Shu Sakamaki ◈ Diabolik Lovers

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«Inocencia perdida»

Hace varios meses que una nueva joven había llegado a las puertas de la mansión Sakamaki. Otra mujer de sangre dulce destinada a alimentar a los seres que habitaban aquel lugar. Su nombre era _______, con abundante juventud y belleza natural, pero con una característica que resaltaba entre las demás: su inocencia.

«¿Aún conservas algo de ella?»

Aquella bella jovencita se veía tan inocente, pura como ninguna, sumisa ante cualquier petición. Siempre estaba dispuesta a obedecer, exceptuando cuando se trataba de su sangre, pues reaccionaba con enfado haciéndola ver tierna e ingenua ante algunos de los hermanos.

Su personalidad y sus actitudes llenas de pureza avivaban los deseos insaciables de aquellos seis hermanos vampiros. Aumentando su sadismo y también su excitación, volviendo imposible, para algunos, el evitar mirarla, imaginarla y desearla.

«¿Qué darías por recuperar esa inocencia?»

El uniforme escolar se apegaba perfectamente a su cuerpo, destacaba su esbelta figura y causaba que sus atributos resaltaran. Su corta falda cubría solo lo necesario, dejando volar a la imaginación en cuanto los ojos ajenos se posaran sobre sus atractivas piernas.

Allí estaba ella, recogiendo sus útiles escolares, preparándose para marchar nuevamente a la mansión Sakamaki luego de una larga noche de clases. Por fin había acabado de guardar todo en su bolso, estaba a punto de cruzar las puertas de su aula; sin embargo, el profesor la llamó unos instantes.

—¿Podrías llevar estas partituras a la sala de música? —pidió el profesor—. Al parecer las olvidaron aquí.

Con una dulce sonrisa ella asintió aceptando la tarea de su profesor, mostrándose sumamente responsable como siempre. Entre sus manos tomó aquellas partituras, para luego dirigirse camino al salón de música tal como le habían solicitado.

Su mano golpeó suavemente la puerta de madera, esperando una respuesta desde el otro lado, en caso de que alguien se hallara en el salón. El silencio le brindó su respuesta, para luego ingresar a la sala de música. A pocos metros divisó una mesa en donde se hallaban varias carpetas con partituras, por intuición y lógica, supuso que las hojas que traía consigo iban allí. Sin perder tiempo se acercó al mueble, dispuesta a dejar los papeles y así poder irse de la escuela. Pero a pesar de ello, no todo salió como esperaba. Un escalofrío recorrió su cuerpo de pies a cabeza, asustándose luego de notar que el hermano mayor, Shu, se encontraba recostado sobre un sofa. El repentino susto provocó que todas las hojas se resbalaran de sus manos, volando en diferentes direcciones para terminar en el suelo.

Un profundo suspiro escapó de sus labios, le era imposible marcharse y dejar todo aquel desastre de hojas por el suelo. Poco a poco, comenzó a agacharse para así alcanzar las partituras, una por una; sin percatarse de la curiosa y fija mirada del rubio ante cada uno de sus movimientos.

Al cabo de unos pocos minutos, logró reunir todas aquellas hojas que se habían caído, para luego dejarlas sobre la mesa. Por fin había terminado su tarea, finalmente podía irse de aquel lugar. Se sentía algo incómoda con la presencia del Sakamaki. Sin desperdiciar tiempo entre sus pensamientos, se decidió en salir de la sala de música. A paso disimulado fue acercándose a la puerta, sin embargo, la torpeza apareció en el momento menos indicado. Sus pies tropezaron con un objeto en el suelo, provocando que perdiera el equilibrio y se tambaleara hasta caer repentinamente sobre el cuerpo de Shu, golpeando su cabeza contra el respaldo del sofá.

—D-Duele... —se quejó ella, mientras tocaba la zona del golpe.

Su voz había sido un suave susurro, con un profundo pero no intencional tono lascivo. Un ardiente murmullo que había rebalsado los límites del de ojos azules. Las manos del chico tomaron con brusquedad las muñecas de _______, evitando que se marchara. Su cuerpo se movió ágilmente dejando a la joven bajo él, siendo aprisionada contra el sofá.

—¿Acaso buscas provocarme? —habló con seriedad—. Tu también eres una mujer obscena.

—N-No entiendo —respondió con nervios.

Las manos de él sujetaron con fuerza sus muñecas, una de las piernas del Sakamaki se ubicó entre las suyas. Sin prisa su rodilla subió, pasando sin pudor por debajo de la falda, hasta llegar a su zona íntima; realizando una leve presión. Lentos movimientos le siguieron, provocando sonidos eróticos que _______ no lograba reprimir. El rostro del chico se acercó peligrosamente a su cuello, olfateando y sintiendo como la piel de aquella joven se erizaba con su aliento. Olía el aroma de su perfume mezclado con el de su sangre, ambas dulces escencias que eran irresistibles para el rubio.

—Escucha tu respiración, estás excitada.

Suspiros entrecortados y jadeos incesantes salían de su boca sin ningún permiso. Los movimientos constantes en su intimidad le generaban una extraña pero placentera sensación; nunca había experimentado algo así. De alguna manera que ella no lograba entender, deseaba que sus acciones no se detuvieran.
Él, continuaba en la hendidura de su cuello, dejando efímeros besos, y deleitándose con el seductor y atractivo aroma de su sangre. Sin resistirse, cedió a hincar sus dientes en su piel, extrayendo aquella sustancia que aumentaba su placer y excitación. Seguido de dar suaves caricias con su lengua, borrando todo rastro de sangre con ella, además de otorgarle satisfacción a la joven.

—Deja de fingir inocencia —susurró en su cuello—. Te corromperé completa.

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