Un nuevo amanecer.

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–Mamá, estaré bien. Tú me enseñaste que ir en busca de una nueva vida está bien.

–Sí mi amor, pero es que estarás lejos. ¿Qué será de Roger sin ti? ¿Qué será de mí sin ti, mi pollito?

–Estarán bien sin mí, mamá. Además, volveré. Sólo me voy a otra ciudad a estudiar lo que me apasiona.

Escuché como se sorbeteaba los mocos.

–Tengo miedo, Duggie. Porque cuando nos vinimos de Chile en busca de esta vida, yo te enseñé a que lo dejaras todo. No quiero que este sea el caso.

–No es así, mamá. Me llevo mis cámaras y fotografías. Además de mi ropa, mis libros y aquí.
Tomé su mano y la puse en mi corazón.
–Te llevo a ti, a mi pequeñito y a los abuelos. Ustedes son el motivo por el cual hago esto.

En ese momento escuché unos pasitos corriendo hacia mi habitación y me giré para correr y atraparlo entre mis brazos.

Roger era todo lo que podía desear, era mi complemento perfecto.

En mi habitación tenía colgadas muchas fotos juntos.

–¿En serio tienes que irte, Duggie?

–Sí pollito, debo irme a estudiar.

–Y, ¿por qué tiene que ser tan lejos de casa? ¿He sido un mal hermano?

–Para nada, Roger. Has sido el mejor hermano y compañero de aventuras que la vida me pudo entregar. Pero tengo que hacerlo, para poder cumplir mis sueños. Y así yo podría regalarle los vestidos más hermosos a mamá. Convertirla en reina.

–¡¿Cómo ese rojo que vimos la otra vez en el centro comercial?!

–Así es... pero no lo digas porque debe ser nuestro secreto.

Me guiñó el ojo y se mordió el labio inferior. Muestra de que su complicidad y fidelidad estaría conmigo.

Lo bajé y salió corriendo Dios sabe dónde. Mientras seguí con mi mamá en mi habitación.

–Te extrañaremos mucho, hijo. Por favor no te olvides de nosotros.

–Eso será imposible. Hablaremos por FaceTime cada día a las 8 p.m.

Ya había sacado la cuenta de la diferencia horaria entre Bilbao y Londres. Yo debía llamarlos a las 7 p.m. en Londres y para ellos serían las 8 p.m.

En eso llega Roger con una croquera en sus manos y me la entrega.

–Dibujé aquí los momentos que tú y yo hemos vivido juntos, Duggie.

Me puse a hojear la croquera, y había tantos dibujos coloridos, garabatos y otras formas que no había cómo entenderlas. Y las lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.

Dejé la croquera a un lado y me arrodillé frente a Roger, lo abracé y simplemente nos echamos a llorar.

–Te amo tanto, pollito. Eres un cazador de momentos.

Roger apareció en mi vida en un momento clave. En que yo no me encontraba sentido. Que sentía que nada de lo que hacía servía. Pero cuando él nació, le dio un nuevo objetivo a mi vida. Ser un ejemplo a seguir para él, y me motivó a ser una mejor persona. Por y para él.

Mamá se arrodilló a nuestro lado y nos cubrió a ambos con sus cálidos brazos. Y así estuvimos un buen rato. Entre llanto y cariño.

Todo estaba listo y ya se hacía la hora de partir.
Roger me ayudó a llevar cosas al auto y mamá se encargaba de revisar y asegurarse de que no haya olvidado algo.
Me puse al hombro mi fiel mochilita dorada. Me había acompañado por tantos lugares, y esta vez no sería la excepción.

INSTAX MEMORIESWhere stories live. Discover now