Capitulo 19: judas

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Eliza se espantó al escuchar tales palabras, Albert le había dicho reiteradas veces que debían evitar mostrar cosas "mágicas" a los terrenales, y debían tener aún más cuidado de no mostrar lo que eran guardianes, Requiems, podéres, protegos, antis...

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Eliza se espantó al escuchar tales palabras, Albert le había dicho reiteradas veces que debían evitar mostrar cosas "mágicas" a los terrenales, y debían tener aún más cuidado de no mostrar lo que eran guardianes, Requiems, podéres, protegos, antis, espíritus o cualquier cosa fuera de lo normal para los terrenales. Y ahí estaba a pesar de eso, sonriendo y revelando un mundo a un completo extraño.
Al ver la cara de horror, Adrián le sonrió.

- Ey, tranquila. En seguida reconocí que eran guardianes, podéres o protegos. Se nota a kilómetros, excepto por ti,  tu si pareces un terrenal. Me presento, soy Adrián,  el dueño de la taberna y un guardián de la tierra al igual que tu amigo Albert. Pueden confiar en mi, mientras están aquí les ayudaré en lo que sea. Vigilaré que ningún anti, croasti, Réquiem o cualquier clase de espíritu se les acerque.

- ¿Y se supone que así porque si debemos confiar en ti?
Lo increpó Eliza.

- Es un guardián Eliza, entre guardianes nos apoyamos.
Refunfuño Albert.

- Los dejaré para que resuelvan sus problemas.

- Gracias.
Dijo Eliza.
- No.
Lo detuvo Albert, pero aún así Adrián se alejó mientras charlaba con el hombre grande y peludo que atendía la barra. Eliza fulminó a Albert con la mirada.

- ¿Cómo puedes confiar en el así como así? Ya escuchaste a la mujer tiburón, Cristobl mandó a muchos de sus ayudantes, a muchos croastis, a Requiems aliados a el y a espíritus del caos, a destruirnos. No podemos confiar así en desconocidos. Tu mismo dijiste que no se podía confiar así en la humanidad.

- Es distinto, los terrenales son seres distintos a nosotros en muchos aspectos...

- Ustedes son humanos, a pesar de que se hagan los todos poderosos, a pesar de que saben más, a pesar de tener poderes, a pesar de tener un complejo de salvadores. Son humanos, con errores, con pensamientos individuales y decisiones propias. Que pueden decidir seguir a Cristobl.

- Los que se separan de nuestra sociedad son Antis, y los que deciden seguir a Cristobl croastis, ellos nos traicionarian, no un guardián.

- ¿Y si no es un guardián? ¿No te has parado a pensar que te pudo haber mentido?

- Se que estas acostumbrada a desconfiar, pero los guardianes no somos así. Deja de ser tan desconfiada y serás más feliz.
Dijo Albert en un tono burlón.
Los ojos de Eliza se abrieron intensamente, estaba cada vez molestandose más con Albert, iba a responder pero Anne los interrumpió.

- Saben, su discusión es interesante ¿Pero tardarán mucho más? Es para saber si ir a descansar como todos deberíamos estar haciendo o traer palomitas para observar el espectáculo.

La boca de Sebastián se volvió una gran  "O"
- Eso debió doler chicos.

- Vamos a dormir.
dijo Albert.

Eliza se quedó de brazos cruzados mientras todos se iban donde Adrián, pero antes de eso, Albert le susurró al oído con desdén.
- Deberías dejarme manejar esto a mi, eres nueva en esto, a demás eres... Tú.

Eliza quedó sola y mal. Tal vez Albert tenía razón y no servía para esto, en realidad tal vez no servía para nada. Se sentía débil e inútil, creía que no entendía nada de ese mundo, y tal vez su hermana pagaría por eso. Ella siguió a sus amigos y entró en una habitación,  ahí Adrián les entregó unas mantas, ya todos recostados, él les sonrió.

- Dulces sueños.

Y todo se volvió negro. Eliza despertó amarrada en una silla, a su lado estaba Anne desesperada por soltarse.

- Buenos días bella durmiente
Le dijo esta.

- ¿Qué pasó?
Dijo Eliza sin entender nada.

- Adrián nos drogo mientras dormíamos y nos capturó.
Comento Albert.

Eliza buscó con la mirada a Sebastián, que al parecer era el único que no veía,  el estaba todavía inconsciente en una silla, su rostro más pálido de lo normal, parecía...

- Parece un muerto, lo sé-Dijo Albert.- a mi me rogaron mucho antes que a ustedes, y cuando desperté aquí creí que los había perdido,  pero luego Anne despertó,  y luego tú, entonces me di cuenta que la droga te hace eso.

La culpa inundó a Eliza, Sebastián se veía tan frágil, parecía solo un niño, y lo era, era solo un niño a penas entrando en la pubertad. Si no hubiera acompañado a Eliza a rescatar a su hermana,  no se vería así. Pasaron varios minutos de silencio absoluto hasta que por fin Sebastián despertó.

- Lo siento mucho, ustedes no deberían estar así. Los sacaré de aquí lo prometo.
Dijo Eliza exasperada.

- Al fin despertaron todos. Puedes salvarlos Eliza, puedes salvarlos a todos, y a tu hermana. Puedes tener la vida que siempre tuviste. Solo únete a nosotros, únete a Cristobl el gran señor.
Dijo Adrián saliendo de las sombras junto a una persona igual a Albert.

- Tu nos engañaste para que confiaramos en Adrián, tu no eres Albert.
Dijo Eliza.

- Tu me drogaste y engañaste a mis amigos.
Dijo Albert

El Albert falso sonrió macabramente.

- Este pequeño es un espíritu cambia formas semi corpóreo, pero con unos pequeños... sacrificios logramos volverlo corpóreo por un pequeño tiempo.
Dijo Adrián.

- Eso es imposible, los espíritus no pueden ser corpóreos.
Dijo Anne.

- Nada es imposible para el gran señor.
Dijo el espíritu con una voz espeluznante.

- Vamos Eliza, únete, te daremos protección, fuerza, poder.

- No, jamás, no confiare en ti luego de esto, aunque hiciera lo que dices nada me asegura que cumplirás tu palabra.

- Tal vez necesitas una motivación. Llama a los demás espíritus del caos, empiecen por el pequeño.
Dijo Adrián Solemne.

Sombras se esparcieron por la habitación, rostros espantosos que amenazaban a Sebastián ahogandolo lentamente.

- ¡Dejenlo ir! ¡sueltenme! ¡haré lo que sea!
Exclamo Eliza desesperada. Anne y Albert intentaban salir con todas sus fuerzas pero no lo lograban.

- No les hagas caso Eliza, no lo hagas por mi.
Decía Sebastián con a penas un poco de aliento.
Eliza murmuró palabras a modo de hechizos, cualquiera que estuviera relacionada con escapar, hasta que uno de esos funcionó liberandola.

- Matenlo.
Dijo Adrián.

Eliza corrió hacia Sebastián, pero no logró llegar a tiempo, era tarde, los espíritus del caos se abalanzaron sobre el, cubriéndolo por completo.

Gritos de dolor salieron de Anne y Albert, mientras Eliza murmuraba palabras sin sentido, esperando poder hacer algo,  sin lograrlo.

Nota de la autora: 🙊🙊🙊🙊🙊🙊
¿Se nos murió el Sebitas?
¿Que opinan xd?
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Gracias por leer.
Los amu

Magia y Fuerza (PAUSADA)Where stories live. Discover now