Capítulo 5: Una loca en un bar

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BUSQUEN LAS COTUFAS OYÓ, SE PRENDIO EL VERGERO Y YO NI ME DI CUENTA...Nah, mentira. Me quedé sin dedos al escribir el capítulo niños.

En otras noticias, LLEGAMOS A LOS 100 VISTOS!, yo me siento orgullosa, aunque solo sean 100 no creí poder llegar a... Tanto pues, entonces, habrán extras porque yo los amos, solo un capítulo para terminar esto señorit@s..Ahora, los dejo tranquilos.

Un mes después:

Camine por la calle solitaria, iba a paso rápido y mi ceño ya hacía fruncido, solo recordar la cena con mi familia hacia que me subiera bilis a la garganta, apretaba mi bolso cada vez más contra mi, mi teléfono entre mi pantalón y mi abdomen comenzó a sonar, ya sabía quien era. Mi hermana comenzó a llamarme desde que salí arrecha de la casa de mis padres, vociferando que ojalá se tragaran sus palabras en un maldito futuro, definitivamente tenia que huir de aquí cuanto antes. La verdad es que mi sobrina era lo único que me mantenía atada aquí, solo me imagino como será que ella crezca en una familia tan egoísta como la mía y aquello lo imaginaba porque yo lo había vivido.

Mi auto se había averiado y me tenía que mover a pie en esta ciudad, lo que hacía que la vena de mi frente se marcara más, mientras más caminaba, más sabía adónde me dirigía. Maldita borracha estás vuelta Stephany, me recrimine yo misma. Llegue a una esquina y tuve la suerte de que un taxi venía pasando, lo paré y le dije la dirección donde me llevaría, era sábado y el día premiaba. Durante el trayecto solo podía reproducir todo el mi mente una y otra vez mientras me decía que no volvería a pisar aquella casa nunca más, sentía como si hubiera pasado una eternidad desde que mi familia y yo habíamos pasado un buen rato juntos.

Me recosté en el asiento y para cambiar la vía de mis pensamientos me puse a pensar en aquel alemán que me encontré aquella vez en el bus, no lo había llamado ni le había escrito y por lo visto él había olvidado lo sucedido porque tampoco se había comunicado conmigo. Cuando llegue de ese viaje lo primero que hice fue colgar su nota en el mural de fotos y recuerdos que tengo en mi habitación, pensar en él hacia que me recriminara por no haberle escrito y ya había pasado un mes entero, así que no creo que se vuelva a comunicar conmigo, ignore el hecho de que eso me hacía sentir algo mal y seguí mirando las calles casi vacías de Cumaná un sábado en la noche, cuando un día como este todo el mundo estaba en la calle, de verdad que la situación a cambia el estilo de vida que todos los venezolanos, sabía aquello y me llegaba afectar que mi gente viviera todo esto, más lo niños, ya que cuando yo comencé a salir y tener una vida más allá de mis padres podía salir tranquila, aunque la situación estaba comenzado a empeorar, lo habíamos tomado con la calma gigante, quizás eso había sido el error.

Al llegar a la discoteca más conocida de Cumaná me bajé y le pagué al taxista. Camina hasta la entrada y solte un suspiro, ya sabía que esto se iba a descontrolar. Entré y todo el mundo estaba bailando y tomando, el ambiente era oscuro y las luces de colores eran muy llamativos, pasaban por todos los lugares de la pista de baile. Me acerqué a la barra y el de los tragos me sonrió, ya nos habíamos visto varias veces por aquí.

-Preparate para una Stephany borracha, ¿ok?. -El chico puso se codo en la esquina de la barra y me sonrió.

-¿Un número especial al cual llamar?. -Yo negué y el asintió. -Te prepararé los shots.

Él se retiró y después de unos minutos volvió con varios vasos pequeños, tenía la mala fama de desaparecer los vasos, pero creo que no me movería de la barra en toda la noche, así que no creo que vaya a botar ningún vaso.

Mientras bebía de los pequeños vasos yo solo pude recordar lo sucedido y como había llegado aquí, mientras más alcohol ingería más veía la pista de baile como un sueño hecho realidad. Reproduciendo las imágenes en mi mente, volví a mis shots.

Amor En El Bus (Venezuela Libro#1) Where stories live. Discover now