Blanco o Negro (MinYoonGi)

32

-Solo estás perdiendo tiempo -dijo

-¿Tu o yo?

-Jessa -gruño

-Deja de perder tiempo

Lo tomé de nuevo de la mano y en ese momento la manija de la puerta la comenzaron a mover fuertemente.

Los dos nos quedamos en silencio de golpe.

-Está cerrado -escuchamos una voz afuera

-Patea la puerta -dijo la otra

No habría tiempo de meternos bajo la cama.

-Jessa, rápido -dijo Yoongi -escóndete

-Estas idiota si crees que te voy a dejar

El primer golpe en la puerta nos hizo saltar del susto a los dos.

Con la luz de mi teléfono alumbre la lámpara de batería solar que tenía Yoongi en su mesa de noche y la encendí. 

-No -protesto -van a saber que estamos aquí

-Prefiero pelear con algo de luz que en la oscuridad

-¿Pelear? ¿Estás loca?

El segundo golpe y la puerta seguía en su lugar.

-Lárgate de aquí, Jessa

-No

-Jessa

El tercero y la puerta se abrió tan fuerte que rebotó en la pared y regresó un poco.

Dos hombres con pistola en mano entraron y al vernos, se detuvieron.

Hubo un pequeño silencio que aproveche para sentarme en la orilla de la cama y proteger a Yoongi con mi cuerpo.

-Pueden tomar lo que quieran -dije -pero no nos lastimen

Los dos hicieron caso de mis palabras y comenzaron a mirar por toda la habitación.

Llevaban mochilas a las espaldas en las que iban metiendo lo que les gustaban.

Yo trataba de mantener la calma y no dejaba de mirarlos. Las manos de Yoongi me tomaban ambas de cada muñeca mientras sentía su respiración en mi nuca.

-Celulares -dijo uno de ellos

Ambos le entregamos nuestros celulares y él los tomó.

-¿Qué más tienen?

-Eso es todo

Yoongi

El hombre empujó del hombro a Jessa apartándola de mí.

-Dame todo lo que tengas

Se me acercó, pero Jessa lo detuvo tomándolo de su hombro y empujándolo lejos para volver a ponerse delante de mí.

En ese momento entré en pánico. La cara de enojó del tipo me dijo que eso no se quedaría así.

-No tiene nada, ya se los dimos todo

-No te metas, niña

Levantó la mano y de un rápido y fuerte golpe le dio en la cabeza con el mango de su arma.

-¡Jessa!

Cayó al suelo inconsciente.

-Jessa

Me arrastre hasta la orilla de mi cama y en ese momento las sirenas de la patrulla se escucharon a lo lejos, los dos hombres salieron corriendo.

Me arroje al suelo, no me importó el dolor que sentí en mi costado derecho cuando choque contra el piso.

Me arrastré con mis manos hasta Jessa y la giré.

-Jessa, Jessa ¿Me oyes? ¡Jessa!

Comencé a sentir algo en mis dedos y los acerqué a mi rostro. Aún con la oscuridad de mi habitación pude distinguir el color rojo de la sangre.

-Oh por Dios, oh por Dios -la tomé con fuerza

Escuché como abrían la puerta de afuera.

-¡Ayúdenme! ¡Por aquí!

Grité con todas mis fuerzas y las pisadas subiendo las escaleras las escuché en cuestión de segundos.

Dos policías aparecieron por la puerta y me vieron en el suelo.

Uno de ellos tomó un radio que llevaba con él para solicitar más ayuda.

-Necesitamos una ambulancia en la dirección del botón de pánico número 24 y más refuerzos

El otro policía salió de la habitación y minutos después el que había llamado también, no sin antes decirme:

-Cerrare un poco la puerta, la ambulancia ya viene en camino

Cerró un poco la puerta y siguió mirando la casa.

Mis manos me temblaban y la mandíbula también, no estaba llorando, pero podía sentir el nudo en mi garganta.

Dejé un momento a Jessa en el suelo y me arrastre hasta mi cama para tirar de mi cobija. Envolví a Jessa con la cobija y la abracé con fuerza para que entrará en calor.

Me odio. No pude protegerla, de nuevo.

La luz regresó, la ambulancia llegó, la policía buscó por todas las calles a los culpables.

Susi llegó en el momento en que Jessa subía a la ambulancia.

-¡Yoongi! -dejó caer su bolsa y se tiró delante de mí -¿Estas bien? No estas herido ¿Verdad?

-No

No podía verla a los ojos, no había cuidado de Jessa y eso me hacía sentir apenado y culpable.

Miró por todos lados y volvió a mirarme.

-¿Dónde está Jessa?

Apreté los labios y cerré los ojos.

-Yoongi ¿Dónde está mi Jessa?

Miré a la ambulancia que tenía aún las puertas abiertas y un paramédico la acomodaba bien en la camilla.