Día 21

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Día 21

Jueves 14 de Noviembre 

El día empezó muy tranquilo. Ahora que todos durmieron en sus respectivas habitaciones y sin el temor inminente del “fantasma” los ánimos han mejorado en la mansión. Dorothy ha preparado un delicioso desayuno de panqueques con miel y el siempre entusiasta Ian está rebosante de energía como siempre.

Mi querido Chase está un poco más animado también, diría que tiene esa aura divertida de los días en los que se le antoja hacer una fiesta.  Todo está marchando de maravilla.

Chase y yo fuimos al club deportivo como de costumbre. Pasamos un buen rato haciendo un intento de jugar tenis, el entrenador fue bastante paciente con nosotros. (Debo resaltarlo, cualquier persona común hubiera desertado a la primera torpeza)

Me gusta pasar tiempo junto a él, es tan divertido. Siempre encuentra la forma de hacerme sonreír aunque no quiera, alguna ocurrencia de la nada me hace la persona más dichosa del mundo. Como dije antes, con todo y todo Chase es el chico con quien quiero pasar el resto de mis días.

/*/*/*/*La hora del almuerzo/*/*/*

Chase me llevó a un restaurante lujoso según él para festejar que nos deshicimos del fantasma y celebrar que las cosas van bien entre nosotros.

La comida estuvo muy buena.

—Quien lo diría, eres pequeña y delgada pero puedes comer como un camionero hambriento.

—¡Cállate! Por cierto vas a ¿comer algo de esa tarta de limón? Se ve deliciosa.

Me la dio con una sonrisa.

—Toda tuya, querida.

Así es nuestro romance, un poco extraño pero está ahí. Existe, es tangible, se siente en el aire.

—Meg, me alegra que todo esté bien entre nosotros.

—¿Por qué no lo estaría?

—Porque temo arruinar lo nuestro. Como anoche.

—No pasa nada, estamos bien. Te comprendo. Ellos llegaron a casa de la nada, te incomodaron y es comprensible que te pusieras así.

—No es solo eso Meg, ¿Quieres que lo acepte? Sí, estaba celoso, muy celoso. Esos gemelos diabólicos no me inspiran confianza.

—No tienes nada que temer. El único idiota que me gusta eres tú.

—¿Debo sentirme alagado u ofendido?

Ambos echamos a reír, él tomó mi mano derecha entre las suyas y depositó un beso en el dorso.

—Eres todo lo que buscaba Meg, tal y como imaginaba.

Sentí el rubor subiendo a mis mejillas.

Chase cuando quiere puede ser muy romántico.  El momento es perfecto. No quiero que las cosas cambien, nunca.

/*/*/*/*La noche cae en la mansión/*/*/*

Y tengo malas noticias. Las cosas dieron un giro inesperado de la nada. Te lo cuento ahora mismo:

Madame volvió esta noche a la mansión, según ella las grabaciones de la nueva película se dieron un descanso por un par de días y estaba muy preocupada por nosotros. (MUY RARO)

No puede enterarse de lo mío con su hijo. No es como si fuera a tomar a bien que su hijo tenga algo romántico con la arrimada.

Para colmo de males,  una visita molesta irrumpió en la calma de la mansión.

Zigmund Kydd.

—Estimada Madame Louise, vengo especialmente a pedir su permiso para cortejar a Meg.

—¿¡Qué!?— Chillamos Chase y yo al unísono. Claro que él tuvo que disimularlo de inmediato.

Madame se pensó las cosas un momento.

—¿Cuáles son tus intenciones con ella?—preguntó.

—Quiero protegerla y si es posible llegar a algo más serio con ella. Claro si usted está de acuerdo.

—¡Eso no será posible!— grité interrumpiéndolo.

—¿Ah no? ¿Acaso tienes ya algún pretendiente o novio?— una sonrisa malvada se dibujó en su rostro mientras preguntaba.

No, el no sería capaz de delatarme ante madame.  ¿O sí?

Chase en el sillón unitario apretaba los puños considerablemente, temía que en cualquier momento se lanzara sobre Zigmund  le diera una buena paliza.

—No veo ningún impedimento, ¿Verdad Meg?— preguntó Madame.

No me quedó otra que aceptar esta ridiculez. Zigmund se salió con su gusto, pero juro que sólo será por esta vez.

—Zigmund es un chico de buena familia, con un futuro prometedor, sin mencionar que estoy muy agradecida con su familia por ayudarme a volver al mundo de la actuación.

¡Pum! Una puñalada. Madame discretamente me estaba pidiendo que acepte esta ridícula proposición.

/*/*/*/*/*/* Casi a medianoche/*/*/*/*

Chase  y yo nos reunimos en la escalera que lleva al depósito para conversar de lo sucedido.

—Ese imbécil está consiguiendo lo que quiere. Está jugando con fuego al discretamente amenazarnos ante mi madre. ¿No seguiremos su juego verdad? Meg, le diremos mañana mismo toda la verdad.

—¡Claro que no! Tu madre puede echarme de la casa o hacer algo para separarnos ¿no crees? Es la peor idea que se te puede haber ocurrido.

—¿Entonces qué sugieres?

—Nada, seguiremos el juego de Zigmund. Estoy segura que yo no soy su principal objetivo. Él busca algo más, estoy segura. Y vamos a descubrir qué es.


El Diario de Meg- Mayte GutiérrezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora