8. Líneas e intersecciones

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Arthur partió antes de que ella despertara. Se alegró de que no la hubiese despertado para despedirse. Seguro habría llorado patéticamente y lo hubiera hecho retrasarse o faltar. Arthur era capaz de comprometer su estabilidad laboral por ella.Los viernes en la universidad siempre eran una mezcla entre flojos y ocupados. Los alumnos hacían el mínimo esfuerzo, solo ansiando comenzar su fin de semana, pero los profesores apuraban trabajo para no dejar demasiadas cosas pendientes para el lunes.

Amelia estaba en el medio de ambas cosas, alumna de postgrado, profesora de pregrado. No quería dejar pendientes, pero tampoco tenía nada que ansiar el fin de semana, con Arthur lejos y con esa distancia emocional que se estaba creando. Se quedó consumiendo su mente y tiempo en la oficina, escribiendo, adelantando material para sus clases, sin medir el hambre, el cansancio ni el dolor que sentía cada vez que pensaba en su relación, en cómo todo este dolor de cabeza se lo había causado ella misma.

¿Vienes a tomarte algo con nosotros?, invitó Antonio, su compañera asomándose por el resquicio de la puerta. Amelia miró el reloj. De alguna forma llevaba casi doce horas en la universidad. El trabajo resultó un excelente refugio para un corazón trizado como el suyo.

Quiero ahogarme en margaritas, de hecho; confesó ella cerrando su laptop de forma abrupta y yendo a coger su bolso. Se encaminaron con el resto de los compañeros a un bar estilo tex mex donde normalmente se llenaban de nachos y cantidades exhorbitantes de tequila. Antonio le contó los avances que estaba teniendo con el Italiano que cocinaba en la cafetería de la universidad, Amelia escuchó atentamente evaluando. Antonio es gay, es monógamo generalmente, en ocasiones de su pasado no quiso vínculos emocionales y también estuvo en grindr; eso no lo hace menos confiable. Eso no hace que el centro de su vida sea acostarse con muchos tipos ni tampoco lo es su estrategia de conquista con el chico de la cafetería. Antonio también es un entusiasta de los juegos de mesas y un investigador tesista doctoral. No obstante nada de eso por separado dice quién es.

No soy mi conflicto sentimental, no soy solo una psicóloga, no soy solo la novia de Arthur, no soy solo una fashionista. Amelia se repetía mentalmente. No debo definirme por este instante ni lo que siento ahora. Mi vida no son mis sentimientos... quiero un tequila.

Un margarita y hablemos de cómo seducir al italiano de forma más efectiva. Otro margarita y cantemos una canción de Cindy Lauper, solo quiero divertirme, solo quiero divertirme. Un shot de mezcal, dos quesadillas. Es muy difícil bailar estando borracha, pero Antonio al menos no se enoja por los pisotones. Se enojará mucho si me pongo a llorar ahora... quiero vomitar.

Se tambalea hasta el baño, su vestido no es ancho ni sus tacones muy grandes, pero igual camina con cuidado. No caer, no ensuciarse. Si estuviera con una amiga, si le hubiese contado de sus problemas a alguien, probablemente alguien le habría quitado el celular para advertirle que era una pésima idea estar emocionalmente vulnerable y llamar a Arthur estando borracha, en especial cuando él estaba lejos.

¿Amelia?, su voz se escuchaba extrañada. Tal vez ella debió hacer algo normal, como saludarlo luego de que él contestara.

¿Quién más podría ser? ¿Esperabas otra llamada?, arrastró sus sílabas ellas. Seguro el aliento alcohólico viajaba junto con su voz por esa línea telefónica.

¡Por dios!, dime que estás con Alice y Mónica...

¿No?, contestó ella divertida.

¿Estás con Antonio?, preguntó él nuevamente intentando asegurarse de que ella estuviese bien, acompañada y segura, que no hubiese tomado demasiado sola. Eso ella suponía y por eso no le dio en el gusto.

La economía sin escasez (UKUS- USUK)Where stories live. Discover now