Capítulo 2

349 27 8
                                    


El día no es muy bueno, desde que llegué no ha parado de llover, un gran diluvio ha caído ¿será un presagio? Espero que no. Kaito me acompañó hasta la constructora, he llegado con el firme propósito de hacerle frente a mi papá y es lo que tengo que hacer.

–Gracias por todo –no sé por qué, pero no me dan ganas ni de tomarle la mano, sin embargo, desecho cualquier duda, él me ha ayudado mucho, me acerco a él y beso su mejilla–

–De nada, pronto sabrás de mí –la sonrisa que me dedica me eriza la piel–

Deben de ser imaginaciones mías, respiro hondo, ante mí tengo la gran constructora Kinomoto, repaso en mi mente lo que le quiero decirle a mi papá apenas lo vea mientras arrastro mi pequeña maleta, hasta que choco con alguien.

–Lo lamento –alzo la mirada, el chico me mira de una manera extraña–

–¿Eres un ángel? –balbucea–

–No, soy Sakura Kinomoto –me presento y la mirada perdida pasa a una mirada de asombro–

–Señorita Kinomoto, lo siento mucho, espero no tome a mal mi comentario –dice de manera atropellada–

–Tranquilo, no pasa nada –sonrío– ¿podrías decirme en dónde está mi papá? Quiero darle una sorpresa –susurro esto último–

–El señor Kinomoto salió, me llamo Hiro Minami, por cierto –extiende su mano, dudo un instante, hasta que la tomo–

–Mucho gusto, iré a esperarlo a su oficina.

Camino con paso decidido, ¿habré hecho bien en venir? Siento una opresión en el pecho, como si algo malo fuese a pasar, respiro hondo, es una manera sencilla pero efectiva que ayuda a tranquilizarme.

"Ya estás aquí, no te acobardes ahora" me reprendo mentalmente.

Veo un rayo atravesar el cielo seguido de un ruido estruendoso, desde que llegué no ha parado de llover, trato de tranquilizar mis nervios, una joven de cabello negro, se pone enfrente de mí, impidiendo que continúe avanzando.

–Alto allí, no puedes seguir avanzando –enarco una ceja, ni siquiera sé quién es–

–¿Por qué no? Vengo a ver a mi papá, ¿quién me lo va a impedir? –respondo altanera–

–¿Tú papá? Tal vez te equivocaste de edificio, mejor vete por donde llegaste antes de que llame a seguridad –es más que obvio que aquí nadie me conoce, y cómo van a saber que sigo existiendo si estuve fuera mucho tiempo–

–Monstruo, ¿qué haces aquí? –escucho una voz familiar–

Tal y como lo hago cuando veo a Eriol, corro a abrazar a mi hermano, no me importa la manera en la que me haya llamado, lo he extrañado demasiado, un nudo se me comienza a formar por la garganta.

–Tenía que volver, quiero estar aquí –digo con los ojos cristalizados, a pesar de las llamadas no es lo mismo a verlo–

–Es mejor que te regreses a Inglaterra, no debiste volver, ¿te ha visto papá? –niego con la cabeza– bien, entonces, te acompaño al aeropuerto, no te debe de ver –me toma del brazo y comienza a jalarme– Nakuru, ni una palabra de esto a mi padre –le informa a la que no me dejaba pasar–

–Touya, ¡basta! ¡No me iré! –trato con todas mis fuerzas soltarme, no entiendo por qué no me quieren aquí–

No me escucha, prácticamente me arrastra con él hasta llegar a los elevadores, ni siquiera me dice nada, las puertas del elevador se abren y ante mí está mi papá, trago saliva, ¿qué era lo que tengo que decirle? Mi cerebro se ha bloqueado.

Secretos del cerezo.Where stories live. Discover now