- Ilusión -

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Lo que pasó con Jimin fué devastador para mí. Y me gustaría decir que se sintió igual para él. Pero, como siempre, con él todo era crudo e inesperado.

Hoy, como tantas otras madrugadas, está lloviendo. Y yo me encuentro junto a Jimin en la sala de espera de una clínica, a la espera de que le den lo que, según me explicó en el trayecto, sirve para evitar que contraiga el virus del VIH.

En la clínica le dieron Pep, que es una combinación de dos poderosas pastillas que deben tomarse lo antes posible y diariamente durante un mes, para luego hacerse un test y descartar que haya contraído la enfermedad. No es totalmente eficaz y sólo se usa como último recurso en caso de haber tenido relaciones sin usar preservativo. Y el sólo hecho de saber por qué Jimin tuvo que recurrir a esto me llena de rabia e impotencia.

Pero también me asusta. Me asusta la clase de vida que lleva Jimin. Me asusta que sepa a dónde ir luego de que esos malditos abusaran de él. Y me asusta, me enoja y me entristece todavía más que las enfermeras y médicos lo conocían y sabían por qué razón había llegado a ese lugar. Porque eso me hizo cuestionarme cuántas veces ha pasado por algo así de grave, sabiendo que él es muy estricto con el tema de cuidarse mientras ejerce la prostitución.

Agradezco que Jimin me permitiera acompañarlo en esa ocasión, porque no me imagino lo triste que debe ser para alguien tan jóven lidiar con este tipo de situaciones por si solo.

-¡Maldición! Ahora no podré trabajar

Llevé a Jimin hasta el lugar donde alquilaba, y apenas bajó, golpeó y pateó las paredes con frustración. Hwasa y Yoona salieron al vernos llegar, al parecer nos habían estado esperando, y se precipitaron a contener a Jimin.

-No te preocupes por eso, Jimin.

Nosotras trabajaremos el doble, deja de sacrificarte tanto, maldita sea, es por eso que te pasan estas cosas -Lo regañó Hwasa tomandolo por los brazos y obligandolo a mirarla a los ojos. Pero Jimin negaba intentando safarse de su agarre.

Y yo no podía decir ni media palabra.

-Basta, Hwasa, por ahora vamos a dejarlo así, Jimin tiene que descansar. Mañana veremos qué hacer -Le aconsejó Yoona, y entonces los tres amigos ingresaron a la residencia.

Antes de que entrara, Yoona volteó hacia mí y me murmuró un "gracias" al cual yo asentí, todavía mudo y sin saber qué más hacer. Esperé a que cerraran la puerta y sólo entonces, estando seguro de que Jimin estaba a salvo, me marché de ahí.

Los primeros días, Jimin tuvo náuseas y se mareó un poco pero eso fué todo. Fuí a verlo a los pocos días de lo ocurrido y es que no podía dormir tranquilo con lo que le sucedió ni con el diálogo entre él y aquellas muchachas. Sabía que Jimin ganaba dinero de lo que hacía, y como ahora no podía salir a trabajar de aquello, sus amigas se verían en la obligación de hacerlo. Ellos tres tenían una vida realmente dura.

-Otra vez tú aquí.

Jimin soltó aquello secamente, aparentemente harto de mi presencia en su domicilio. Y aunque no es momento para emocionarse, Jimin vestía esa camiseta lisa blanca junto con los pantalones short hasta la mitad de sus torneados muslos, y su cabello era un adorable desastre como todos estos días que venía a visitarlo, y mi corazón saltaba de alegría porque se veía tan lindo con ese áspecto cómodo y a cara lavada al estar en la cómodidad de su hogar.

Dentro de la casa estaban Yoona y Hwasa sentadas en una pequeña mesa redonda de lo que suponía era el comedor, la última se sobaba las sienes, como si momentos antes hubieran estado teniendo algún tipo de discusión. Y entonces me di cuenta que llegué en un mal momento.

Prostituto (Jikook)[Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora