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Los días difíciles han llegado, es lunes y aún queda toda una semana por delante, pero Agoney y Miriam están enfocados en sus exámenes.

Sigue dudando de su última respuesta, sigue dando vueltas alrededor del pasillo y Amaia sólo ruega que Miki vuelva de una vez porque ella ya no sabe qué más decirle para tranquilizarle.

– Ago, no te preocupes, te ha ido bien – intenta ser positiva y darle ánimos desde un rincón del pasillo.

La mirada seria que le dedica el moreno hace que se quede callada por unos segundos, pero luego vuelve a hablar.

– Yo aprobé este examen y estudié la mitad de todo lo que estudiaste tú – le recuerda ella – No te preocupes, si va mal, puedes entrar ahí y hablar con el señor Navarro, seguro te ayuda, es muy majo.

Agoney intenta no escucharla y se esfuerza por recordar cada respuesta para pensar en cuáles pueden ser incorrectas.

– Cuando comenzó a darnos clases te miraba el culo, yo lo ví – comenta Amaia colocando la mano en su mentón – Yo sé que Raoul es tu novio pero tal vez si le haces ojitos al señor Navarro... Te aprueba.

Los ojos de Agoney se desvían hacia ella y se encuentra con una sonrisa.

– Bueno, lo de los ojitos no creo que sirva de mucho, pero una mamada sí – dice convencida – Que Raoul está buenísimo, pero no tiene que enterarse y sería por una buena causa, además, el señor Navarro no está nada mal ¡Está buenísimo! – le guiña un ojo.

La carcajada que suelta el canario se debe escuchar en toda la universidad, Amaia es única.

– ¡Buah, he conseguido que te rías, ya puedo acercarme sin miedo! – dice ella feliz, acercándose en medio de saltitos – Es que como estabas tan serio y a veces se te va la olla...

– ¡Ay, Amaia! – ríe el moreno besando su cabeza cuando ella le abraza – Estoy nervioso, perdón.

– ¡Te ha ido bien, estoy segura! – le anima de nuevo – Pero prepárate para la mamada, por si acaso, yo te cubro – bromea ella.

El moreno sólo niega con la cabeza y se pregunta si Amaia sabe algo sobre su relación con Javier. Recuerda habérselo contado a Miki pero no recuerda haber hecho algún comentario delante de ella, por eso le sigue la broma.

– ¿Tienes un condón? – pregunta nervioso.

– ¿Un condón?

– Pues si Amaia, un condón, que no puedo ir y hacerle una mamada a un tío así como si nada – dice buscando en su mochila – ¿Tienes o no?

Los ojos de su compañera le miran con sorpresa durante los primeros segundos pero le responde cuando nota que él sigue buscando en los bolsillos de su mochila.

– Jo, pues no, que yo al vibrador no le pongo condón – comenta tranquila.

– ¡Madre mía, Amaia! – suelta otra carcajada y cree que le saldrán un par de lágrimas.

– Buah Ago, pero no te rías – pide ella con un puchero – ¿Raoul y tú si le ponéis condón? – pregunta curiosa.

– Olvídalo – pide él aún riendo y la imagen de Raoul con un vibrador hace que sus mejillas se sonrojen por un momento, dejando el examen completamente de lado.

– ¡No, no, que yo lo decía en broma, pero te consigo uno, lo prometo! Seguro Miki tiene en la cartera – dice ella mirando como su compañero se acerca bebiendo el café que había ido a buscar.

– ¿Miriam no ha salido? – pregunta Miki.

– No, no - le responde Amaia – ¿Tienes un condón?

Confundidos - Ragoney (en Edición)Where stories live. Discover now