Capítulo 18

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Patrick no podía creer lo que le estaba contando, se veía totalmente sorprendido, su boca estaba ligeramente abierta detrás de sus manos que la tapaban.

Me había quitado los tacones apenas había entrado en el elevador, mis pies estaban llorando, normalmente suelo usar tacones bajos para la empresa, pero esta vez Patrick había insistido en que usara uno de unos 10cm o mas y mis pies morían.

Recostada en mi cama, mirando el techo y con una sonrisa en mis labios, quería que aquel día no acabara y que aquella sensación nunca desapareciera de mi pecho, pero tenía que ser realista, no sabía si todo esto estaba bien o estaba mal, estábamos hablando de mi jefe, y no solo mío, sino de toda una empresa, y no cualquier empresa, de la más grande de la ciudad y del país por poco.

Era más de media noche cuando por fin decidimos acostarnos a dormir, mañana era un día largo de trabajo y si no dormía pronto me levantaría con un genio de los demonios, para mi desgracia no tenía ningún día libre salvo los fines de semana y el viernes por la tarde Patrick regresaría a Nashville. El solo pensarlo me ponía de bajos ánimos.

La alarma sonó, y cada pitido era como si martillaran mi cabeza, como pude me levanté y para mi suerte Patrick ya tenía el desayuno hecho. Admito que estos días en los que estuvo aquí, podía permitirme 5 minutos más de sueño gracias a que mi querido amigo siempre tenía la comida preparada, decía que era lo menos que podía hacer por mí. Hoy pasara todo el día con Sam, quien para su suerte había terminado su colección completa del año, por otro lado, a mí me tocaba trabajar y trabajar, lejos de mis vacaciones.

Me tome mi tiempo en la ducha, dejando caer el agua por tomo mi cuerpo y sintiendo como poco a poco iba despertando cada vez más, al salir, corrí hasta el armario y me vestí con uno de los nuevos trajes que había comprado, era de color vino, los pantalones eran hermosos, con un limpio corte hasta el final de mis piernas, ajustándose a cada curva de ella, acompañado con un chaleco del mismo color y para completar una camisa blanca, el chaleco era completo, llegando hasta la mitad de mis muslos, lucia hermoso, era un traje realmente hermoso y su resultado me encanto lo cual agradecí porque no tuve tiempo de probármelo cuando lo compre gracias a los apuros de Sam.

Tuve un desayuno agradable con Patrick, platicamos de diferentes cosas y me recordó que pasaría la tarde con Sam y que nos verías a la noche cuando regresara, tenían pensado por lo que me conto, ir de compras, tal vez ver alguna película y cenar por ahí en algún restaurante.

Era hora de irme, tomo mi bolso y las llaves del departamento, cuando estoy por salir mi teléfono suena entre mis manos y frunzo el ceño cuando veo un número desconocido en la pantalla.

*- ¿Hola? - contesto.

- Espero estés lista- la voz de Damián se escucha al otro lado y como si se tratara de algún interruptor, sonrío.

- Estoy bajando ya para tomar un taxi- digo- ¿Cómo conseguiste mi numero? - pregunto entrando en cuenta que nunca se lo había dado.

- Eso es lo de menos- responde y por su tono, puedo jurar que está sonriendo- estoy estacionado frente el portal de tu edificio, te espero- colgó. *

Como si se tratara de una colegiala, reí, me mire en el espejo del ascensor y arregle mi traje, mi cabello y sonreí con la imagen, las puertas se abrieron y salí de él, llegando a la puerta principal vi el lujoso auto negro que caracterizaba al sr. Patner, quien por cierto estaba recostado a un lado de este, luciendo uno de sus impecables trajes a la medida, viéndose más sexy de lo que jamás podría verse algún ser humano sobre la tierra. Las comisuras de sus labios se elevan cuando salgo por las puertas y como respuesta le sonrío, Damián da unos pasos hacia mí, hasta quedar a solo unos pocos centímetros, me toma de la cintura y sin previo aviso, me besa.

Por favor, quédate (En corrección)Where stories live. Discover now