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—Buenos Días, amo.— La linda sirvienta de la casa embrujada abre la puerta de la lavadora. Revelando la figura de un joven haciéndose bolita como un camarón. Su cabello negro estaba desaliñado más sus grandes brazos cubrían su carita de ser expuesta.

—Amo, usted no es un vampiro.— La sirvienta le recalca.

—¡Pero aquí siempre huele rico!

—Amo, ¿Qué hay de su cuarto?

—¡Tiene mal olor!

La sirvienta mira al techo recordando como el cuarto del joven amo tenía pizza por todas las paredes, donas insertadas en el pequeño hueco de latas de refresco, burritos aplastados bajo la almohada del amo y, finalmente...

Un húmedo condón bajo la cama que hizo que la sirvienta cerrase el cuarto del joven amo con un grito esa vez pasada.

—Ah, ya recuerdo por qué.— La sirvienta asiente con disgusto. —¡Pero te he hecho desayuno! ¡Ven!

La sirvienta se adelanta con pasos largos como soldado.

El amo no sale de la lavadora.

Con una queja, la sirvienta vuelve a por él. Tirando del cuello de su chaqueta para arrastrarlo por el piso mientras que el pobre chico trata de alcanzar la lavadora con sus manos.

Sentado en la mesa de desayuno, mira sin reacción alguna su plato de cereal. A veces, esa mirada sin emocion podía llegar a ser abrumante. Después de todo esa es la mirada de una persona que se convierte en misántropo.

El amo deja caer su cabeza en el plato, comiendo con la boca sin utilizar los utensilios colocados a los lados del plato. Incluso imita gruñidos mientras que cierra y abre sus manos como garras incontrolables más tira los utensilios para la verga.

Cuando alza su cabeza, deja salir un gigante erupto que hace temblar la casa. Algunos cuadros se caen y la sirvienta saca unos audífonos gigantes de no se sabe dónde y pone la canción de Titanic mientras que ve el horrible panorama.

Después de esa gran erupción, el amo se tira un peo gigante. Este brota en un aura verde que se esparce por todo el aire.

La sirvienta contiene su respiración con los cachetes bien grandes. Sus ojos oscuros miran la peste flotante verdosa.

El aura apestoso se detiene frente a ella. La desafía. Es para ver cuánto ella puede aguantar la respiración. La chica acepta el desafío. Ojos en el desafiante aura.

El aura se rinde, desvaneciéndose.

—Llevaré esto a la cocina y lo lavaré.

El amo se alza de su silla sosteniendo el plato e ignorando la mano de la sirviente quién se voltea para verlo marcharse al fregadero detrás.

Ella muerde una sonrisa.

—Encerio, ¿Por qué me tiene de sirvienta?

El timbre en la puerta suena.

—¡Voy, no se vaya!

La chica corre casi dando brincos. Al abrir la puerta, hay un chico de cabello corto con flequillos sobre su frente. Es bajo, delgado, con piel dorada. Su nariz es algo estrecha pero pequeña, sus ojos son pequeños. Es asiático.

Viste una cremallera amarilla con una camisa blanca de rayas multicolor con un mahón ajustado y unas botas.

—Supongo que esta es la casa.— El chico apoya su brazo contra el borde de la puerta, mirando con una sonrisa el interior.

—Supongo que usted viene por lo que vienen todos, ¿No?— La sirvienta sonríe.

—Podría terminar enamorándome de usted en vez.

El chico le guiña un ojo.

El amo de la casa mira sobre su hombro fornido. Sonríe leve. Le gusta la voz ronca que escucha desde la cocina. Pero no sólo es su voz sino las palabras que expresa sin vergüenza alguna.

—Bueno, llevaré al amo arriba para cambiarse. Mientras tanto, puedes acostarte en el sofá y ver Los Simpsons--

El chico agarra a la sirvienta por el brazo, sorprendiéndola. Rápidamente la suelta con una disculpa.

—Venga ya. Esto no es una casa embrujada, ¿no? Es sólo una mentira que crean para encubrir que ustedes usan drogas ilegales en las personas y--

—Todas las drogas son ilegales.

—¿Acaso estás confesando e diciendo que estoy en lo correcto?

—No. Es que dijiste "están utilizando drogas ilegales" así que...

La chica imita su voz con los hombros alzados en forma de burla pero actúa totalmente normal.

—¿Vas a esperar en el sofá o no?— La chica se hace a un lado para que él chico pase. El chico se adentra con pasos pesados. Mira las escaleras. El amo parece estar en los escalones cubriéndose, vestido con armadura e espada de hierro para fingir que es una estatua de caballero como camuflaje pero se va corriendo a tropezones con los escalones.

El chico que acaba de entrar se dio la vuelta para mirar a la sirvienta, señalando los escalones con una sonrisa.

—¿Ese es el bastardo amoroso?

—Lo vuelves a llamar así y te mato. ¿Dónde están tus maletas?

La chica miró por todos lados en busca de ellas con un puchero.

Oh. Afuera. Imagino no necesitas ayuda con ellas, ¿No?

—¡Tranquilo señor! Yo podré.

El chico ronronea en una sonrisa mientras está sentado en un sofá, ojeando el corto vestido de la pelirrubia.

Ella sale afuera del portón de la casa y respinga. Hay un montón de maletas una encima de la otra.

—¡Ese señor idiota...!— Ella se queja pero mira a los lectores de esta historia y sonríe.

—Qué suerte que soy la escritora de esta historia, infiltrada.— Ella toma dos de las maletas y las tira al camión de basura que justo se detiene a su lado. Tira dos más. Continua hasta que quedan tres.

—Esto valdrá.— Ella las carga como puede para entrar a la casa.

Se detiene ahí.

—¡¿Y mis otras maletas?!— El chico grita, levantándose del sofá.

—La basura se las llevo.— El amo de la casa dice.

El chico se da la vuelta, viendo una silueta brillosa por la luz del sol que entra por el cristal católico detrás del amo.

En ese cristal está dibujado el ángel Gabriel. El amo está justo en el medio por tanto, las alas del ángel se ven como si fueran las del amo.

El amo trae puesto un kimono verde translúcido de flores sakura japonesa junto unos boxers de rayas con unas medias blancas de rayas coloridas.

*N/A: ¡Primer cap! ¿Qué les pareció? Mew es muy tierno 😍

La Casa Embrujada Por Amor/ MewGulfWhere stories live. Discover now