21. Demasiado pronto

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*9 meses antes*

Tony despertó revolviéndose, se sentía mal, le dolía un poco la espalda baja y el estómago, y anoche no hizo ninguna clase de actividad indecente, ya sea con una botella de vino o con su esposo. Woh, su esposo. Aún no podía creer que se había casado con Steve, el Capitán América. Un matrimonio de superhéroes, que cómico. El moreno se giró sobre su costado viendo a su marido allí. Steve estaba tumbado boca abajo, su perfecta espalda al aire, no soportaba dormir con camiseta, y su cabello rubio desordenado. Tony alzó la mano para acariciar levemente su rostro, su pálida tez, sus rosados labios, sus largas pestañas. Era el ser más hermoso del mundo, aunque sin duda el rubio lo indicaría a la inversa. 

-Mmmm ¿cielo? -musitó Steve con una leve risita

-¿Uhm?

-¿Qué haces despierto? ¿Eres mi marido o un alien?

Tony rio pegándose más a él y frotando su nariz en su musculoso brazo.

-Soy un alien, y mi deber es investigar sobre la actividad sexual de Steve Rogers, así que tendré que follar contigo mucho

Steve se rio sonoramente girando para abrazar a su esposo, usualmente le regañaría por el vocabulario, pero al fin y al cabo eran ellos dos en su dormitorio, la palabra "follar" estaba permitida.

-Eres insaciable, señor Stark-Rogers

-Como si tú no lo fueras, Rogers-Stark

-Uhm... culpable -sonrió ladino apretando leve el trasero de Tony -Pero en serio, vuelve a dormir, es temprano incluso para mí

Steve solía levantarse a las 6 de la mañana, pero ahora mismo el reloj marcaba las 4, por lo que estar despierto era inusual hasta para él. Tony se acomodó en su pecho, tan grande y cómodo, oliendo su agradable aroma de alfa, ahora mezclado con el suyo propio, un olor único de ellos dos. Su instinto le obligó a alzarse un poco para llegar al cuello del rubio y besar su marca, el mordisco que Tony le había dejado hacía dos semanas, en su noche de bodas. Sí, hacía solo dos semanas que se había casado con Steve Rogers, y esta era su primera noche en la Torre como esposos, pues acababan de volver de su luna de miel en la isla que Tony le había regalado. Ronroneó feliz al notar la fuente del olor, la marca de Steve, besándola feliz, ante lo que el rubio ronroneó también. Estaba a punto de volver a conciliar el sueño cuando su estómago se retorció, esta vez algo insoportable, Tony sólo alcanzó a apartarse y girarse, pero no llegó al baño.

-¡Tony!

Steve se incorporó alarmado al escucharle vomitar, acarició su espalda tratando de calmarle un poco, y se levantó a por un cubo cuando el moreno había terminado, limpiando todo aquello casi tan rápido como había aparecido. Tony solía decir que era una maruja de la limpieza. Steve insistía en que "maruja" y "limpieza" no tenían nada que ver. 

-Cielo, ¿qué pasa?

-No es nada, no es nada -jadeó maldiciendo el mal sabor en su boca -Sólo me molesta el estómago

-¿Demasiadas hamburguesas con queso?

-Probablemente

El rubio asintió tratando de camuflar su cara de preocupación. Nunca se le dio bien ocultar sus emociones. Steve fue al baño y humedeció una toalla para limpiar el rostro de Tony, así como refrescar su cuello, le llevó agua fresca y le dejó un cubo al lado por si acaso.

-Parece que lo de "en la enfermedad" ha llegado antes de lo previsto

-Bueno, no pasa nada, seré un viudo rico

-Ey -golpeó su hombro riendo -Mamonazo

Steve rio también besándola dulcemente, dándole igual que le supiera la boca un poco a mierda, o que le pudiera pegar algo, cosa que no podía. Tantos años en el hielo y no había tenido un resfriado, no iba a pillar ya nada. Volvió a acostarse abrazando al moreno por la espalda, sus manos descansando en torno a su pecho, a Steve le encantaba sentir el corazón y la respiración de su pareja. No tardaron en volver a dormirse, pero tampoco tardaron en volver a despertar. Tony no dejaba de revolverse incómodo.

Un cuento al revésWhere stories live. Discover now