"¡Hazlo! Sólo hazlo... libérate de este dolor, le harías un favor a todos".
"¿Crees que te van a extrañar?"
"¿Crees que a alguno le importaría?"
"Nadie repara nunca en ti, a nadie le importa lo que sientes".
"Estarían mucho mejor sin ti".
"¿Has notado los gestos de desagrado que hacen cuando llegas? ¿Cómo todos guardan silencio y cambian de tema? Eso es porque no quieren que te enteres de sus cosas".
"No eres parte de ellos. Podrías intentar serlo. Podrías, quizá, luchar incansablemente por su aceptación, pero nunca lo conseguirás porque ellos te odian, te aborrecen. Sí, así como lo imaginas, incluso tal vez más ¿Y cómo no sentir eso por un ser tan patético como tú?"
"¿Que tienes para ofrecer? Solamente dinero, esa es la única razón por la que siguen a tu lado. Deja de querer comprar su cariño con costosos obsequios como un grandísimo idiota, que lo eres, y verás cómo empiezan a ignorarte... aunque de hecho ya lo hacen.
"Estás solo, ni siquiera tu padre te soportaba. Prefirió mil veces largarse todos los días desde muy temprano a trabajar, a tener lidiar con una carga como tú; por eso decidió enviarte a un internado. No te imaginas el alivio que sintió al hacerlo, el mismo alivio que sentirá toda tu "familia" si te avientas ahora mismo".
"No lo pienses más, todo se resolverá si te largas. Sólo hazlo... no lo dudes hazlo..."
Aquel joven castaño se limpió las casi congeladas lágrimas que empapaban de su rostro, su expresión reflejaba una fuerte resolución. Se paró al filo de aquel rascacielos decidido a ponerle fin a su agonía.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Loki sonreía satisfecho, aquello había sido demasiado fácil. Debía estar muy roto ese tipo como para que un par de palabra bastarán para convencerlo de quitarse la vida.
Entonces la puerta de las escaleras se abrió intempestivamente, apareciendo detrás de ella un tipo de cabellos rubios e hipnotizantes ojos celestes. Era un policía, Loki había aprendido a identificarlos aun cuando estos no portarán el corriente uniforme. Al parecer la función tendría que esperar.
—¡Detente! —le detuvo el rubio al joven que estaba por suicidarse—. Sé que no quieres hacer esto.
—¿Cómo es que lo sabes, si ni siquiera me conoces? —cuestionó el castaño.
