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Las luces que generaba la Aldea a mitad de una noche, se proclamaban de par en par en cada puesto de comida.

Esta noche era a mediados de un mes antes de culminar el año. Un día que celebran todos por el agradecer de un tiempo extraordinario con los allegados.

— ¡Kinrō Kansha no Hi! — exclamaban varios dueños de los locales de comida.

Hubiese sido maravilloso si me acordaba de esta fecha.
Hubiera al menos intentado lo imposible para que las cosas resulten, pero no fue así.

Igual no sabía cuántas veces más suspirar por el mismo motivo de Lee y aquellas palabras de evitarnos en su camino.

Aunque me lo imaginaba, así como TenTen antes de irse por su lado.

— Bien... — susurré dando una caminata lenta por las aceras del lugar.

Y sin lugar a dudas era un día especial para todos. Quizás por eso TenTen mencionó lo de la reunión grupal... Tal vez iba a festejar junto con su Sensei y Lee.

Pero de todos modos... Eso no se cumplió.

¿Y si hago algo especial para esta noche?

Pensé reteniendo mis pasos frente a una florería.

Podía ser una brillante idea el ir a casa con unas flores blancas para adornar la mesa. Después de todo, no tengo mucho que hacer con los ninja de Konohagakure.

Esta noche mis padres estarían regresando de la misión de emergencia y sería una sorpresa el recibirlos con tal detalle.

Llevé mi dedo a la comisura de mis labios tratando de idear un plan a lo menos para olvidar todo lo sucedido el día de hoy.

Cuando finalmente obtuve un bosquejo en mi mente, decidí ingresar con prisa a tal establecimiento cubierto de flores.

Un local que tocaba su campanilla al atravesar la puerta y oler las infinidades aromáticas que daba la naturaleza misma.

Esa era la Florería Yamanaka.

De hecho, muchas personas estaban alrededor de los ramos conjuntos y las macetas. Era el lugar más acogido por todos en Konoha.

La mayoría de los visitantes obtenian un ramo en sus brazos, tomándolo con empeño de saber que sería un buen presente de Kinrō Kansha no Hi.

Así que era un regalo perfecto para mí.

Sonreí acercándome a un estante que daba vista a los arreglos recientes, pero al notar el color rojizo de las flores me detuve de golpe.

Eran el matizar rojo cubierto de papel blanco, tal como llevaba Lee hace unas horas.

Ver ese reflejo sobre mi rostro solo daba los indicios de querer retornar el tiempo e impedir lo inevitable.

Sin embargo, el dolor de garganta por el nudo se ahínco originando que vuelva a la realidad. Tal como me dijo Ayame antes de irme; a veces es mejor olvidar lo necesario para buscar un nuevo camino a ser feliz.

Y sí que era una explicación certera... Ya no podía hacer más.
Tal vez el plan de Lee haya resultado mejor de lo que esperaba... O no lo sabía del todo.

BE MINE © || Rock Lee x Lectora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora