XXXIV

3K 151 16
                                    

 [Punto de Vista Jud]

Durante esos dos días en los que Zayn estuvo en Barcelona, hicimos poco más que pasar las horas muertas en la habitación que había cogido en un hotel de poco renombre pero calidad envidiable. Vimos la televisión, lo escuché cantar un sin fin de veces sin llegar a cansarme, jugamos a las cartas y hablamos, hablamos mucho. Hablamos de todo. Hablamos a cada segundo.

El Zayn que recordaba de mis días en Londres distaba mucho del Zayn que había estado viendo últimamente por Twitter, Tumblr o cualquier plataforma semejante. Era un regalo de los dioses poder tenerlo cerca de nuevo y durante esas casi cuarenta y ocho horas que pasamos juntos no necesité comer, dormir o cualquier otra necesidad vital, porque lo único que me parecía imprescindible era estar a su lado.

Cuando regresé de la capital inglesa, recordaba con exactitud cada momento que habíamos pasado juntos y dolió advertir cómo poco a poco esos recuerdos se iban desvaneciendo hasta dejar de ser todo lo nítidos que me hubiera gustado. Entonces, esos recuerdos empezaron a ser sustituidos por las imágenes que todo el mundo veía, los vídeos que todo el mundo veía y los comentarios que todo el mundo comentaba. Pero el Zayn que se ponía delante de las cámaras era muy diferente del que me sonreía con sinceridad cuando estaba junto a mí, y era al segundo al que necesitaba rememorar con claridad. Por eso me esforcé como nunca por captar el brillo en sus ojos, el tacto de su piel o incluso su olor, porque no quería perderlo. No quería ir olvidándome de ello, como ya había sucedido, y tener que empezar a vivir de todo lo que los demás también podían ver, y que en muy pocas ocasiones se correspondía con la realidad. Necesitaba a mi Zayn, el que yo conocía. El que él me había dejado conocer.

- ¿Y venir a Londres con las chicas no entra en tus planes? -Preguntó, moviéndose ligeramente en el colchón. Suspiré y dejé caer sobre su hombro mi cabeza, en la que dejó un pequeño beso-. ¿No crees que estaría genial?

- Es algo que no puedo permitirme -fui sincera.

No me avergonzaba reconocer que mi dinero no alcanzaba ni la mitad de la mitad de la mitad de la cuarta parte de la fortuna que atesoraba él. Pertenecíamos a mundos distintos pero éramos una misma persona y eso era lo que nos importaba a ambos, lo sabía.

- Podrías encontrar trabajo allí.

- Y también podría no hacerlo.

- Entonces podrías volver.

- Y significaría haber perdido el tiempo.

Elevó su hombro haciendo que mi cabeza pegara un respingo sobre él y supe que había sido una señal de enfado ante mi último comentario.

- No digas eso. Estarías con nosotros, eso no es perder el tiempo.

Claro que no era perder el tiempo. Sonreí ampliamente y cerré los ojos, concentrando mi sentido del olfato en captar de nuevo ese olor personal que siempre le había caracterizado. No me permitiría volver a olvidarme de él, nunca. No podía volver a cometer el mismo error de irme desprendiendo de esos detalles, porque nadie me aseguraba cuándo podría volver a disfrutarlos.

- No puedo creer que mi avión salga en cuatro horas -comentó, acariciando con una de sus grandes manos mi cabello.

Apreté los ojos con fuerza, dolida por ello. Tenía que separarme de él de nuevo y apenas acababa de llegar. ¿Cuánto tiempo llevábamos juntos? ¿Dos segundos? ¿Tres? Todo volaba a su lado. Volaba el tiempo, volaba la ilusión y volaban los sentimientos inundando toda esa habitación. ¿Por qué tenía que marcharse? Las medias naranjas, como él nos llamaba, no debían separarse.

- ¿No me dices nada? -Preguntó, observando mi silencio.

- Temo ponerme a llorar si lo hago.

- No quiero que llores -modificó su postura para arroparme con sus brazos y dejé caer mi cabeza a la altura de su omóplato-. Eres una llorona -se burló, aludiendo a los días entre lágrimas por mi parte que habíamos pasado.

Through the dark - Segunda parte de 'All their little things'Where stories live. Discover now