–¿Has quedado demente? Bro, baja eso, por favor –suplicó.

–Apuesto que también ella te imploró para que pararas y aún así, seguiste lastimándola –comenzó a acercarse al mayor– Esto solo es tu karma.

–¡Espera! –recibió un golpe por parte del castaño.

–¡Callate! –volvió a atacarlo.

–¿Ahora eres un puto psicópata?

Las paredes comenzaban a pintarse de un color rojizo oscuro.

–¿Crees que soy como...? –su contrario le había disparado en el brazo.

–No importa, sigues siendo un pendejo.

–¡Voy a matarte! ¡Maldito pervertido y drogadicto de mierda! –lo golpeó con todas las fuerzas que le quedaban.

–Psicópata –fue lo último que dijo antes de dispararle al pelinegro y sentir que éste le clavaba la vara en el pecho.

Fue una riña demasiado sangrienta, todas las paredes estaban bañadas de sangre, al igual que el piso y uno que otro mueble.

Nicolás acababa de cometer uno de los peores delitos, él había matado a alguien.

Salió de la casa de Charlie y robó su auto, manejó lo más rápido hasta el hospital dónde Alison estaba ingresada.

«Voy a morir, y si vivo iré a prisión y me darán una condena de muerte por homicidio. Todo es igual»

Se quejaba del ardor que había en su brazo y abdomen, tenía poco tiempo.

«Lo siento, Ali. Esta será mi última noche junto a ti, y la primera para ti. ¿Por qué? Al menos sé que nadie te lastimará»

Entró corriendo al hospital, empujó a las enfermeras y cualquier persona que estuviera en su camino. Llegó al segundo piso, habitación 1012.

La castaña estaba petrificada al ver al mismo chico que anteriormente había venido a visitarla, empapado de sangre.

–Shh, no te haré daño como él te hizo –la tomó de las mejillas– Tal vez no me recuerdes; el anillo que tienes fue un regalo que te prometí, esperé demasiado, pero todo el tiempo estuviese durmiendo.

–¿Qué...? –no la dejó hablar.

–No tengo mucho tiempo, así que quiero que me escuches muy bien. Tú me amas y yo te amo, sin embargo, no recuerdas nada de eso –tosió– Acabo de hacer algo muy feo, y como puedes ver, estoy a punto de pagar por eso. –volvió a toser sangre– Recuerda que te amé –la besó– Te amo, Alison.

Los de seguridad habían entrado a la habitación de la castaña y se llevaron el cuerpo medio muerto de Nicolás.

–¿Por qué dijo todo eso? ¿Quién es? Quiero irme a casa –estaba desesperada.

–Calmese, en el estado que se encuentra debe mantenerse calmada –la enfermera trataba de tranquilizarla.

Sus sábanas tenían sangre y ella también estaba manchada.

–Deberíamos cambiar tus sábanas, y también deberías tomar un baño.

Mientras que los de seguridad llevaban al pelinegro al quirófano por orden del director del hospital, y hacían todo lo que podían con sus heridas, fue inútil.

El joven había perdido demasiada sangre, y aunque, sacaron cada bala de su organismo y trataban de devolverlo a la realidad, él simplemente ya no estaba acá.

Nicolás murió aquella noche.

• ∆ • ∆ •

Una semana después de lo sucedido, la castaña había sido dada de alta, y ahora se encontraba en casa.


Se miró por el espejo, aquel moretón seguía en su frente y daba mala apariencia.

–¿De dónde me caí o qué rayos me pasó? –se preguntó a sí misma.

Salió del cuarto de baño y se dirigió a su habitación, estaba un poco cansada, y cuándo estaba a punto de dormir, una carta que se encontraba en la blanca cama le llamó la atención.

Amada Alison.

Escribo esto con la esperanza de que me recordarás, esta noche, posiblemente vaya a darte un último beso y decirte que te amo. Probablemente cuando leas esto, yo ya no esté contigo, ya me habré ido, no se cómo, pero ya no podré estar a tu lado.

Me dijeron que perdiste la memoria, que no recuerda nada, como quién soy, lo que sucedió hace casi un año, qué fuimos y sobre cuántas noches me quedé junto a ti, tomándote de la mano y rezando para que despiertes pronto.
Pero todo esto está bien, puse tu vida en peligro, así que, quiero que sigas viviendo y estés a salvo, no quiero que te rindas o llores por mí (aunque no me conozcas).

Antes que vaya a esa blanca habitación y me de cuenta que ni siquiera sabes algo de lo que pasó; podría quebrarme, quedarme en el rincón mientras abrazo mis piernas y lloro por esto, y me culpo una y otra vez, diciéndome “es tu culpa todo lo que le ha sucedido a Alison”.
Haré lo que debí haber hecho, sacaré todo este dolor y odio de mí, porque arde igual que el mismo infierno.

Incluso cuando te di todo mi amor para llenar tu hermoso y frágil corazón, incluso cuando dejé ir todo sólo para estar junto a ti, pese a que peleábamos y siempre podía volver a tus brazos y llorar, aunque fuiste mi primer y único amor, tan puro y hermoso. Deseo y espero que seas capaz de amar a alguien más, y que sea de una manera muy distinta a la mía, quiero que esa persona sea buena y cuide de ti, que te proteja y no te ponga en peligro (como yo lo hice).

Te amo, siempre te llevaré en el corazón, sin importar que tú no sepas nada de mí

—Tu antiguo y olvidado amor.
Nicolás.

Las lágrimas recorrían sus mejillas, pequeños fragmentos de sus recuerdos volvían, aunque no eran claros, sabía algo, sólo eran recuerdos borrosos, pero punzantes y cálidos, hermosamente dolorosos.

Dicen que los ángeles no viven demasiado, no como para conocer lo que es el verdadero amor, dolor y odio. Pero cuando llegan a saber sobre eso, y se llenan de esos sentimientos... Mueren, aquellas emociones los matan; son tan frágiles como el vidrio, suaves como las plumas de sus alas, cálidos como una noche tranquila.

Aunque mi ángel no tenía alas, su cabello negro como la oscura noche, sus ojos eran como el azabache, su voz era como la de un instrumento, una mentalidad dura como el diamante, pero un corazón cálido y frágil como si se tratara del vidrio más delgado.
Pero un día, tuvo que volar muy lejos, y pese a que no lo vuelva a ver, sé que sigue cuidándome.

La Vida De Un Ángel No Es Para SiempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora