Capítulo 34

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Los diálogos en cursiva están en ruso

Anteriormente...

—Tenemos tu traje, Natasha —dijo Melinda.

—Bien, os vemos en el punto de extracción.

No me dio tiempo a decir nada más. Un grupo de tres clones de Wanda nos cortó el paso.

—Mierda. 



—¿Cómo de agresiva es Wanda? —murmuró Yelena, agarrando con fuerza su arma y colocando el cuerpo en posición de ataque.

—Digamos que si le haces madrugar podría arrancarte los ojos de cuajo... —despacio me coloqué delante de Yelena, haciendo de escudo humano entre ella y nuestras enemigas. Los clones se miraron entre ellos y sonrieron antes de empezar a avanzar hacia nosotras.

—¿Qué haces? Quítate de ahí —gruñó Yelena.

—¿Quieres que te maten? No estás en condiciones de pelear contra clones de la Gema del Poder —disparé al Wandiclon central en ambos ojos, dejándola ciega momentáneamente. Sabía que no tenía mucho que hacer con la metralleta, sobre todo teniendo en cuenta que ellas estaban hechas de material antibalas, pero necesitaba ganar todo el tiempo posible para sacar a Yelena de la ecuación.

—¿Y qué hay de ti? ¡Prácticamente no puedes caminar? —nos empujó a ambas tras una esquina justo un momento antes de que los clones convirtiesen sus brazos en armas y empezasen a disparar.

—Yo no cargo con una vida en mi vientre —gruñí, girándome a mirarla.

—Cargas con la tuya, que ya es más que suficiente.

Los clones dejaron de disparar y me atreví a sacar la cabeza para observar. Se acercaban por el pasillo, cerrando la distancia más y más. La Wandiclon a la que había dejado ciega parecía avanzar dejándose guiar por el oído. Bien, ese sería el clon del que primero debería de deshacerme.

Sin traje, semidesnuda, con la espalda abierta a latigazos y con tan solo una ametralladora. Perfecto, iba a salir todo de maravilla.

—¿Cómo van los refuerzos? —pregunté por el intercomunicador?

—Dos minutos —contestó Clint.

No tenemos dos minutos.

Miré a Yelena y le arranqué de las manos el arma.

—Ni se te ocurra sacar un solo pelo de detrás de esta columna —no le di tiempo a que articulase palabra alguna—. En cuanto las tenga distraídas quiero que salgas de aquí.

—Estás loca.

—No te lo estoy ofreciendo. Es una orden.

La miré por última vez antes de salir al desamparo del pasillo. Comencé a disparar con ambas armas, hasta llegar a un armario que se encontraba en la pared contraria. Era de metal, por lo que no aguantaría mucho, pero sí lo suficiente para lanzar un segundo ataque.

Me agaché y recé por que las balas no atravesasen el armario.

Justo cuando comenzaron a disparar me lancé por el suelo y aterricé en sus pies. Disparé a la cabeza del clon ciego, dejándolo lo suficiente desorientado como para que no me causase problemas y le hice la zancadilla a otra de las Wandas, desestabilizándola lo suficiente como para alzarme y saltar sobre su espalda.

Guerra y pasión || RomanogersWhere stories live. Discover now