Sangre.

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Xue Yang había notado a Dage molesto después de que Song Lan había hablado con él, pero no le dio demasiada importancia. Tampoco le dio demasiada importancia al hecho de que ese día Dage no regresó a la carnicería y quien se encargó de los asuntos administrativos fue HuaiSang.

Lo que sí le resultó extraño a Xue Yang fue la misteriosa desaparición de Meng Yao, motivo por el cual le envió un texto, el cual fue respondido hasta el día siguiente, donde el hombre le decía que había tenido que salir de la ciudad por motivos personales.

No volvieron a hablar del tema en cuestión y tampoco del día del asesinato de la chica, para variar. No eran temas agradables que tratar.

Pero había una espina que molestaba a Xue Yang. Wen Rouhan no era el tipo de hombre que recibía solicitudes de dimisión como si cualquier cosa. Él no podía simplemente dejar su trabajo como "asesino nocturno" y hacerse de la vista gorda con las cosas que hacía la triada. Tampoco podía regresar —no por el momento, por lo menos.

Agradecía la preocupación de XingChen-gege y Zichen-gege, pero después de dos semanas aquello había comenzado a ser asfixiante.

Por las mañanas Zichen llegaba puntualmente a las seis quince de la mañana, abría la puerta de la entrada, se preparaba un café y leía la sección financiera del periódico en tanto él preparaba el desayuno para a A-Qing, XingChen y el propio Song Lan, después lo dejaba en la carnicería y se retiraba a su consultorio.

Por la tarde, XingChen lo recogía y lo regresaba a casa, donde comían junto con A-Qing. Posterior a eso Xue Yang esperaría en la casa a que llegara algún paciente de XingChen a consulta y haría el papeleo preliminar mientras XingChen llevaba a A-Qing a la biblioteca lunes, miércoles y viernes.

Xue Yang se sentía orgulloso de decir que era capaz de ponerle una vacuna a un perro o un gato —menos a un gato que aun perro, pero era una hazaña—, también era capaz de esterilizar una herida y en menor medida asistir el parto de una hembra —había asistido a una colli y a un husky—, lo que no podía hacer era que un perro se tragara una tonta pastilla.

El problema era que, si podía hacer todo eso, porque no lo dejaban hacer lo que hasta ese momento había hecho sin ninguna dificultad: Ir y venir del trabajo a su conveniencia y llevar y traer a su hermana pequeña de la biblioteca. Sin embargo, por la felicidad de XingChen se mantuvo callado. Se mantuvo callado hasta que Zichen comenzó a recogerlo en la carnicería porque XingChen tenía trabajo que hacer.

Ya presentado y aprobado el examen de educación media y Song Lan lo estaba bombardeando con información nuevo para el próximo nivel; pero el brote de calor por el verano hacía más susceptibles a los perros a contraer rabia así que había una campaña nacional de vacunación en la que XingChen estaba ayudando y ahora Zichen era la niñera a cargo.

A Xue Yang no le gustaba ser tratado como un niño de tres años, a menos que fuera por XingChen en la noche, cuando tenía una pesadilla y se colaba en su cama para dormir a su lado, como venía haciendo desde aquel evento. El aroma de XingChen era dulce y lo hacía sentir cómodo... De no ser porque A-Qing a veces lo abrazaba como oso de peluche, él pasaría todas las noches en la cama de su gege.

Duró casi cuatro meses con aquel régimen totalitario —el cual en realidad no le molestaba demasiado —, y estaba seguro de que hubiera durado más, de no haber sido por aquel evento que lo hizo temblar hasta el alma.

A-Qing debía tener un par de horas de haberse ido a la cama, quizá más. No estaba del todo seguro. Era fin de semana Xue Yang estaba estudiando en el comedor algo de química; las triadas, las octavas y la tabla periódica... Nunca se iba a olvidar de qué había estado estudiando esa noche.

El niño al que le gustaban los caramelos.Where stories live. Discover now