Los amantes de la médula

Capitulo 1: Tiro a la diana

Capítulo 1:

Tiro en la diana

Las aulas de clase dentro de 3 edificios han quedado medio vaciadas pues el sonar de la campana para el receso hace que el alumnado se desprenda momentáneamente del ambiente de estudios. Dos edificios son gemelos, originalmente iba a ser un bloque, pero por errores en las columnas hicieron que se divida a pocos metros de su unión original.

Entre el ruido de las canchas de juego hay un grupo que se aparta de la multitud, van caminando tras las gradas sin que la gente note sus presencias. Un grupo de chicos, 4 exactamente, van tras uno más pequeño al cual le van indicando el camino, estos chicos se ven muy bien entrenados físicamente. El chico más pequeño no lo sabe a ciencia cierta pero ya ha estado dándose la idea de lo que va pasar en seguida.

Tan rápido como dieron media vuelta en la abertura de ambos edificios empieza una confrontación, los gritos y señalamientos por parte de los cuatro a ese único chico son opacados rápidamente por los ánimos que hay en los partidos a sus espaldas. El chico más alto, 1.90 metros de altura y evidente líder del grupo, le empuja de los hombros. Incitando a los demás de hacer lo mismo va avanzando y el ambiente solo se calienta más.

Aquel pobre chico que no pasaba del 1.65 metros se le acaba el camino por donde huir, ese pasillo o callejón está cerrado gracias al edificio principal que lo tapa herméticamente. Su única salida es tras las espaldas de los cuatro chicos que están intentando provocarlo. Hay un momento de silencio después que el respondiera una pregunta con otra en tono de reto.

Todos los chicos le rodean y en su costado derecho uno en cuestión de segundos tira el primero golpe, directo a la cara. ¿Su respuesta?, demasiado lento para poder esquivarlo, demasiado lejos como para poder devolver el golpe pues le falta tamaño en sus brazos como para compartir las distancias. Mientras gira el cuerpo y puede ver en aquellas milésimas de segundos como va acercándose ese puñetazo más y más a su cara, pero él no teme recibirlo.

Levanta los brazos en un intento por colocarse en una posición adecuada para los golpes que presiente le van a llover. Al momento en que recibe el golpe se gira sobre su pie izquierdo para posteriormente patear con la derecha justo en la rodilla. La pierna al estar casi derecha cede por la patada, el hueso de su rodilla – rotula – se va tirando poco a poco hacia atrás hasta que la pierna se rompe en una V que normalmente debería apuntar a la misma dirección que apunta la espalda, no los ojos.

Hay un grito de dolor conforme opaca el sonido de sus articulaciones y el de su hueso al romperse. Un cuerpo cae mientras los otros 3 se disponen en golpear al más pequeño. Este balancea su cabeza y tronco en dirección de los golpes que le lanzan. Logra adentrarse entre el trio, desde donde taclea al más grande cayendo junto a el sobre el granito.

Tan rápido como puede se intenta levantar, pero solo llega a poner una pierna levantándole mientras que la otra descansa sobre su rodilla pues una patada en dirección al pecho se le vino encima. Logra detenerla con ambas palmas de las manos, pero por muy poco y con gran dificultad. Tuerce el tobillo mientras se levanta y de un fuerte tirón que le ayuda a acercarse al chico que le había lanzado, tira dos ganchos bajo las costillas y se desliza dos metros atrás.

Sabe que le supera en número así que lo hace pensando en abrir distancias, los dos chicos más próximos avanzan con la guardia alta, dispuesto a golpearle con todo lo que tenían. El primero golpe de izquierda lo esquiva, el segundo en derecha lo recibe con el hombro. Patea por debajo de la rodilla de apoyo del que tiene más cerca y este se precipita sobre el suelo, colocando ambas manos para evitar golpearse la cara.

Su compañero no deja ir la presión que ya tenía así que se adelanta golpeando varias veces con su derecha, al ser diestro esto le sirve para medir las distancias. Intentando no perder por un error como el que hizo el que golpeo primero; ahora retorciéndose en el suelo mientras abraza su rodilla. Suda un poco y en cuanto su segunda tanda de golpes empieza a entrar se emociona.