Capítulo cuarenta y cuatro: Regreso.

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Narra Leander, cinco días después:

Me termino el tequila y lanzo la botella de cristal contra un montón de basura, tuve que contenerme y no tomarme todo el líquido estos días y justo hoy me lo he terminado todo. Debería de regresar a la casa de la mujer desconocida, cogérmela de nuevo antes de que llegue su marido y robarle más alcohol. Pero la sombra de Eliza hace que detenga mis pasos, estaba muy decidido en regresar. Ésta se coloca de brazos cruzados y me mira con cara de pocos amigos. Lleva el cabello suelto y ha cortado la tela de su falda para hacerla más corta—. ¿A dónde vas? —se digna a preguntarme.

—¿Por qué debería de responderte? —ésta evita mi mirada y revisa sus uñas, arqueo una ceja. La niña finge que sus cutículas son más llamativas que mi gloriosa presencia, me cuesta mucho creerle.

—Lillai quiere verte —señala con la cabeza el interior de la pocilga en donde nos estamos quedando, sus ojos se posan sobre cualquier otro rasgo físico menos mi mirada.

Estoy a punto de ignorar sus palabras e ir a buscar a aquella mujer de escasas curvas, pero el rostro de Lillai se pinta en mi cabeza. Hemos decidido, o yo lo he decidido, no acercarnos mucho a ésta, no quiero que nos enfermemos; solo sería una mera mierda ya que la fiebre de Lillai ha sido difícil de eliminar. Desde hace cinco días dejé a Lillai sobre esa cama, cerré la puerta y no he entrado para asegurarme de que se encuentre bien. La única que ha entrado es Eliza y solo para darle de comer y gotas de medicamento—. ¿Qué necesita? —no necesito saber la respuesta salir de la boca sucia de su hermana, sé que solo ocupa verme. Ha estado durmiendo por su cuenta y sus gritos son respuesta a las evidentes pesadillas. La bruja nunca lo admitiría, pero me necesita.

Se encoge de hombros—. Solo quiere verte, de todos modos ya se siente mejor desde ayer por la noche, no creo que nos enfermemos —sale y se sienta en el suelo—. No seas un imbécil con ella —una sonrisa sarcástica se forma en sus labios—. Su alma es pura y no merece tus maltratos.

—Nunca dije que la trataría como lo hago contigo.

La dejo con la palabra en la boca y entro a la casa. Juro que si sigue hablando la dejo sola en el medio de la nada, ésta inepta me ha estado volviendo loco y más que no está Lillai para detener nuestros argumentos. Eliza ni siquiera me agrada cuando está en silencio, solo me gusta cuando no está dentro de mi campo de visión.

Los tablones de madera crujen bajo mis pies, chillan con vehemencia, anunciando mi llegada. Me quito el gorro dejando expuesto el lío que es mi cabellera y abro la puerta de la diminuta habitación. Todo el lugar se ha llenado de su olor y tan solo ha estado cinco días encerrada. Ésta observa tranquilamente la ventana que tiene al lado de la cama, pero cuando siente mi presciencia vuelve sus ojos a mi, es como si yo fuera más interesante que esa ventana; cosa que es cierto.

Su expresión facial se ilumina cuando me mira. No sonrío y tampoco la observo con el mismo entusiasmo, me mantengo con el semblante neutro. Cierro la puerta detrás de mí, el olor dulce que desprende su piel comienza a ser tóxico; evito pensar mucho en el y lo cambio por el olor metálico de la sangre.

No hay palabras que salen, solo el maldito silencio y su mirada intensa. Sus ojos claros parecen agrandarse más cuando doy pesados pasos hacia la cama—. ¿Qué quieres? —coloco mi hombro contra la pared, la superficie se mueve con mi peso pero no se derrumba. Miro a la bruja con atención y con facilidad hago que ésta no sea capaz de leer mis pensamientos a través de mis ojos.

Traga saliva con dificultad y se incorpora, el tono de su piel luce más pálido—. Ven —palmea el colchón gastado. Yo la observo con incredulidad—. Por favor —susurra, su voz perdiéndose entre la brisa que se cuela por la ventana. Me alejo de un empujón de la pared y caigo sentado sobre la coja cama. Lillai vuelve a sumirse en un profundo silencio y la impaciencia comienza a nacer en mi organismo—. Ya no me siento tan mal... —juega con la sábana.

La Magia En Ella [#1]✔️Where stories live. Discover now