar al que me convirtió en vampiro. Me ayudaste a superar el dolor por la traición de mi hermano. Me curaste el alma y el corazón. Sean, tú me devolviste a la vida.

Colmillos Rotos (Slash//Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora