Capítulo XXIII: Barat

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Asaf


Bien.

Esto es un sueño.

Por supuesto, que lo sé.

Estoy en el interior de un pozo de agua, descalzo. El líquido llega hasta mis rodillas y lo único que puedo divisar la luz de la luna que se postra de a poco en el pozo como si de un eclipse se tratara.

Empiezo mi escape.

Busco piezas sobresalidas del muro para intentar escalar, pero solo hay una.

No hay forma de salir.

La humedad de mis rodillas pasa de pronto a mis caderas.

El agua en un parpadeo avanza o ¿acaso estoy perdido en el tiempo?

Es solo un sueño.

Sí, es solo eso.

Cierro mis ojos. Me relajo. Todo lo que pase aquí no me afecta. Todo lo que pasa aquí no me afecta. Todo lo que pasa aquí no me afecta...

Entonces, ¿por qué siento el agua tan viva en mí?

Ahora es mi pecho el que se encuentra húmedo.

—Todo lo que pasa aquí no me afecta —susurro.

—¿Seguro?

Abro mis ojos de inmediato. Miro hacia mis lados y luego fijo mi mirada hacia arriba. No estoy solo. Unos enormes cuernos sobresalen en el borde del pozo. No me quiere dar su rostro quien se encuentra arriba.

—¿Quién eres? —cuestiono.

—Soy Barat. —Su voz es irreconocible para mí, pero definitivamente es un demonio.

—¿Qué clase de demonio eres? —Me las ingenio para sonar cordial.

El agua sigue ascendiendo.

Mi cuello está cubierto.

De pronto, como si de una invitación se tratara el deja exponer sus garras en el borde del pozo. Las deja danzar como si tocara una melodía en un piano.

Juega conmigo.

Tal vez el nombre que me acaba de decir no sea real.

—¿Quién crees que sea? —dice con suspicacia— ¿Dónde crees que estás, Asaf?

Eres un demonio de los sueños —suelto antes de que mi boca sea cubierta por el agua.

Me pongo de puntillas para tratar de obtener aire. Estiro mi cuello para lograrlo. Sin demora, expulso el agua que se coloca en mi boca.

Al escupir, la sensación que trae con el agua desaparece. Es otro líquido que expulso. El olor cubre todo el lugar. Su pesadez juega con mi cuerpo.

Entonces, lo sé. Lo entiendo. Lo que ahora me rodea ya no es agua, es sangre.

—¿No quieres ayuda? —Lo escucho en mi intento desesperado de tomar una bocanada de aire antes de que la sangre cubra todo de mí.

—¡Sí! —grito, a la vez que absorbo aire.

Cierro mis ojos.

No puedo respirar.

Estoy cubierto.

No sé cuánto tiempo podré soportar.

Pataleo.

Escucho una risa malévola.

Demonios de Día © - [Serie pesadillas] [Libro #2]Where stories live. Discover now