dieciseis

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Había llegado a España hacía casi dos mes y decir que era asombroso era quedarse corto.

A pesar de que siempre había sido fan de su cultura y costumbres, incluso tomó varios cursos de español debido al gran amor que le tenía a dicho idioma, aún así el impacto del cambio cultural tan radical le dio duro.

Poco a poco se iba adaptando cada vez más a los diferentes horarios tanto escolares como sociales, como la hora de comida y cena, el horario de entrada y salida de clases.

Aún le costaba moverse por la ciudad.

Su familia de intercambio era grandiosa. Estaban llenos de vida y eran muy divertidos y educados.

Soltó un suspiro cuando cerró la puerta principal detrás de su espalda.

"por fin" — pensó.

Había tenido un día duro. Presentó dos exposiciones, y un trabajo de historia, todo en español, obviamente.

"Tranquilo Yeonjunie, entiendo que el español es complicado, por lo que sólo juzgare tu esfuerzo e investigación más no tu pronunciación" — le había dicho su maestra.

Estuvo de más decir que se sintió aliviado. A pesar de que era bueno y había mejorado significativamente, aún le era un poco complicado el apartado de la pronunciación.

Su madre de intercambio — Julie — rió al ver los zapatos de yeonjun en la entrada y como este desaparecía al doblar la esquina del pasillo.

"las costumbres de todo la vida, jamás desaparecen" — pensó.

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Había terminado de los deberes que tenía para el día siguiente, se había duchado y cenado. Se lanzó a su cama mirando hacia el techo y por primera vez en el día, tomó su teléfono.

Yeonjun nunca fue muy apegado a las redes sociales, era más una persona de disfrutar el día a día, además de que su tarde se la pasaba haciendo algún deporte, leyendo, estudiando o viendo películas, dejando su tiempo en el celular bastante reducido a unos cuantos minutos en el día.

Podría pasarse hasta dos o tres días sin tener que cargar su teléfono, de hecho.

Aunque era totalmente diferente con sus hermanos de intercambio, pues estos se podían pasar el día entero pegados a la pantalla touch de sus celulares.

Después de mucho tiempo, entró a la aplicación de instagram e introdujo su contraseña. Cuando cargó, vio que tenía 200+ seguidores nuevos y un montón de notificaciones, desde menciones hasta nuevos seguidores.

A penas tenía unos 5 fotos publicadas, cada una casi pasando los 300+ "me gusta", pero a pesar de todo, no era muy amante a eso. Su cuenta ni siquiera fue creada por él, no, fue Soobin. Le había insistido tanto que Yeonjun sólo lo dejó ser.

Fue a su página principal solo por mera curiosidad. Su cara se desformaba en una mueca al ver las publicaciones de sus compañeros en Corea, realmente necesitaban madurar.

Salió de la aplicación con un aire de decepción pues no había nada emocionante.

Fue a su aplicación de mensajería y se entristeció al ver que Seidy no había contestado su mensaje. Se sintió peor al ver que estaba en línea más no le contestaba.

Apagó el wifi y decidió adelantar unas tareas, solo en modo de distracción.

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Era hora de dormir, y apenas se había despedido de Seidy. Yeonjun sintió un peso en su pecho.

Algo no andaba bien.

No sabía que era, sólo sabía que tenía que ver con la chica.

La sentía tan lejos, y no, no hablaba de la distancia física, sino de la emocional.

Desde un tiempo hacia acá la chica había cambiado, y no en buena dirección. Había algo en ella, pero por más que preguntará, ella no le decía nada cosa que lo hacía sentir más frustrado.

Esa noche solo habían intercambiado unas cuantas palabras. El chico podía sentir como las palabras de la chica no eran reales, y como su sentido del humor era forzado.

Ocultaba algo.

Y el no saber que era le volvía loco.

Frágil | CHOI YEONJUN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora