Capítulo 11

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La tarde más alucinante de toda mi vida, habíamos ido a todas partes, aquí en Los Ángeles siempre hay lugares para visitar.

Fuimos primero a un museo de pinturas abstractas, según él, en todas me veía. No podía evitar que me sonrojara cada vez que decía eso.

–De verdad, ___________________, en esta pintura también estas tú–me hablabá con una expresión que hacía que creyera lo que estaba diciendo.

–Basta, Justin, solo haces que todos nos vean por burlones.

–¿Sabes qué? –me cuestionó, rodeando con sus brazos mi cintura–, no me importa lo que piensen de nosotros.

–Eres perfecto –le dije.

Aún no estaba definido que fuéramos novios, y por el momento era algo rápido, y creo que él lo entendía.

Después de ahí fuimos a varios lugares diferentes, pero en especial mi favorito fue una pequeña feria de un vecindario, colonia, como le llamen.

–Juguemos en las canicas, ¿qué dices? –siempre me gustó ese juego.

–Bien, pero espero que no pierdas.

–No lo haré.

Después de cinco tiros junte demasiados, bastantes puntos para un peluche gigante.

–Siempre quise uno de estos–le dije a Justin, demasiado alegre, parecía niña pequeña.

–Entonces ahora ya no podre regalarte uno.

–Claro que sí, ¿quién dijo que no? 

–Me encantas, ___________________ Lee.

Bajé mi mirada con muchos parpadeos, lo sé, soy modelo y estos comentarios no me debería de afectar pero con él es distinto.

Me sonroja.

Me hace sentir especial.

Es el indicado para mí.

–Ven, vamos a la casa de los espejos.

Entramos y todo era fantástico, luces, serpentinas, personas disfrazadas.

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Cuando llegamos a mi casa de este paseo pasó lo inesperado.

–Me ha encantado este día, gracias Justin.

–Ni lo menciones, ha sido lo mejor para mí.

–Gracias de verdad –me paré frente de él, pose mis manos a cada lado de su rostro, admirando sus ojos, su piel, sus labios, sus pestañas–. Gracias por salvarme.

–¿Salvarte? –cuestionó de manera asombrada.

–Sabes a lo que me refiero–acaricié una de sus mejillas–, Ian, fue mi infierno.

Sentí al instante como sus pómulos se ponían rígidos, vi sus puños apretarse, y su ceño fruncido.

–Tranquilo, Justin.

–No puedo creer que él te lastimara, cuando lo vi por primera vez golpearte, me entraron unas inmensas ganas de romperle el cuello.

–Olvídalo por favor, Justin–me acerqué a él lentamente y plante un beso cálido en sus labios–,  olvídalo.

Recargué mi cabeza en su hombro, olvidando todo lo que Ian me había hecho.

_______________________, sabes que nunca te haría algo así ¿verdad? 

Mi fotógrafo|Justin Bieber & tú|TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora