El misterio de Clarksville

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Día 90. Mike se despierta sobresaltado a las 5:30 de la madrugada debido al escándalo montado por el reverendo Milfred, el cual se encuentra en la avenida principal gritando desgarradamente, como hacía siempre que se aproximaban al día de los seleccionados. -¡¡Pecadores!! ¡¡¡¡Por ustedes todos iremos mañana al infierno!!!! -Deberían haber cambiado su conducta hace mucho, llevamos demasiado tiempo en la depravación y nadie hace nada. - ¡Malditos bastardos! Se escuchan alaridos de protesta de los vecinos, que igual que Mike, se encuentran aún adormecidos a horas tan prontas de la mañana.

Eventualmente se cansará en un rato -piensa Mike, e intenta no prestarle más atención, con el propósito de dormirse de nuevo. Desgraciadamente no logra conciliar el sueño y permanece observando el parsimonioso amanecer. El cielo se encuentra arropado con nubes que aportan una llovizna débil y constante, dónde las gotas producen un golpeteo suave sobre las hojas que constituyen el hogar de Mike, para luego resbalar por ellas y caerse de la casa en altura al suelo, formando pequeños charcos de agua.

El sol se revela lánguidamente entre las nubes, aportando el calor suficiente para evaporizar las pequeñas gotas que se hallan reposadas en la dermis de Mike, erizándole ligeramente la piel y llevándole a un recuerdo lejano, en el cual se encuentra rodeado de su abuela Ann y del abuelo en un caluroso día de verano, pero esto ya no importaba, las bestias se habían llevado a su abuela y mañana volverían a llevarse a muchos otros inocentes.

Su flujo de pensamiento se detiene al percibir el suave y apacible canto de su vecina Angelica, inmediatamente investiga de dónde viene exactamente el sonido. Angelica se encuentra en la cabaña de en frente, de espaldas a él, y Mike no puede dejar de admirar la forma de su silueta. Angelica percibe la punzante mirada de Mike y se gira hacía él. Mike se sonroja más de lo habitual y se dispone a girarse cuando Angelica le pregunta: ¿Crees que mañana van a venir las bestias a buscarnos?

-No lo sé. - le contesta Mike, percatándose que es una respuesta demasiado escueta, por lo que añade: -El día de los seleccionados por las bestias suele ser cada 91 días, pero según mi abuelo podrían retrasarse unos días o incluso venir hoy a la noche.

La conversación es escuchada por Edmund, un sujeto mayor que vive a la derecha de Angelica. Es un hombre serio y solitario, que parecía haber perdido toda ilusión por la vida, al igual que Ann, su mujer fue seleccionada por las bestias 3 ciclos atrás. -¡¡Claro que las bestias vendrán mañana!! -¡Todo esto es culpa de los negros del otro lado del muro, nos usurparon nuestro hogar seguro!

Clarksville se encontraba dividida en dos mediante un muro, que los separaba de la población negra existente. Este muro llevaba allí desde el origen de los tiempos. Se murmuraba que en el otro lado del muro no iban las bestias, o por lo menos no con tanta frecuencia. Por este motivo, una gran parte del vecindario de Mike coincidían con la opinión de Edmund, y por lo consecuente dieron alaridos de aprobación.

Mike recopila mentalmente toda la información de la que dispone sobre el día de los seleccionados. Sabe que suele producirse cada 91 días, o como decían los habitantes de Clarksville "cada ciclo libre de bestias dura 91 días", además, las bestias suelen elegir a los sujetos más mayores, pero no siempre tenía que ser así. En el pueblo rondaban algunas leyendas e historietas de lo que pasaba con los sujetos seleccionados. La narrativa más famosa es la historia del señor Heinz que fue seleccionado 20 ciclos atrás y pudo hacer llegar las extremas torturas que sufrió al pueblo. Esta leyenda constituye actualmente la principal historia que se narra en las noches de verano para asustar a los jóvenes, en la que se cuenta que a los sujetos seleccionados se les arranca la piel a tiras y posteriormente se desmiembran por completo para convertirse en berberecho de las bestias. Mike no creía en semejantes cuentos para niños. Cada miembro de la comunidad manejaba el miedo a las bestias a su manera, para Milfred todo era culpa de la falta de religiosidad de Clarksville, para los habitantes más mayores los culpables eran los negros del otro lado del muro y para Mike era simple, no podía hacer nada para evitarlo, más valía aprovechar el tiempo que tenía y no pensar en cuentos espantosos.

Súbitamente se escuchan pasos robustos que pisotean el suelo de forma rítmica y que incrementan su intensidad a medida que se aproximan a Clarksville. Todos callan. Las bestias vienen. Ahora comenzaba todo de nuevo. Los habitantes se esconden en la medida de sus posibilidades para no ser seleccionados. Era el segundo ciclo para Mike, y por lo tanto ya conocía lo que iba a suceder. Mike mira a Angelica en modo de despedida, es una de estas miradas en las que no hace falta decir nada por qué los dos entienden lo que significa sin que hagan falta palabras, es un adiós (o un hasta luego si están de suerte).

Mike es capaz de ver que a aproximadamente un kilómetro de distancia se hayan caminado hacia Clarksville un grupo de 9 bestias. Estas criaturas son 30 veces más grandes que él, cosa que provoca que se acerquen a un paso lánguido, aun así, perseverante. Además de ser extremadamente voluminosos, poseen un cuerpo deformado, sostenido por dos miembros que les permiten desplazarse, no como los habitantes de Clarksville que se ven obligados a estar fijos en un lugar, ya que no tienen un sistema locomotor que les permita trasladarse. Ahora se hallan a 500 metros y Mike es capaz de distinguirlos de forma más nítida, cosa que le provoca un escalofrío que le recorre todo el cuerpo. El corazón le palpita tan fuerte que repara en que el ritmo de bombeo de éste coincide con el paso de las bestias, que llegarán a Clarksville antes de lo que dura el preludio de una composición musical.

Se escucha el llanto repleto de angustia por un niño pequeño, a lo que su madre, con intención de tranquilizarlo, empieza a cantar una nana. A medida que las bestias se acercan a Clarksville más habitantes se unen al cántico. Han pasado muchas horas des de que Mike está desvelado, por lo que ya está oscureciendo y como respuesta las luces del pueblo se prenden.

Si un observador externo contemplara la escena desde un plano picado distinguiría un fondo negro sobre el cual se sitúa una masa de luces de la que proviene una melodía repleta a la vez de esperanza y de terror. Esperanza de que las bestias no puedan llegar a Clarksville y terror porque todos los habitantes saben que los monstruos llegarán de todas formas.

Mike siente como el miedo asciende por su garganta, de forma paralela se reproducen en su cabeza imágenes del ciclo anterior, cosa que no hace más que aseverar su angustia. Las bestias sostienen unas bolsas, en las que introducen a los seleccionados. Cientos de habitantes son arrancados de sus casas dejando únicamente el llanto de sus familiares. Una de las bestias se aproxima a casa de Angelica observando, con sus dientes asimétricos y amarillentos a cada uno de los miembros de su familia. Tras 5 minutos dilatados y sosegados finalmente pasa de largo y se dirige a casa de Mike, todos suspenden su respiración. Mike, a través del rabillo del ojo, ve como si fuera en cámara lenta cómo la bestia alarga su brazo y aprieta con vehemencia al abuelo de Mike y posteriormente le arranca de la casa con fuerza. En la retina de Mike queda gravada la cara de angustia de su abuelo e intenta gritar, pero no es capaz de realizar ningún sonido, el silencio vocal de Mike acompaña el sollozo común de la población restante de Clarksville.

Un ciclo más ha llegado a su fin. La población de Clarksville debe recuperarse y reconstruirse a través de los pedazos que quedaron, hasta la siguiente visita de las bestias. Éstas se van alejando de Clarcksville a paso satisfecho, agarrando sus bolsas con determinación y vociferando energéticamente entre ellas.

- ¡Esta vez hemos tenido mucha suerte, chicos! - dijo una de las bestias-. La cosecha de tomates ha sido más generosa que la de hace 3 meses. Las demás bestias dieron gruñidos de afirmación, y la que parecía ser la bestia más decana añadió: -Deberíamos ir a mirar al otro lado del muro para colmar los sacos con las berenjenas más maduras. 

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