"Un trauma difícil de olvidar"

962 106 20
                                    

Joaquín.

—Era mentira. No podía creer lo que mis oídos escuchaban, si esto era una broma no era nada divertida, no podía ser cierto, Aristóteles no podía ser Emilio, él no era un monstruo.
No sé cómo explicar el dolor que me abarca ahora, sentía que mi pecho explotaría, miles de cuchillos eran clavados en mi corazón y el miedo que creí haber superado volvía a mi, me vi rodeado de aquella habitación tan oscura donde estuve atrapado por meses y volví a temer por mi vida—

J: ¡NO! ¡Tú no puedes ser el!

E: Joaquín... Por favor escúchame...

J: ¡¡Aléjate de mi!! ¡AYUDA!

—No lo quería cerca, quite sus manos de mi con fuerza y simplemente corrí a la salida del lugar y golpee la puerta para que me dejaran salir. Nuevamente sentí lo que había vivido; nadie venía en mi ayuda, por más que gritara, por más que suplicara y llorara, nadie estaba ahí para ayudarme—

J: ¡Por favor alguien! ¡¡Ayuda!!

E: ¡Joaquín!

—Sentí que me tomaban por lo hombros y al darme cuenta, era él, su rostro justo como lo recuerdo; solo que esta vez, lágrimas caían por sus mejillas y aunque el agarre no era fuerte, podía sentir su desesperación—

E: Por favor escúchame... Lo hice por ti... ¡Todo fue por ti!, ¡Yo no fui quien te secuestro!... Jamás te haría daño...

—Su cabeza se agachó frente a mí y comenzó a llorar, sus sollozos podía escucharlos; lo que sea que haya pasado, le tenía destrozado. No soporte más cuando mi mirada se tornó borrosa, solo escuche a lo lejos que gritaban mi nombre mientras pasos se acercaban y pronto perdí el conocimiento, no recuerdo más.

Mis ojos se abrieron levemente, poco a poco, pues la luz de aquel cuarto era muy brillante y lastimaba mi vista; cuando finalmente pude ver con claridad, me encontré con un techo blanco y un foco pequeño que alumbraba la habitación, mi vista viajó al rededor del lugar y a mi lado note a Aristóteles, o mejor dicho a Emilio, quien estaba sentado en un banco al lado de la cama y recargado con sus brazos en el colchón, tenía sus ojos cerrados; lucia cansado y por lo visto se había quedado dormido. Pasee mi mirada por el alrededor, aún era de día pero se notaba un atardecer, desconocía que hora era—

E: Joaquin...

—Aquella frase me causo una gran sorpresa, volví la mirada a Emilio y note que ya estaba despierto; ahora me miraba con atención y pude notar un leve enrojecimiento en sus ojos, como si hubiera estado llorando. De hecho, si estuvo llorando—

J: ... Emilio... Yo...

—No tuve tiempo de terminar de hablar cuando sentí sus brazos rodearme con fuerza, era claro también el leve temblor que tenía al estar tan cerca, su corazón latía rápidamente contra mi pecho y yo no pude hacer más, que llorar. Lagrimas corrieron por mis mejillas sin tener intención de contenerse, mis brazos rodearon la espalda de Emilio y me aferre a él con la misma fuerza, todo el dolor y toda la frustración que había ocultado todo este tiempo salio, ya no estaba solo pero aún así me sentía tan pequeño y tan débil en el abrazo que no quería soltarlo—

E: ¡Joaquin!

J: ¡Emilio!

E: Joaco... Hay, hay muchas cosas que necesitamos hablar...

—Se aparto levemente de mi cuerpo y con sus manos seco mis lagrimas, que a pesar de esa acción no dejaron de salir, simplemente no podía parar de hacerlo. Eran muchas las emociones que sentía, pero acepte darle la palabra a Emilio, quien al igual que yo, ahora lloraba—

"Un trauma difícil de olvidar" - EmiliacoWhere stories live. Discover now