14. ¿Qué es la verdad?

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―Por favor, haz algo ―le rogó ella―

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―Por favor, haz algo ―le rogó ella―. No les hagas nada.

Emma odiaba profundamente rogar y pedir cosas. Sentía que se humillaba a sí misma. Es por eso por lo que ella ya debía estar demasiado desesperada para rogarle al Elegido que no deje que se lleven a James y a Thomas.

Él la ignoró.

―Estamos solos de nuevo ―le dijo, sonriendo.

Ella suspiró.

―Sí, por desgracia. ¿Qué vas a hacer conmigo?

―No te puedo dejar con nadie más. No tengo idea de cómo lo haces, pero casi siempre logras escapar y salirte con la tuya.

Emma intentó disimular la sonrisa que estaba apareciendo en su rostro.

―Puedes sentarte allí ―dijo él, señalando la silla donde unos momentos antes estuvo sentado James.

Ella negó con la cabeza.

―Está bien ―dijo él, y se sentó detrás del escritorio. Emma se quedó de pie―. Emma Hayerstein, ¿qué hacías en la casa de James Warlight?

―Me sorprende tu pregunta.

―Nuestro objetivo nunca fuiste tú, sino James y Philip, el que dice ser su padre ―siguió él―. Te hago la pregunta de nuevo: ¿cómo llegaste hasta allí?

Emma sonrió.

―No solo los malos tienen contactos. Y yo no estoy sola.

―Tengo pruebas para pensar lo contrario, y me refiero a las dos cosas.

―Cree o piensa lo que quieras, pero la verdad es única.

―La verdad ―dijo El Elegido, e hizo una pausa. Bajó la cabeza y la levantó un segundo después, sonriente―. Es cierto que la verdad es una sola. ¿Te gustaría saber cuál es? ―Emma asintió―. Tú estás sola y nadie te va a salvar de aquí. No sé a quiénes llamaste antes, pero no van a encontrarte. No los van a encontrar.

Emma sabía que esa no era la verdad, pero pensaba que era bueno que eso fuera lo que él creía. Una vez que Quentin y los demás la rescaten a ella y al resto, iba a disfrutar de ver su rostro de sorpresa.

―Tú y tus estúpidos amigos van a morir aquí. Estoy seguro de que eso sucederá en menos de un mes. Antes debo usarlos.

―¿Para qué, si se puede saber?

El Elegido sonrió. Emma solo pudo pensar en que solo los villanos podrían sonreír de esa manera. Él se levantó de su asiento y se acercó lentamente hacia ella.

―Niña... ―le dijo. Él estaba demasiado cerca. Ella ya podía sentir el podrido aliento del hombre―. Eso solo lo sabrás una vez que ya esté todo listo.

Emma cerró los ojos. Sintió pasos a lo lejos, en el pasillo.

El Elegido le habló.

―Oh, pobre chica, ¿tienes miedo? No sabes nada. No tienes ni idea de lo que es...

Emma no pudo oír lo que le estaba diciendo el hombre. Alguien tocó a la puerta cinco veces y ella sonrió.

―¿Por qué sonríes? ―le preguntó él.

Emma recordó a su amigo Quentin. Tocar cinco veces la puerta era algo que ella y él siempre hacían. No podía ser una coincidencia.

Al no recibir una respuesta, El Elegido se dirigió rápidamente hacia la puerta. Apenas la abrió un centímetro, el hombre fue empujado hacia atrás unos cuantos metros y la puerta se abrió en su totalidad, dejando entrar a la habitación a un chico de dieciséis años y bellos ojos verdes.

Era él. Quentin.

Guardianes de la Magia | Saga de las Siete Estrellas #1Where stories live. Discover now