Capítulo 10

613 66 8
                                    

Volver al trabajo le vendría bien, eso cree.

Ambos necesitaban convivir más que con el incómodo silencio que viven en su departamento.

Aparte que había personas detrás de Sasuke, más bien, una compañía entera que esperaba tanto de él.

Estar en esa amplia oficina, con un extenso escrito enfrente suyo. Donde frustrado, aventó los papeles que sostenía. La migraña que sentía era horrible, como si le estuvieran taladrando la cabeza por cada respiración que daba.

—¿Karin?— llama desde el teléfono de su oficina. Escuchando la voz suave de una mujer beta, quien llevaba años siendo su secretaria.

—¿Ocurre algo, señor Sasuke?— cuestiona, al largo silencio que tuvo ante el llamado de su jefe. Y es que Sasuke sintió una punzada que lo había mareado.

—Tráeme algo para la migraña, ahora.— susurra en un gruñido. Sabía que no debía arriesgarse a volver en tal estado a su empresa, mucho menos cuando cuando unos importantes inversionistas llegarían a entablar negocios con su empresa.

Era un omega después de todo, agonizando por despecho. Próximamente, rodeado de unos enormes alfas de élite quienes tratarían de hundirlo con el más pequeño quejido que emita.

—Y mis supresores. Comunícate lo más rápido con el doctor Hatake, necesito un supresor fuerte.— repite. Sin esperar que la mujer responda y sólo tratando de quitarse la corbata que lo hace sentir aún más ahogado. El calor traspasa sus prendas, provocando sudoración a pesar del aire acondicionado enfriando esa enorme habitación.— No puedo creer que hasta edad sufra de calores.— dice para sí mismo, observando la fotografía del amor de su vida.

Él sabe por qué su cuerpo presenta dichos calores y todos esos síntomas. Y le aterra.

Mientras tanto, Karin muerde sus uñas con nerviosismo; el doctor predilecto de Sasuke no se encontraba disponible, y hacer una evaluación para determinar un supresor, —y no cualquiera, puesto que debía ser fuerte para impedir cualquier sutil aroma—, sino que, Sasuke jamás necesitó de supresores, por un tiempo trató de usar para poder prevenir un embarazo, ya que Naruto y él aún eran unos jóvenes estudiando. Tener un hijo a esa edad no iba a ser beneficioso, mucho menos con los planes de Sasuke.

No resultó bien, el cuerpo del Uchiha, jamás se expuso lo suficiente a los químicos que inhiben sus hormonas omegas. Se enlazo muy rápido, consiguió una pareja a una edad temprana y su cuerpo se negó a recibir ayuda, más que de su destinado.

Karin sabía que no era un día normal. Una junta directiva se presentaba con el regreso del representante legal, y no se encontraba en sus mejores condiciones. Podía jurar que olía las hormonas del blondo a pesar de ser beta. Y no era para nada bueno.

Sus dedos cosquillearon por llamar al número del rubio revoltoso que le quitó al hombre de sus sueños, y a quien desprecia pero valora por ser preciado para su chico lindo de ojos negros.

Sabe en los problemas que podía meterse si decidía intervenir en esa turbulencia amorosa que afrontaban. Sasuke nunca se atrevió a explicar qué ocurrió, ni a sus allegados, pero era fácil de notar. Porque la marca que por años mostró con orgullo, parecía una pequeña macha.

Decide que lo mejor no es meterle más estrés al omega interior de su jefe trayendo al indeciso de su marido. Y sólo ruega porque todo salga bien.

(...)

Naruto en cambio, se sentía en casa. Siempre le había fascinado los niños, y cada vez se acordaba poco a poco de cada uno, y vagos recuerdos cruzan por su cabeza. Como imágenes rápidas de una película que desconocía.

RecuérdameWhere stories live. Discover now