Capítulo 3: A través de los ojos de la bestia

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Un olor peculiar y diferente entró por mis fosas nasales, abrí los ojos y la profunda penumbra se transformó en un claro pasaje hacía mi destino. Mi señor me había dado órdenes con antelación sobre lo que tenía que hacer. Levantándome de la robusta piedra en la que estaba, me puse en marcha siguiendo un camino en línea recta.


Luego de haber recorrido una distancia considerable ya el olor era mucho más fuerte, terminé de seguir el rastro y me llevó hacía una pequeña caverna. Vi el cuerpo de un humanoide tirado en el suelo. No era mi primera vez viendo uno, pero el olor de este me resultaba muy extraño. Me acerqué y empecé a llevar a cabo lo que tenía ordenado hacer.


«Primero, preparar el nuevo núcleo».


Tomé el núcleo que se me había sido otorgado para este propósito. Lo había guardado con extremo cuidado en el interior de mis tentáculos.


Miré al ser que yacía tirada en el suelo, frágil frío y sin vida. Nunca podría dudar sobre la sabiduría de mi señor, pero no puedo evitar pensar exactamente, «¿cuál será el resultado de lo que está por pasar?» Luego de haber cumplido todo tipo de labores y sufrido toda clase de tormentos, creía haber visto lo suficiente para algo como yo. Pero no hay duda, los planes de mi señor no tienen comparación. No por nada es temido en lo profundo del cosmos.


Tomando el núcleo de color verdusco lo acerqué al pecho del humano, fui paciente, eventualmente empezó a introducirse. «Todo iba bien».


«Segundo, una vez el núcleo se encargue de cumplir las actividades vitales del organismo hay que sellar la energía. Para eso se utiliza un antiguo hechizo proveniente de la cultura mozeica».


Esperé el tiempo prudente, y cuando pude confirmar que el núcleo estaba funcionando correctamente utilicé parte de mi líquido digestivo, dibujé las formas como las recordaba en mi memoria. Agradezco que mi señor haya tenido paciencia conmigo en su momento; aprender cosas relevantes e irrelevantes de civilizaciones que han desaparecido tras su visita no fue tarea fácil.


Habiendo acabado, pronuncié las palabras que daban paso a la activación del hechizo. En realidad, bastaba con pensarlas, pero siempre he preferido hacer ambas.


—¡KHEZICH E ENGPY ACH ET! ¡KHEZICH E ENGPY ACH ET!


Habiendo pronunciado las palabras ocurrió el efecto deseado; el hechizo fue un éxito evitando que la energía del cubo explotara. No habría necesidad de recurrir a algo así si tan solo el cuerpo del humano fuera más resistente, pero me temo que no era el caso. Lo que sucedía dentro del cuerpo del hombre era bastante sencillo, el núcleo fuerza una reanimación del organismo, provocando así una situación que de otra forma no sería posible mediante métodos naturales.


«Ahora solamente debo esperar».


Aunque el cuerpo se recupere la mente es más compleja. La cantidad de tiempo no tiene estimación, pero pese a lo estrictas que fueron las ordenes de mi señor, algo como esto está dentro de sus estimaciones. Relajando mis músculos me quedé cerca del cuerpo del humano, observando su progreso. No me atrevía a perder la concentración ni por un instante, cualquier complicación podía significar un riesgo. Mi señor no tolera riesgos.


Pasaron 3 semanas, 2 días y 14 horas. El humano estaba despertando. Ha sido de forma asombrosa, mucho más rápido de lo que me imaginaba.


Vi como su cuerpo gradualmente empezaba a tener leves movimientos, y finalmente acompañado con un movimiento de su cabeza los ojos se abrieron. Cuando vi los ojos sentí la sensación de estar familiarizado con ellos inmediatamente, junto con un aura salvaje provenir desde el fondo de su alma. Algo así no pudo escapar de mi percepción; después de todo, este sirviente estaba acostumbrado a esa misma sensación a la otra de tratar con ciertos... individuos problemáticos.


Noté como el humano al mirarme puso una expresión que reconocí de inmediato. Calmé la intensidad de mi mirada. Pese a haber desarrollado control y convicción gracias al entrenamiento de mi señor, hay cosas que forman parte de lo que eres que son difíciles de eliminar por completo. Me invadió leve nostalgia recordando mi antigua forma de pensar, o, mejor dicho, de no pensar.


El cuerpo delgado del individuo frente a mi empezó a relajarse, así como la tensión de sus ojos. Levanté mi cabeza y girando mi cuerpo me alejé una distancia prudente, decidí darle suficiente tiempo para recuperarse. Eventualmente tendría que llevarlo para cumplir con la última de mis tareas, de momento.


Sin problemas al regresar pude guiar a mi ahora acompañante al sitio previsto, lució muy fascinado por los esclavos de mi señor, pude apreciarlo por su forma de mirar a través de los arcos.


Dejando de lado el hecho de que el humano intentó cometer suicidio tocando uno de los núcleos de mi señor, todo salió bien. Luego de ofrecer mis respetos recibí la información referente a la siguiente fase del plan. Pese a haber realizado misiones durante un milenio en lugares cada uno peor que el otro debo de decir, hacía mucho tiempo que podía permitirme sentirme sorprendido.


Ir junto al humano al viejo continente y volver a tomar el control sobre Cl'eh, una ciudad ancestral en la que nació mi señor.


Solamente con entender el contenido de la misión entendí la importancia y la magnitud de la misma. Especialmente porque no iba a cumplirla solo. He de decir, entiendo la razón por la cual mi señor no puede hacer esto él mismo.


Mientras mi cuerpo entero sentía la presión ocasionada por quien se halla frente a mí, en mi mente se grabó profundamente lo que debía hacer. Según mis estimaciones, la probabilidad de éxito es... cercana al 1%.


No me atreví a mirar los ojos de mi señor, no solo por respeto, sino porque aprendí de forma cruda que mirarlos es el equivalente a sufrir la peor de las torturas. Es una de esas cosas que hace falta aprender de forma propia para poder entenderlas.


Empecé a sentir que no podía respirar y mi cuerpo amenazaba con estallar desde las entrañas. No me resistí y dejé pasara. Aunque mi cuerpo desapareció en el aire mi consciencia permaneció firme, solamente mi alma se hallaba presa aún de profundo pavor hacia mi señor.


Con el tiempo había aprendido existen muchos tipos de respeto; existen quienes respetan a alguien más fuerte, más inteligente, más sabio o hasta más valiente. También están quienes respetan, por ejemplo, a personas con fuertes relaciones a ellos o sus benefactores. En parte este último era mi caso. Pero existe una realidad más profunda que esa.


Mi señor es quien representa el sentido cósmico del horror. El horror primitivo se implantó en nuestras almas a causa del nacimiento de mi señor, y en las almas del cosmos debido a sus acciones. Ser capaz de devorar mundos enteros no lo hace intimidante; ser capaz de provocar desesperación, miedo y locura a quien escuche su nombre sí.


El nombre que indica el final de toda vida en el cosmos de una forma horrenda al solo mencionarlo.


«Cthulhu».

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⏰ Last updated: Dec 11, 2019 ⏰

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