Arcano 19. Mamá: Parte 2

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Abrí la puerta y mis ojos no se cayeron porque estaban pegados a la órbita.

- ¿Mamá?

Ahí estaba esa señora tan elegante y regia posando con un vestido lo más profesional posible de color azul que llegaba a sus rodillas, su pelo recogido y unos lentes adornando sus ojos que me veían con cierta mezcla de felicidad y rigidez. Miré al alrededor y no vi a nadie aparte de ella, ni siquiera a mi padre, eso fue un mal primer indicio, porque ni siquiera los guardaespaldas estaban con ella como de costumbre.

- Hija. Tanto tiempo. – Iba darme un beso de mejilla pero me aparte no dándole el espacio para hacerlo, ella se dio cuenta de ese rechazo y solo suspiró –. Bueno, veo que no has cambiado del todo.

- ¿Qué haces aquí?

- Livia. Solo quería visitarte. Tenía más de casi tres meses sin verte cariño y quería saber cómo estabas.

- Sí, claro. Como si no hubieras durado más tiempo – me solté de la puerta y me crucé de brazos sin dejarla de mirar –. Se acerca nochebuena Nicole, ¿me haces tan tonta? Sé que vienes por la foto anual. – Ella respiró profundo, acerté. Claro que lo hice, era obvio, si lo único que necesitaban era que estuviera para la compasión de un pueblo que se hace ciego ante las estupideces que hacen los políticos.

- Livia sé que estas molesta conmigo y Roberto, aun no sé por qué, pero si quieres podemos sentarnos y averiguarlo para... – Intentó entrar pero la detuve poniéndome en el medio.

- No eres bienvenida.

- ¿Cómo?

- Vete por donde mismo viniste.

No la dejé terminar lo que dijera, tampoco lo iba a hacer. Le cerré la puerta en cara sin pensarlo dos veces e ignoré sus palabras a través del madero. Me senté de nuevo en mi lugar, pero no pude relajarme, simplemente estaba tan tensa que podría romper un ladrillo solo con mirarlo.

- ¿Quién era?

Guss. Se me había olvidado que estaba ahí conmigo, de seguro ni se asomó para ver quién era.

- Una testigo de Jehová.

- ¿Desde cuándo tu madre es testigo de Jehová? – Si fue a ver quién era. Él separó su espalda del cómodo mueble y se sentó en la orilla para poder mirarme –. De acuerdo, tal vez no quieras verla y lo entiendo, pero quiero que me escuches atentamente.

Lo miré de detenidamente, eso no me daba buena vibra.

El timbre no dejaba de sonar mientras Guss me hablaba y los toques se estaban volviendo casi insoportables, sí que estaba insistente.

Para cuando el joven frente a mí terminaba de hablar yo estaba algo sorprendida de su plan, era algo descabellado, pero no tenía nada que perder, ya había perdido casi todo el amor de mi infancia y juventud, así que acepté. Volví a ir a la puerta donde la mujer que se hacía llamar madre mía que seguía insistiendo en tocar el timbre, y cuando la abrí de golpe, ella dio un respingo que la hizo separarse tan rápido al punto de que casi se le caían los lentes, cuando se acomodó le di un espacio para que entrara.

- Adelante – ella me miró estrujando su cejas confundida por el repentino gesto después del primer encuentro, pero luego entró y yo cerré la puerta atrás. Cuando llegó a la sala y vio al castaño acomodado viendo la película, se detuvo.

- Livia.

- Siéntate – ignoré la pregunta que se veía por toda su cara y al notar mi poca importancia hizo lo que dije –. Bien, ¿de qué quieres hablar?

Arcano. La sombra del pasado [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora