capitulo único

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Los gritos estridentes en la madriguera le ponían los pelos de punta a un muy enfurruñado Draco, quién con reprobación, veía la ropa sucia de su pequeño, incapaz de mantenerse limpio por más de una hora. Igual de revoltoso que su padre.

—Hola Jimmie. ¿Quieres más pastel precioso?—el pequeño asintió frenéticamente.
Draco gruño inconforme. Mamá comadreja sirvió otro gran pedazo de torta para Charlus, bajo la asesina mirada de su Papi.

—Relajate Draco, deja que Molly lo consienta.

—Su nombre es Charlus madame Weasley.—murmuro con los dientes apretados, ignorando por completo a Harry. Pero la matriarca hizo caso omiso, dandole además una gran mamila de leche con chocolate a un muy feliz Potter.—por algo lo hemos llamado de esa manera... Dile Potter.

Un silencio se instalo en la cocina, y todos los pares de ojos presentes miraron fijamente a un sonrojado azabache.—b-ue-bueno...

El rubio solo rodó los ojos. Dió dos grandes zancadas hacia el rubio más pequeño, y sin pensarlo dos veces le arrebató el plato con el gran trozo de pastel. Inmediatamente, Charlus comenzó a llorar desesperado.
—¡Mami!, ¡Mami!. ¡Astel!, ¡Jimmie astel!—sus lloriqueos solo hicieron ponerlo aún más de malas.
Con un pase de varita desapareció el plato, y con las mejillas rojas, Draco tomo a Charlus, quién ya había comenzado a patalear. Un típico Malfoy sin dudas.

—Draco, creo que deberías calmarte, solo es un apodo...—intervino la siempre entrometida Granger, quién ahora era una Weasley más.

—¡Pues no me importa!—debatio. Después de aplicarle un hechizo de limpieza rápida a su hijo, camino hacia la sala, atravesando la cocina con un cada vez más inquieto Charlus, quién lloraba tan fuerte que comenzaba a dolerle la cabeza.
—¡Basta ya Abraxas!—rugio. El pequeño Potter se callo inmediatamente, con las mejillas atestadas de lágrimas. Cuando los ojos grises se toparon con los avellana, supo que se había pasado un poco. Identificaba miedo en ellos. Con fuerza, abrazo el cuerpo más pequeño contra su pecho, y después de besar sus cabellos, tomo un puñado de polvos flu.
—Perdona a papi mi amor...—susurro contra la sien de Charlus, quién comenzaba a hipar.
—¿A dónde vas Draco?

—Lo más lejos de ti, tonto cara-rajada...

—¿Lo mas...? ¡Oh no señor Potter! Usted no se va de aquí...

—¿Y quién lo va a impedir?

—Yo, tu marido...

Draco rodó los ojos, todavía dandole la espalda a la puerta de entrada.—Juntarte con la comadreja y ese Finnigan están comenzando a afectarte...

¿?—y el llanto volvió a hacerse presente en el pequeño de cabellos rubios, quién veía a su padre, estando contra el hombro derecho de Draco.¡Mami, ! ¡Mami, !

—Hola campeón...—los ojos avellana, herencia de su abuelo James, se llenaron de lágrimas otra vez.—¿Quieres venir bebé?

Los brazitos estirados hacia el le respondieron.
—No, ya basta Charlus...

Y las pataletas empezaron de nuevo.

Charlus Abraxas Potter estaba ya por cumplir su tercer año de vida; nadie podía decir con exactitud a quien se parecía, por qué era una precisa y perfecta mezcla de sus dos familias, Los Potter y los Malfoy.

La piel lechosa, mejillas arreboladas y las pequeñas motitas castañas en toda su cara eran gracias a su abuela Lily; los grandes ojos avellana y ese indomable cabello por su abuelo James.
Sus pataletas y berrinches eran cien porciento marca Malfoy; su nariz respingada y su pequeña boquita por su abuela Narcisa,
Y sus hebras rubias trigo a su bisabuela Lucille, abuela paterna de su progenitor.

Draco creia que no había nadie más berrinchudo y caprichoso que el, que equivocado estaba.
¡!

—Draco tranquilízate, ¿Quieres?—un nudo comenzó a formarse en la garganta del rubio, mientras Charlus sollozaba justo sobre su oído derecho.
Puso su mano izquierda sobre la espalda de su hijo, donde la argolla de casados reposaba en su dedo anular, junto a su anillo de pedida, con la cresta de los Potter.—Ven hijo, ven con papá...

Segundos después el rubio sintió los brazos ligeros.—Mione, ¿Puedes llevarte a Charlie?—la castaña asintió en silencio. Tomo al pequeño Potter y ambos caminaron hacia la cocina, dejando al joven matrimonio solo en la sala de estar.—... ¿Draco?... No te pongas así, es solo un apodo.

—Cierra tu maldita boca, Potter...—murmuro abrazándose el mismo al sentir como sus manos temblaban. «¿Que cojones me pasa?» pensó al sentir unas mortificantes ganas de llorar y hacer berrinches hasta que Harry lo tomara en cuenta.
Después del nacimiento de Charlus todo había comenzado a descender.
Ni los Weasley, ni los amigos más cercanos a Harry estaban contentos con el nombre y los padrinos elegidos para su primogénito, y todos se habían unido para comenzar a llamar a su hijo Jimmie, aún cuando sabían cuánto le molestaba al rubio.—Charlus Abraxas Potter. Ese es el nombre de nuestro hijo y les guste o no, yo cargue a ese niño durante nueve largos meses, soporte mareos, vomitos, dolor de espalda, estrías y patadas. Así que si yo digo que nada de pastel, nada de chocolate y nada de JIMMIE, ¡ESTOY EN TODO MI JODIDO DERECHO!

Unas manos grandes y callosas tomaron la cintura del rubio, y un pecho cálido se apretó contra su espalda.—¿Alguna vez te he dicho lo cachondo que me pone tu posesividad?—susurro con voz ronca en el oído izquierdo del rubio, quién le golpeó el costado con su codo.

—Tu siempre estás cachondo Potter...—gruño. Se dió la vuelta, todavía entre los brazos de su esposo.—¿Tan difícil es aceptar su nombre?—pregunto en un murmuro mientras colocaba ambas manos sobre los hombros de Harry.—¿Acaso yo no tengo el derecho de elegir por él?

El moreno suspiro.—Es tu hijo. Nuestro. Y tienes todo el derecho a velar por el... Es solo que, bueno ya sabes. Solo hay que darles un poco más de tiempo...

Draco asintió, no muy convencido. Se acercó más a su esposo y dejo un pequeño beso sobre sus labios antes de reposar su cabeza entre su cuello.
—Hardwin Armand Potter... ¿Crees que ese les guste?

Harry sonrió, mientras posaba ambas manos sobre la espalda de su marido.—¿Vas a cambiarle el nombre a Charlie?

Draco bufo.—No imbécil, para el que viene en camino...

De repente el tiempo se detuvo.

Un grito alertó a toda la familia Weasley, y creyendo lo peor todos corrieron hacia la sala de estar, donde un divertido Draco reía con las mejillas sonrosadas y un Potter en cuclillas besaba el vientre cubierto del rubio.










—Mis sueños acaban de irse a la mierda, ¿Cierto?

—¡Ginny!










Segunda parte de Baby Potter.
Esperando y sea de su agrado. Besoooos ♥️

Potter Boy [harco] #2حيث تعيش القصص. اكتشف الآن