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Bad Blood—Taylor Swift

Las mañanas se sentían diferentes desde que mi hermano estaba conmigo. Mientras intentaba idear algo simple que pudiera preparar para el desayuno, mi querido hermano se quejaba de su nueva escuela. Nunca había sido muy paciente, no era una de mis cualidades aun así lo intentaba por él y por Nate, pero hoy...

—Ya te dije que debes ir a la escuela—elevé la voz para que me escuchara—No es negociable, entiéndelo—me incliné un poco para ver si había algo que pudiera usar en la nevera, pero un estruendo que desató los llantos de mi hijo me detuvo.

Enderecé la espalda de inmediato girándome para saber qué era lo que había ocurrido. Adrian había arrojado al suelo un barco de cerámica que había traído de mi último viaje a Costa Rica. Mi decoración favorita se encontraba hecho añicos. Adrian tenía la cara roja de pura ira junto con los puños apretados, jamás lo había visto tan molesto.

—¿Qué te pasa? — hable frunciendo el ceño tratando con todas mis fuerzas no elevar la voz, mientras caminaba a consolar a Nate que se encontraba en una silla para bebés.

—¡No iré a esa maldita escuela! —gritó haciendo que el llanto de mi pequeño se intensificara.

—Adrian no...—pero ya se había ido

Me quedé parada en medio de la cocina con la ira desbordando.

¿Cómo se atrevía ese mocoso a romper algo tan importante?

Caminé enterrando mis uñas en la palma de mis manos para evitar decir algo de lo que pudiera arrepentirme. Sostuve a Nate en mis brazos hasta que se cansó de llorar y quiso dormir.

Vi la hora en el reloj, ya era tarde, tanto para ir a la escuela como para ir a la universidad así que tuve que llamar a Marie para que no se preocupara y que tomara un descanso ya que yo me encargaría de todo hoy. Suspiré antes de comenzar a recoger los trozos de cerámica que suponían un peligro, luego de limpiar y aspirar completamente el área.

Dejé lo que pude rescatar sobre la barra y busqué algo de pegamento en los cajones. Luego de unos minutos, mi hermano salió de su habitación para toma algo de comida y volver.

Supongo que aún no podemos hablar. Había leído en algún libro de crianza o algo así, que no era sano que ambos habláramos del tema si no estábamos calmados, y tenía que hacer todo lo posible para que cuando la trabajadora social volviera lo encontrara todo perfectamente. Respiré profundamente antes de comenzar a pegar cada trozo para poder reformar la pieza. Me tomó al menos media hora para poder pegar la mitad, tiempo que tomé para pensar también en lo que debería decirle a mi hermano cuando se encontrara más calmado.

De un momento a otro volvió a salir de su habitación mirando al suelo con el ceño fruncido, se acercó lentamente a la barra mientras yo lo observaba.

—Lamento haber roto eso—murmuró aun sin verme a la cara

—Está bien, tiene arreglo— continué pegando las piezas

—También lamento haberte gritado—continuó mientras poco a poco iba subiendo la mirada—Y haber maldecido frente a Nathan.

—Está bien—sonreí de medio lado para hacerle saber que no estaba molesta con él.

Hice una señal para que se sentara a mi lado y así lo hizo con pasos lentos para alargar el momento. Supuse que creía que aún estaba enojada con él y le esperaba una reprimenda. Lo cual había pensado y no me había parecido lo más conveniente, algo estaba pasando para que él reaccionara de esa manera y necesitaba saberlo para apoyarlo de la mejor manera posible, según lo que había leído.

¡ALERTA! BADBOY EN PELIGRO [EDITANDO]Where stories live. Discover now