El amor no necesita tiempo

214 39 21
                                    

Tema:  love doesn't need time

Interprete : Dr. Paul Skywalker

Colaboración especial de: Daniela


Thor se había criado desde pequeño en el campo, pastoreando ganado y trabajando en la huerta. Un día le había revelado a sus padres su sueño de ser músico y la decisión de probar suerte en nueva York; estos habían dudado al principio, pero al ver su determinación, juntaron los pocos ahorros que tenían y se lo habían entregado con sus mejores deseos, no era mucho, pero era lo suficiente como para que Thor iniciara su nuevo camino.

Sabía que no iba a hacer una labor sencillo, Nueva York era un monstruo comparado con el pequeño y pintoresco pueblo donde él provenía, pero estaba motivado y dispuesto a trabajar muy duro con tal de triunfar.

Enumerar todas las vicisitudes que tuvo que atravesar sería demasiado, basta con decir que con cada paso dado al mundo le hacía retroceder dos. Como la vez que habían entrado en su departamento y robado sus pocas pertenencias o cuando, confiado, pasó por una calle donde un grupo de vagos lo atacó llevándose su guitarra.  Un poco desilusionado, había encontrado refugio en el parque, rodeado de centenares palomas a las que consideraba sus amigas.

A Thor se le daba muy bien el tratar con los animales, en la granja solía tener un par de cabras que consideraba sus mascotas. En la ciudad, y viviendo en un departamento tan pequeño como en el que vivía, contar con un ser vivo que lo acompañara era imposible, a menos de que este fuera una familia de ratones que había en su cocina. Thor había terminado por nombrar a cada uno de ellos.

Pero vivir en aquel lugar era asfixiante, más cuando él venía de un sitio donde abundaban los verdes paisajes y los campos abiertos; lo más parecido que encontró en Nueva York fue central Park. Pasaba sus ratos libres alimentando las palomas con migajas de pan y galletas que dejaban los clientes en el Café donde trabajaba, un lugar snof había que decirlo; tener tanto dinero les permitía el lujo de descartar trozos enteros de pastel solo porque no era del agrado de su fino paladar; Thor guardaba esos trozos a escondidas y se los llevó a aquellos seres que como él, conocían el valor de una migaja, las palomas.

Entonces lo vio.

Era un niño rico como muchos de los que asistían al café, de finos modales y ropa cara, Thor había aprendido a identificarlos incluso por el aroma; aquellos chicos olían a muñeco nuevo, recién sacado de la caja el día de navidad.

Se había percatado de su presencia en días anteriores, siempre solo, acompañado de guardia que mantenía su distancia para no perturbarlo, con un libro en la mano y una expresión de eterno aburrimiento. Buscaba la sombra de un árbol y se sentaba a leer aislándose del mundo, solo entonces sus ojos verdes parecían cobrar vida y brillar; aquél efecto despertaba la curiosidad en Thor, deseaba descubrir qué era exactamente lo que veía en aquellos libros y que lo hacia sonreír.

Pero esa tarde fue diferente, estaba llorando. Sus grandes y hermosos ojos estaban sumergidos en lágrimas y su semblante lucía miserable; fue por eso que se animó a hablarle.

—¿Quieres alimentar a las palomas? —le ofreció a riesgo de ser considerado un demente.

Aquel chico lo miró sin comprender y él tomó su mano para compartir un puñado de migajas de pan; estaba helada, como si una parte de su ser se hubiera muerto y él no se hubiera percatado. Aquella idea le causó escalofríos, así que lo instó a arrojar las migas a las palomas.

Cuentos para Rascarse La Panza Where stories live. Discover now