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Amor, pena, enojo, todo en una carrera, uno contra el otro.
Dentro de tu cabeza, todos los colores de tu vida se han desvanecido, y todos los pinceles se han roto.
La guerra mental ruge, se sale de control y lo único que deseas es que todo esto pare.

Noviembre del año pasado

Alison Hale. Aquella castaña de ojos avellana, iba saliendo de la librería tras haber comprado un libro que tanto deseaba.
Toso transcurría normal en su camino a casa, había recibido un mensaje de su novio, Nicolás.

"He preparado la cena, apresurate o comerás sola"

–Estoy en... –su teléfono cayó al suelo al momento que alguien la tomó bruscamente de su muñeca.

La habían llevado a un pequeño callejón y le tenían tapado la boca con una mano.

–Quieta –dijo el sujeto– Sabes que tu novio aún me debe, he estado esperando demasiado y él nunca apareció. Ahora que te tengo, ese estúpido puede tomar por pagada todas sus deudas, me tomó mucho encontrarte, así que... –la castaña le mordió la mano.

La joven comenzó a correr, pero fue inútil, su contrario la había alcanzado.

–¿A dónde crees que vas? ¡Tu novio es un puto adicto! ¡¿Sabías eso?! –le golpeó la cabeza contra el muro– ¡Debió haberme pagado! ¡Esto se pudo evitar! –una y otra vez– No sabes en cuantos problemas me metió –la dejó caer– Espero que esto le recuerde mantener su palabra.

Tu mente es ajena, tu alma obsesiva, todo lo doloroso se vuelve tentador. Te vuelves egoísta, tan acostumbrado a apagar todo lo que te rodea; ves a la persona que amas mientras se va apagando, hasta llegar a desaparecer.
Comienzas a preguntarte "¿lo sabía en ese entonces?" "¿Lo hubiese podido evitar?" "¿Hubiera dicho que no?" "¿Pensarías que era lo más importante para ti?". Y cuándo llega el momento de aceptar la verdad, se siente como si tragaras miles de pedazos de vidrio.

–Ni-Nicol –una débil voz lo llamó detrás de la puerta de su departamento– Nicolás –era una femenina, por lo que pensó que era su novia.

Abrió la puerta y antes que pudiera jugarle una broma por llegar tarde, se llevó la sorpresa de verla tirada en el piso, desangrándose e inconsciente.

–¡Alison! –exclamó al verla de esa forma– ¡Deja de mirar y pide ayuda! –gritó al ver que un señor se quedó mirando el escenario.

La habían ingresado al " Hospital Bonaventure", se encontraba en el quirófano.
El pelinegro se la pasaba dando vueltas por los pasillos, desesperado y asustado por lo posibles resultados.

"Me gustan tus dibujos"
"Te lo agradezco, ¿te gusta dibujar?"
"Un poco, pero no soy tan talentosa como tú. Soy más de escribir y leer"
"Me encantaría leer algo tuyo, siento que escribes hermoso"
"Algún día te haré una carta"
"Eh, soy Nicolas"
"Soy Alison"

Pasaron alrededor de cinco horas para que la trasladaran a la sala de ciudades intensivos -aúen inconsciente-.

Todos esos "¿qué pasaría si...?" Cuando se vuelven realidad o profundas pesadillas que te atormentan, aprendes a encontrar la paz en lo soledad para encerrarte, volverte frío, congelar tus emociones y no volver a sentir nada.

¿Alguna vez lo sentiste? Cuando yaces allí roto y te sientes culpable. Ese momento cuando controlas tu vida, es cuando estás al borde, cuando eliges vivir o sólo terminar, deseas que alguien te empuje hacia atrás, antes que des el paso.

Te ves a ti mismo en un lugar lleno de demonios que te dan la bienvenida a un mundo de odio y rencor propio, te devuelven el dolor que diste por olvidado.

El tiempo se vuelve lento, se siente como si se detuviera.
Evitas dormir para poder evadir las pesadillas, pero ya estás viviendo en una, aquel error que te arrebató todo en un abrir y cerrar de ojos, y a pesar de que las cosas sean difíciles te dices a ti mismo que pelees, porque mañana será mejor que hoy, aunque nunca llegue a ser así.

Aprendes que no hay una manera fácil de dejarlo ir; momentos en los que ese dolor es demasiado, avanzar y olvidar; de quitarte la depresión que te está consumiendo, de prender la agonizante llama de esperanza, de aplastar el dolor y todo, de derribar las sombras que te persiguen y usar una sonrisa para ocultar tu dolor. Así que aprendes a adaptarte y empiezas a pensar en lo injusto que es, para qué vale la pena oprimir el botón de "actualizar" y olvidar todo lo sucedido, en encerrar tus malos pensamientos, dejar atrás el dolor y apagar todo del mundo.

Debes crear tu propio camino.

Encontrarte.

Romper las reglas.

Y posiblemente...

Escapar.

La Vida De Un Ángel No Es Para SiempreWhere stories live. Discover now