11. La Orden

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Abril de 2021

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Abril de 2021

Cuando las puertas de la Catedral de Mánchester se cerraron, Alastair, sus padres, y Myra se quedaron a oscuras. Antes de empezar a hablar, la madre de su mejor amigo carraspeó y se aclaró la garganta.

―Resulta que tu padre y yo pertenecemos hace muchos años a una organización...

―¿Cómo se llama? ―preguntó Alastair, interrumpiéndola.

―La Orden Mágica de los Elementos ―respondió su padre.

Tanto Kathryn como Dominic estaban más serios que nunca.

―Tengo una pregunta... ¿Por qué nos enteramos de esto recién a esta edad? En la Academia de Londres ni siquiera me la mencionaron.

―Myra, es una orden secreta ―contestó ella.

―Todos los Guardianes pertenecemos a ella ―dijo Dominic―, pero los menores de edad o no iniciados no conocen su existencia. La razón por la que Edgar, el director de la Academia, no te lo dijo, era tu seguridad ―le dijo a Myra. Luego se dirigió a su hijo―. Por lo mismo no te lo dijimos a ti, Alastair. Los menores o los no iniciados son los más vulnerables.

―Pero, entonces, ¿por qué nos dicen esto? Fuimos iniciados, sí, pero no somos mayores de edad ―preguntó él.

―La Orden está pasando por un momento complicado y precisa de la mayor ayuda posible ―les dijo, y Kathryn asintió―. Ella y yo pensamos que ustedes pueden colaborar con nosotros y mantener esto en secreto.

Myra y Alastair asintieron.

―Tengo otra pregunta ―dijo ella.

―Dinos, Myra.

―¿Por qué Ardeshir sabía de todo esto?

Los padres de Alastair se miraron por unos segundos.

―Todos sabemos que Ardeshir pertenece a la familia Maalouf. El motivo por el que él sabe de la existencia de la Orden es que sus padres fueron elegidos hace unos años como los líderes de la Orden. Era su deber contarles a sus hijos sobre esto.

Tenía sentido, pensaron Myra y Alastair.

―Si nosotros hubiésemos sido elegidos, tú lo sabrías, hijo.

―¿Y yo? ―preguntó Myra.

―No lo sé, Myra. Tal vez te lo habríamos contado, o tal vez no. No lo sabemos.

Ella asintió de nuevo.

―Ahora les explicaremos por qué necesitamos su ayuda, chicos ―dijo Kathryn―. Sígannos.

La madre de Alastair se dio la vuelta apenas terminó de hablar, pero fue Dominic el primero en llegar a una puerta que se encontraba al lado del santuario de la Iglesia.

―Esta puerta se abre de dos maneras y cada una de esas te puede llevar a dos lados distintos ―dijo Kathryn y señaló la llave dorada con la que el padre de Alastair abría la puerta―. Para entrar, deben tener esta llave. Sin ella, no pueden ingresar a la sala.

―¿A cuál sala? ¿Ahí no está la sacristía?

Kathryn le sonrió, pero Dominic fue el que habló.

―Ese es el secreto. Cualquier humano puede pasar al otro lado, pero solo se va a encontrar con la sacristía. En cambio, si eres un Guardián... ―les dijo, y abrió la puerta.

―Bueno, lo pueden ver ―dijo Kathryn―. Si tienes la sangre dorada, la de los Guardianes, puedes entrar a la Orden.

Dominic finalmente abrió la puerta. Su esposa entró y desapareció de su vista.

―¿Vienen?

Myra y Alastair se miraron. No podían creer lo que estaban presenciando. Tantos años juntos, tantas experiencias que habían compartido, y entonces aquello, pertenecer a una secreta organización que, entre las sombras, los mantenía a salvo.

Alastair entró primero, sin dudar, pero unos segundos después, al notar que Myra se quedó mirando la puerta, estática, decidió volver y acompañarla. Se acercó a ella y apoyó su mano en su hombro derecho. Ella sintió el calor que solo unas pocas personas le podían dar: el calor que solo podía sentir de sus amigos. Y esos eran dos: Alastair, y su antigua mejor amiga, Emma.

Las palabras de su mejor amigo fueron las que la devolvieron a la realidad. A su realidad.

―Ven. Entra conmigo. Yo estoy junto a ti.

Guardianes de la Magia | Saga de las Siete Estrellas #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora