No tan bueno

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Se levantó sintiendo sus piernas temblar, el nudo en la garganta crecía

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Se levantó sintiendo sus piernas temblar, el nudo en la garganta crecía. Miró de reojo donde el licántropo dormía, su mano estaba debajo de la almohada pero sabía que tenía firmemente agarrada su varita, era muy obvio que no confiaba en él.
Había creído que se sentiría mejor, que podría palear un poco extrañar su vida si lograba el placer físico con él que era su pareja pero no fue así.
La cercanía de la luna llena lo volvía tan dominante como lo recordaba pero en sus gestos, en sus ojos solo podía ver llana lujuria. No había habido muchos besos, solo algunos pocos que él había casi forzado, sus caricias habían sido abrumadoras y fue familiar su forma de tomarlo.
No entendía porque se sentía tan alterado y lastimado, tal vez por el hecho de saber que no había siquiera un rastro de sentimientos del hombre hacia él.
No había acariciado las marcas, no lo había ayudado a vestirse de nuevo, no le había preguntado si estaba bien ni había acariciado su rostro con ese cariño al que estaba acostumbrado. Nunca había ocurrido así, incluso sus primeras veces Remus había sido cariñoso después, una forma de demostrar que no solo lo amaba por su belleza si no por quien era.
Cerró la puerta de la habitación caminando hacia la de invitados, le dolía un poco hacerlo pero se negó a tomar pociones que lo ayudaran. Debía tolerar esas cosas y el dolor físico sofocaba el emocional que estaba embargándolo.
No había notado lo mucho que lo afectaría ver tan crudamente que Remus no lo amaba, solo era instinto, solo era un cuerpo que quería poseer porque el lobo lo deseaba.
Se preguntó si esto era una especie de karma, su mente viajó directamente hasta cuando estaba Hogwarts.
Él lo había utilizado, sabiendo que el niño de ojos mieles era él más débil emocionalmente del grupo. Podía notar sus miradas soñadoras hacia él y aunque eso hizo que su ego se elevara, había sido indiferente ante ellas.
Pudo ver que si quería que las intimidaciones de los merodeadores hacia Severus cedieran, debía convencer a Remus de detenerlos. Pero el niño estaba acostumbrado a estar solo, era obvio que la amistad de esos chicos lo cegaba y solo por no perderlos, los dejaba hacer lo que querían aunque él no estuviera de acuerdo. Recordaba cómo había empezado a reunir  información del niño y como  esperó hasta tercer año para empezar a desplegar sus telarañas, notando que la intimidación había crecido de tal manera que ya no podía detener la mayoría de ellas.
Se había sentido tan orgulloso de sí mismo al saber utilizar lo que haría ese chico de ojos mieles por unas palabras, por una mirada. Frases sueltas, algunos besos fugases y horas de estudios compartidas, había tardado meses pero reconstruyó lo necesario de su autoestima como para que pudiera hacerle frente a sus amigos. 
Demostró que estaría para él si se quedaba solo y cuando logró su objetivo se apartó abismalmente. Remus no había perdido su grupo, seguían tan amigos como siempre así que él no sintió remordimiento en quitar las migajas que él había dejado.
Sollozó bajo sintiéndose idiota, era increíble lo mucho que lo había tambaleado no sentir sus sentimientos recíprocos. Estaba tan acostumbrado a que Remus lo amara pese a todo, pese a sus errores, a sus decisiones tontas, que no había notado cuanto dolería ver que ya no quedaba nada de eso.
La primera vez que se acostó con él fue por pura rabia contra su padre. Sexto año, ambos ya habían tenido algunas parejas que no duraban mucho por lo tanto no eran del todo inexpertos.
Y a pesar de saber que solo lo hacía por un fogonazo de rabia Remus había aceptado lo que él quería darle, fue amable en un principio y luego dejó ver los rasgos más dominantes, como pese a su contextura tenía más fuerza que él. Y Lucius lo había dejado, se había dejado llevar y follar solamente porque sabía que su padre estaría rabioso de saberlo.
Pero incluso en ese momento, cuando todo terminó y él quiso irse, Remus había besado sus muñecas que estaban marcadas por lo fuerte que las había sostenido, había acariciado las mordidas y había sacado algunos ungüentos asegurándose que se curara y que nada le doliera. Ese cariño luego del sexo había hecho que su mundo tambaleara y lo había hecho regresar.
No le dijo nada a su padre.
Rió levemente entre las lágrimas ante los recuerdos arremolinados, su amor había tardado en llegar y él incluso había tardado en aceptarlo. Era un sangre pura, no podía mezclarse con alguien como él y mucho menos luego de saber su secreto.
Él era tan mierda de persona como lo era el mortífago, solo que había tenido suerte en su vida.
Miró su brazo y pensó en lo cerca que había estado de ir por ese camino. Si no hubiera empezado el rumor, si no se hubiera enterado que el Voldemort era un mestizo se hubiera arrodillado ante él solo por poder.
Y lo de Draco, oh dios, lo de Draco ¿Cómo Remus si quiera pudo perdonarlo?
Se recostó en la cama abrazándose con fuerza en la almohada, dejando que todos sus sentimientos de culpa se presionaran en él.
Amaba a Remus, lo había hecho desde sexto año. Sus sentimientos eran sinceros y aunque había tardado, había logrado atesorar esos sentimientos antes de que fuera demasiado tarde. Había habido veces donde había sido egoísta y tomó decisiones solo, decisiones que casi le costaban su matrimonio.
Tal vez se merecía estar ahí, en un mundo donde él no lo amaba, donde él no perdonaría sus errores. Donde él pudiera ver su oscuridad y sentir asco por ella.
Gruñó bajo, sabía que a la mañana estaría recompuesto, se burlaría de su propia debilidad y seguiría buscando como volver.
Pero esa noche dejó que los sentimientos negativos aparecieran, acarició las marcas sin curar y se permitió llorar por lo que ya no tenía.

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