Capítulo 1: Reanimación

59 6 2
                                    


El abrasador sol tropical se encargaba de convertir en un horno de laboratorio todo lo alcanzado, incluido un pequeño bote en medio de la nada. El bote era de madera, tenía una pintura blanca con algunas rayas rojas, demasiado pequeño para permitir más de cuatro personas subir, pero lo suficientemente resistente para navegar siempre y cuando el testarudo océano lo permitiera. En el bote se hallaba una persona; un hombre de mediana edad, estaba acostado con sus gruesos labios totalmente secos, su rostro entero estaba lleno de quemaduras producto de la luz solar. Inconsciente, temblaba por una notoria fiebre mientras fuertes punzadas le hacían sentir su estómago iba a estallar. Su ropa tenía rasgaduras, y un peculiar corte ya cicatrizado en su mejilla derecha podía verse. Estaba en un estado totalmente deplorable.


A la deriva, el bote se mecía en la marea de forma incierta, su destino y el de la persona a bordo parecían tener lo mismo en común.


En las profundidades del lecho marino empezó a ocurrir un extraño suceso similar al inicio de una erupción submarina, la marea se agitaba amenazando con hacer volcar el bote. En su estado inconsciente, el hombre luchaba con sus síntomas sin éxito, con cada segundo transcurrido su cuerpo se debilitaba. Un sonido ahogado y metálico resonaba desde las profundidades, arrecifes de coral de tamaño considerable empezaron a agrietarse, el fuerte sonido es acompañado ahora con deslizamientos submarinos, todos los peces y seres vivos circundantes se alejaban tan rápido como podían del lugar, su instinto les advertía que un peligro olvidado y ahora latente se acercaba.


Crac... crac... crac...


Los crujidos resonaban por toda el área. Finalmente debido a la presión, la piedra y el coral ceden. De manera espontánea y con una enorme grieta de al menos unos cientos de metros ya formada, todo vuelve a la calma, tal y como estaba antes de empezar toda la actividad sísmica. El débil hombre no aguantó mucho más. Su rostro lucía apacible y sus manos apretadas empezaron a relajarse. Los latidos de su corazón disminuyeron gradualmente y su organismo mostró la última señal del inminente colapso.


En la enorme grieta submarina hubo movimiento, algo enorme y con una apariencia viscosa emergía con lentitud y torpeza, con color verdusco oscuro y una textura peculiar empezó a asomarse, similar al movimiento de una serpiente luego de un profundo estado de letargo. Los movimientos empezaron a volverse más precisos; podía observarse una apariencia similar al de un tentáculo, pero la combinación del color, y, el notar una sustancia morada desprenderse mientras iba hacia la superficie lo volvía perturbador a la vista.


El descomunal tentáculo iba en dirección al bote y a mitad de camino aceleró el paso, tenía facilidad para extenderse a placer. La sustancia de color cárdeno que desprendían los tentáculos caía en el lecho marino, cuando las primeras gotas alcanzaron los restos de arrecife de coral provocaron una reacción espeluznante, todo se disolvió al contacto como si se tratara de ácido. Una gota de esta sustancia cayó sobre un pez descuidado y rezagado lo sucedido fue igual de dantesco; las escamas del pez absorbieron la sustancia, pero en cuestión de un instante y de forma visible para el ojo humano, el pez empezó a desintegrarse, empezando por sus órganos y luego el exoesqueleto, el resultado fue como si jamás hubiera existido.


La extremidad se posicionó debajo del bote y permaneció estática, como si estuviera considerando el siguiente movimiento; luego empujó con fuerza el pequeño bote volcándolo, el cuerpo pálido cayó y empezó a descender con lentitud en el océano. El glutinoso tentáculo rodeó el cuerpo y ventosas de un tono grisáceo aparecieron simultáneamente, adhiriéndose. Una vez enrolló el cuerpo empezó a descender a una velocidad considerable.

CL'EHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora