Capítulo 6

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Una vez más tengo mi culo en problemas. Eso me sucede por ser un maldito impulsivo, pero no puedo arrepentirme de lo que hice.

Gwen y yo estamos sentados frente a Sandra, que espera a que alguno hable. Lancaster fue llevado a la enfermería ya que la nariz no dejaba de sangrarle.

—¿Qué sucedió? —pregunta Sandra y no estoy muy seguro de quién quiere que hable.

—Fue mi culpa —hablo entonces —Yo fui el primero en golpear.

—No voy a decir que eso me sorprende —asegura Sandra cruzando los brazos sobre su pecho —Te dije que no quería más problemas, Caden...

—Espere —interviene Gwen —No fue su culpa. Matt... él se puso un poco violento conmigo y Caden sólo intervino.

—¿Te lastimó? —le pregunta con notoria preocupación.

—No, no en realidad —ella se remueve en su lugar y luego me mira —Yo también lo golpeé un poco... creo que por eso todo terminó así.

—Bien, no estoy muy segura de cómo fue —dice Sandra —Pero creo que tendré que tomar cartas en el asunto y hablar con el señor Lancaster.

—Que se mantenga alejado de ella —le digo y me toco la comisura del labio que ha comenzado a palpitarme. Tengo un poco de sangre allí —Deberías expulsarlo. Es un enfermo. No puede gritarle así e insultarla de la forma en que lo hizo.

—Veré que hacer con Matt —asiente, pero no toma en cuenta mi pedido de expulsión. Es obvio que no es un buen consejo de alguien que debería haber sido expulsado el primer día en este lugar —Gwen, si tienes un problema de nuevo con él no dudes en acudir a mí. En esta Universidad no toleramos ese tipo de tratos hacia las mujeres.

—Gracias.

Nos ponemos de pie y salimos de allí. Ella camina en silencio con los brazos cruzados sobre el pecho. Parece pensativa, y me sorprende que todavía no haya estallado del todo. Si bien golpeó a Lancaster, después se volvió como un maldito robot.

—Oye...

—No digas nada —me pide —Vamos a limpiarte ese corte en el labio.

—No es necesario, no tengo nada.

Sigo caminando junto a ella hasta llegar a uno de los casilleros. Ella pone la combinación para abrirlo y después me deja ver todas las cosas que tiene dentro. Hay una cantidad excesiva de fotos en la puerta. Antes de poder ver bien de qué se tratan, ella cierra el casillero. La miro y tiene un pequeño bolsito de mano. Me toma del brazo y me arrastra hasta uno de los salones que está vacío. Me hace sentarme sobre el escritorio y abre el bolsito. Es un pequeño botiquín de primeros auxilios. Saca una gasa y la moja con lo que parece ser alcohol. No dice nada mientras levanta la mano y pone la gasa en dónde tengo el pequeño corte. El ardor comienza a sentirse y exagero un poco el dolor.

—Lo siento —se disculpa y retira la gasa para volver a ponerla con más cuidado.

—¿Estás bien? —vuelvo a preguntarle. Ella suelta un suspiro y de repente se ve cansada, incluso vulnerable.

—Estoy bien, en serio —asiente y me mira fijo a los ojos —No tenías por qué hacer eso. Gracias.

—No, no me des las gracias. Tardé un poco en reaccionar... —miro sus brazos y en el derecho comienzan a notarse los cardenales que el agarre de ese infeliz le ha dejado.

—Al final voy a tener que dejar de creer en lo que dicen de ti —tira la gasa manchada al pequeño basurero que está a un costado y saca uno seco —Todo lo que se dice es que eres el tipo menos considerado del mundo, un ser egoísta y un cretino con todas las letras.

Peligrosa Obsesión (Remake)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt