08. Donde hubo fuego...

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Se encontraron esa misma tarde en el club de Belfast, del que Freddy era dueño. Era un local de proporciones modestas, ubicado a unas cuadras del bar de Dublín, en el centro. Funcionaba como bar de día, y como club nocturno de noche, aunque a altas horas era cuando más se consumía alcohol.

—¿Samantha Sullivan? —preguntó Freddy, levantando la ceja—. ¿Pero no escucharon algo de lo que discutían? Cuenten, cuenten.

—No. Solo la vi llorando. Pero no parecía un llanto normal. A mi me dio la impresión de que estaba... no sé... destrozada —respondió Doble D, mientras Ed tomaba otra de las papas fritas con queso derretido encima.

—Tranquilo, experto en mujeres —dijo Eddy—. Oye, ¿tú la conoces? —le preguntó a Freddy. El millonario titubeó un poco.

—Ehh, por supuesto, es una de mis amigas pero no me dijo ni una palabra sobre ello. Con razón no me ha atendido en toda la mañana. Buscaré a esa loca para ver qué ocurrió.

—Bueno, aunque tampoco creo que sea para tanto. Es decir, no veo de qué manera pueda tener algo que ver con nosotros.

—No te confíes, Doble D. Recuerda que tenemos que sospechar de todos en la escuela. En especial de esos odiosos populares —repuso Eddy.

—Estoy de acuerdo, no conozco a todos esos niños a la perfección y cualquiera de esos sacos de hormonas catalizadas pudo haber sido. Aunque no lo creo de mi dulce Sam, pero sí de los otros —dijo Freddy, casi como excusándose. Se giró a Doble D y fingió una sonrisa de comprensión—. Debes escuchar más seguido a tu amigo, Doble D.

—Claro que lo entiendo, es solo que Sam...

—Por favor, Cabeza de Calcetín. No debes dejar que lo que ocurrió te nuble la vista.

—No hago eso, Eddy. Solamente estoy viendo el lado racional de las cosas.

—De cualquier manera, la contactaremos. Como para descartarla —resolvió Freddy. Los tres estuvieron de acuerdo. Eddy llevó una mano al tazón de papas, solo para notar que ya se encontraba vacía.


Durante la primera hora del lunes de aquella fresca semana, una larga fila de tablas de disciplinas de los Juegos y renglones para anotarse colocadas en el pasillo principal tomaron por sorpresa a los estudiantes del instituto. Octubre había comenzado colocando toda la carne en el asador, tomando partido de la ansiedad y la emoción de los jóvenes por tener algo más que compartir. Eso sin tomar en cuenta las furtivas movidas del Consejo y de Freddy, de las que muy pronto serían parte los Eds.

Eddy se quedó escudriñando la lista, en busca de los nombres de sus amigos en ella. Efectivamente, habían cumplido lo prometido. Allí debajo de la leyenda TORNEO DE TENIS MIXTO, MIÉRCOLES 7 Y VIERNES 9 DE OCTUBRE y de las condiciones, se leían los nombres de, excepto Jimmy, todos los chicos del barrio, además de otras chicas que completaban la lista. Todo indicaba que Doble D tenía razón al decir que se iba a tratar de una experiencia nostálgica. Una competencia por los viejos tiempos, por lo que fueron alguna vez y por lo que hicieron. Aunque lo que importaba a partir de ahora era asegurar el trofeo a cualquiera de los hombres. Claro que si no era a Kevin, era mucho mejor. Y aún más si uno de los tres, o incluso él mismo, se llevaba la victoria. Ser el primero en ganar un trofeo de seguro elevaría su fama por sobre la de Doble D y Kevin, los varones más populares por lo menos entre los que vivían en el vecindario.

Sin meditarlo más escribió su nombre debajo del de May Kanker. Sobre ella se encontraba el de la otra novia de Doble D, y arriba de esta, Lee Kanker. Leer ese apellido siempre le daba cierto escalofrío, pese a que esos días ya habían quedado muy atrás.

Los juegos de Peach Creek [Ed, Edd & Eddy][+16]Where stories live. Discover now