Sobreviviente

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Ella había dedicado los últimos minutos antes de dormir para dejar a su mente jugar con algunos pensamientos; entre ellos estaban las palabras: "Despedido", "No lo necesito" "solo hasta que consiga alguien mejor" "mala suerte" "por qué a mi".

Cuando despertó, se encontraba confundida al darse cuenta que el empleado nuevo, el Sr Porter se había colado en su sueño de una manera un tanto extraña, y  le adjudicó toda la culpa al estrés que el empleado nuevo le había hecho pasar. Solamente podía recordar verlo corriendo en la playa, en dirección directa hacia ella. Las olas a su alrededor estaban enfurecidas, más que nunca. El cielo se mostraba calmo, sin embargo. . Pensó en gritarle, se le habían cruzado tantas cosas por la mente, pero cuando abrió su boca inmediatamente comenzó a reír, como si su cuerpo tuviese vida propia y decidiera por si mismo. Reía a carcajadas pero no podía entender tal contradicción en su cerebro. Y el sueño comenzó de a poco a convertirse en una pesadilla, ya que en el momento en que levantó su vista para ver a James, él ya no estaba allí. El cielo se estaba tornando cada vez más oscuro y las olas habían alcanzado una altura tan grande, que Luna no pudo hacer más que gritar cuando se dio cuenta de que no había más escapatoria, que dejarse enterrar por la braveza un enfurecido y por demás, oscuro mar. 

Cayó de la cama. Lanzo un par de insultos inapropiados. Todos dirigidos al nuevo editor de contenidos de su empresa. Tardó menos de un segundo en llegar a la conclusión de que el SR "Apestoso Y engreido", como lo llamaría a partir de ahora, sería quien termine llevándola hacia la ruina. ¿Qué otro significado podría haber tenido semejante sueño? 

Miró el reloj. Eran apenas las 3 am. Volvió a maldecir. Se dirigió a la cocina por un poco de agua y luego se encaminó hacia su balcón, ya que vivía en un departamento ubicado en el sexto piso de una calle principal.  Se dejó caer sobre el cómodo sillón de dos cuerpos rojo, el cual permanecía estrategicamente ubicado, de manera que daba de frente a la vista de toda la ciudad. Lo había comprado una tarde de verano,  en una feria de antigüedades,escondida en alguna recóndita callesita de su ciudad. Y se había alegrado tanto de haber hecho caso a la sugerencia de un señor bigotudo, con cara de italiano. 

Recordó que en un principio su comentario le había parecido molesto y un poco indiscreto:

-Le recomiendo este de aqui. Verá,  no hay otro igual en toda la ciudad. Especial para quienes necesitan relajarse y pensar. 

Ella contestó: - Gracias, pero estoy buscando algo más moderno.- Pensó que con ello lo ahuyentaría, pero el Señor retrucó: -No se dejé guiar por apariencias, se arrepentirá de ello en algún momento, se lo aseguro.

-Sr. le agradezco su oferta pero de verdad, la decoración que estoy tratando de emplear es mucho más moderna y no tiene nada que ver con este viejo sillón, por más que reconozco que es muy bello.

Cuando Luna se dio la vuelta con la intención de seguir su camino, queriendo dar por terminada su conversación, volvió a escuchar:

-Le propongo un trato-.Dijo el viejo canoso, que parecía no tener más que 80 años, según sus arrugas y expresiones delataban.

-Mire, usted puede irse de aquí, y seguir su vida adelante. O.. puede llevarse este sillón y ver cómo será su nueva vida con él. Si dentro de una semana usted, decide que no esta conforme con ello. Vuelva por aquí.- Le extendió una tarjeta que decía RIZOLLI HERMANOS, la cual llevaba datos de contacto y dirección además de confirmar, que su aspecto de Italiano no era para nada equivocado.- Yo personalmente voy a devolverle el dinero que pagó por el. 

Le había ganado por cansancio, Luna debía reconocer que al hombre, no le faltaban palabras dulces en la boca. Pero lo que había determinado su decisión, fue el momento en el que descubrió, que el Sr RIZOLLI no era quien estaba vendiendo ese sillón, sino que había sido el fabricante, hacía largos años atrás. 

Una vez Luna llegó a su departamento, y luego de pasar la primera de muchas noches de insomnio en la ciudad; admitió para si misma que había tomado una de las mejores decisiones de su vida; y lo vería de esa forma por siempre. 

Volvió en si, río para sus adentros cuando se dio cuenta, cuan lejos había llegado su recuerdo. 

Se preguntó por el viejo italiano que jamas volvió  a cruzar. 

desvió sus pensamientos para no llegar más allá. Para no recordar a su padre. Cualquier figura mayor, que se cruzara por su mente, hacía que Luna volviera a revivir los momentos con su padre. Todo ello le la hacía llorar. Y ya no se permitía tal cosa innecesaria y por demás contraproducente. 

Había aprendido a guardar en un lugar muy distante de su mente, aquellas tardes y noches en que él, su querido y amado padre, pasó sentado en la orilla de una cama de hospital en donde ella yacía. Había guardado recuerdos, sobre la manera en que él la protegía y la mimaba. Cómo de grande era su preocupación por ella. Y la paciencia infinita e inconmovible que había mostrado para con ella, los meses posteriores a su internación y durante su ardua recuperación.

Luna se culparía tantas veces, varios años después de ello,  pensando que ella era la causa de todo lo ocurrido, porque su padre falleció de un ataque al corazón. Ese fue el día mas doloroso de toda su vida.

Y por ello había huido, lejos. A un lugar que en nada le recordase a él.










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⏰ Last updated: Oct 29, 2019 ⏰

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La luna entre tus brazosWhere stories live. Discover now